jueves, diciembre 5

uno pone...

Casi todas las cosas grandes que he añorado he visto cómo les llegan a otros, cómo las viven y las disfrutan; cómo el sueño que yo tuve es vivido al pie de la letra por alguien más. Hasta hoy, sin embargo, Dios me ha demostrado que las añoranzas de mi corazón son satisfechas de una forma u otra, pero que sus caminos y sus maneras escapan, y siempe escaparán, a mi comprensión, a mis planes y a mis diseños. La mayoría de las veces es difícil ser obediente en estas circunstancias, pero nadie dijo que esto es fácil. This life is not about me.
Como cristiana, el tiempo de Cuaresma, Pascua y Resurrección me resulta el más importante y significativo. Saber que mi Dios fue humillado, traicionado, burlado; que Él se vio tentado y también quiso por un momento evitar su destino; saber que en su condición de Dios presenta tal humanidad, me hace sentir más cercana a Él a sabiendas de que Él sabe por lo que estoy pasando, y que Él me ha dado tal ejemplo de entereza y humildad y rendimiento a la voluntad del Padre, el Padre que tiene un plan para todos y cada uno de nosotros.
Así que esto me sostiene, en momentos en los que sé que no tengo nada, y que lo poquito que tengo a veces ni es tangible; en los días en los que mi esperanza duda y mi espíritu de lucha pende de alfileres; en los días en los que quiero mandar todo a volar; en los días cuando me enojo, me reprocho y me pregunto ¿por qué? ¿cuándo? Así es que en lugar de fijarme en lo que no tengo y lo que no sé si va a llegar, me fijo en lo que es permanente y en lo único que es seguro, que es el amor de Dios hacia mí y la convicción de que cualquiera que sean sus planes, serán para lo mejor, para ese plan que es mayor que mis deseos y, sí, a veces, mis caprichos. Por eso yo hago mi parte, y lloro un poco para sacar todo esto y para sacar otra vez algo de fuerza, porque con su gracia decido seguir el camino menos transitado. El de ser paciente y el de ser perseverante, el de seguir trabajando y de mostrar el optimismo que sólo puede venir de la fe, aún cuando no llegue la confirmación de la oferta de trabajo que espero, aún cuando aún no puedo ver a mi esposo, aún cuando mis planes, mis deseos, como yo los esperaba, no se concreten. This is not about me.

sábado, noviembre 9

distancias

Cuando uno está lejos, hace de tripas corazón. Los detalles más nimios se vuelven los más importantes. Uno se aferra a lo poquito, pero a la vez mucho, que se puede transmitir por los medios electrónicos. Por años he vivido de relaciones a distancia: padres, hermano, amigos, y  a veces, amores. Pero ésta, por mucho, ha sido la más difícil, aunque a la vez no tanto. Uno se casa para hacer vida juntos, no de lejos, así que duele no poder hacer vida en común en el mismo lugar. Pero también cuando uno se casa con la persona adecuada uno se las ingenia para compartir y ser testigos mutuos de sus vidas a pesar de la distancia. El amor es más fuerte que la añoranza. El amor hace que el pasado se sienta cercano, el presente sea más fuerte y que el futuro se vea prometedor. Dejo de contar los días como el tiempo que hemos pasado sin estar juntos, sino como los días que faltan para volvernos a ver de nuevo. En este momento nada más quisiera que un abrazo suyo y caminar de nuevo de su mano, y por cada día que pasa sé que ese día cada vez está más próximo. Y por mientras, agradezco que todos los días y todas las noches hay un momento en el que me puedo sumergir en su mirada y escuchar su voz, siquiera con una pantalla de por medio :-)
Sean felices. Tengan días buenos.

domingo, noviembre 3

Manejo defensivo

Quisiera con todas mis fuerzas que el valor de una mujer no estuviese definido por sus capacidades reproductivas. Por mucho que valoro, admiro y respeto a quienes son madres, la condición de serlo no hace, no debería hacer, a una mujer ni completa ni realizada sólo por el hecho de tener hijos. La vida va mucho más allá que eso. ¿No? No sé porqué a veces parece que en cualquier momento, en medio de una conversación, tengo que salir a defender y justificar mis decisiones. La gente puede ser tan ignorante a veces, y sin saberlo. 

sábado, octubre 26

weight watchers

El doctorado me dejó, entre otras cosas, alrededor de 15 kilos de más. Si consideramos que en la licenciatura había subido como otros diez, aquí concluyo que ya no debería volver a la escuela nunca más. Me descubrí gorda una noche en el reflejo de la televisión y de ahí me di cuenta que ya ni siquiera podía sumir la panza. En mi peso más alto (el cual, de hecho, desconozco) me sentía fatal, así que con disciplina y trabajo en equipo logré bajar un par de kilos para poder sumir la panza de nuevo. Nunca he sido obesa y aún en estos tiempos me encuentro entre los límites del sobrepeso, pero eso no quiere decir que no me quiera mover de ahí. Tampoco nunca he sido flaca y necesito perder como 10 kilos para que se note que he bajado una talla o algo así, según yo por ser de huesos gruesos, pero mis muñecas son tan delgadas que hacen parecer como si mi complexión no debiese ser robusta. Quién sabe. Hace más de un año que cambié mis hábitos alimenticios y que empecé a correr. Mis estudios y chequeos dicen que mi salud se encuentra en buen estado, así que mi motivación para bajar de peso en realidad va más por el lado de la prevención de enfermedades, y de cuidar de mi propio cuerpo. Algún día no muy lejano espero poder ser mamá, y debo aceptar que no seré una mamá joven, así que necesito la mejor condición posible para ser activa a pesar de cuidar de niños pequeños a mitad de mis cuarentas. Me falta un poco más de consistencia, por lo menos una vez al mes tengo un episodio de atasque (o como se dice más bonito en inglés, pig out), pero sé que estoy al menos en la senda adecuada. Creo que desde que llegué he logrado perder ya alrededor de 4 kilos, y espero seguir así. Pero aunque mi cuerpo no es, ni nunca ha sido, perfecto, me gusta. Mi mayor problema es el de tener cuerpo en forma de manzana, lo cual hace de mi panza el enemigo a vencer para evitar que la gente por error crea que estoy embarazada... Pero fuera de eso, me gustan mis formas torneadas y macizas, mis curvas aquí y allá. Sé que nunca seré ni siquiera talla 5, y no me interesa ni me quita el sueño, pero me gusta como soy. Tener 32 años y reconocer que me gusta mi cuerpo y mi compromiso a cuidar de él me hace sentir bien. En medio de mensajes y construcciones sociales que quieren convencerme de cambiar para ser la mejor versión de mí misma como si algo estuviese a priori mal en mí, he aprendido a escuchar a mi cuerpo y a hacer las cosas porque yo quiero, porque les encuentro sentido y porque las puedo hacer a mi manera.

miércoles, octubre 9

No, gracias.

"I love my rejection slips. They show me I try."
~Sylvia Plath. 

Ya hasta me sé la palabrería que se usa para decir que uno no satisface con el perfil deseado, pero aquí uno sigue, que no me estoy yendo a ningún lado -aún-.
Y pues uno tiene que seguir, aunque sea sólo por curiosidad.

viernes, septiembre 20

memory lane

Hay recuerdos a los que me gusta mucho regresar, repasar, una y otra vez. Historias que me definen, que definieron una época de mi vida, que traen de nuevo a mi presente lugares y personas entrañables, lo que fuimos, donde estuvimos. Son calles que camino de nuevo, historias que leo o que cuento de nuevo, fotografías que veo de nuevo, recuerditos que de pronto me topo de nuevo, sueños que se repiten desde años, esas  cosas.
Finalmente desempaqué, tratando de estar en paz con el hecho de que quizá me quede aquí más tiempo del que esperaba. Empecé a salir a caminar, recorriendo la ruta que tomábamos mi hermano y yo hacia la escuela primaria (ésa en la que duré cuatro años), el kilómetro y medio que había que caminar para tomar un autobús, cuando entonces la civilización no llegaba a esta zona, pasando en frente de la iglesia donde hice mi primera comunión el día de corpus christi, parándome a comprar pan en El Almendro, tratando de recordar ciertas casas e incapaz de reconocer ciertas calles. Y en la incomodidad de una habitación en un puerto tropical donde la humedad al cien por ciento es el pan nuestro de cada día, releer historias que de alguna forma quedan para la posteridad, pero recuerdos e historias que no van a volver. Supongo que todo esto es parte del proceso de empezar a medio sentirse de nuevo en casa, en preparación para más adelante volver a partir.
Quién sabe, porque desde ya algún tiempo me he dado cuenta que de muy poco sirve planear algo porque a los cinco minutos a la vida le da por replantearlo todo y ponernos todos los planes de cabeza.

martes, septiembre 17

lluvia

Mis padres viven una zona baja de la ciudad, muy cerca del sistema lagunero, así que en época de lluvias el agua fácilmente sube al nivel de la banqueta y en ocasiones hasta la cochera. Eso sin contar el impactante espectáculo de las corrientes de agua que van y vienen en el crucero de la esquina. Cuando se mudaron a este lugar hace unos cuantos años, el puente peatonal que se encuentra en dicho crucero fue una de las vistas más surrealistas que he presenciado. Todos creímos que se trataba de uno de esos gastos estúpidos del gobierno para demostrar que hace algún tipo de obra pública, por ridículo que parezca. Semanas después, cuando ocurrió la primera lluvia torrencial, mi madre me llamó para compartirme la razón de ser de dicho puente: es tal la fuerza de las corrientes de agua, y la altura que alcanzan, que no hay otra forma de cruzar la calle sin correr el riesgo de que lo lleve la corriente a uno, más cuando esa calle la cruzan cientos de niños que van hacia al kínder o a la escuela primaria que se encuentran justo pasando esa cuadra.
Esta mañana desperté con la desidia de quien reconoce el ruido de la lluvia al caer y se arropa de nuevo en la cama con la esperanza de volver al sueño y a los sueños que nos acompañaron por la noche y que nos llevaron a un viaje de recuerdos e historias del pasado. Me levanté, desayuné, me hice cargo de la cocina y vencí la desidia para lavar la cafetera y hacer café sólo para mí, aunque fuese ya cerca del mediodía. Evité la música para poder disfrutar de la melodía de la lluvia al caer, uno de mis clichés favoritos, sobre todo porque en los últimos años la única lluvia que me tocó fue en la temporada de monzones; lluvia que sólo cae por una hora o dos, inconsistente, a menos que sea una tormenta eléctrica, de esas bellas, pero que igual, duran muy poco.
Mi egoísmo me hace sentir feliz de ver tanta lluvia, pero poco a poco deja pasar la preocupación por todos aquellos que viven en las partes de verdad más bajas y que seguramente ya tienen sus viviendas inundadas. Y esto es sólo aquí, en la tierra donde los huracanes ya no llegan gracias a las bases ovnis (de acuerdo al vox populi), y donde las tormentas tropicales cuando tocan tierra no producen lluvias sino hasta dos días después (lo más chistoso que me ha tocado hasta ahora, a diez días de mi regreso: la señorita del clima, que Will no entiende porqué visten como escort, comunicando que a pesar de un 90% de probabilidades de lluvia no hay forma de explicar porqué aún no llueve...). Pero muchos más han sido afectados en otras zonas del estado y del país. Es difícil continuar maravillándose con esta lluvia que tantos estragos ocasiona. Y, sin embargo, son tan poquitas las cosas que estos días logran levantarme el ánimo, que sólo me queda aferrarme a lo que poco que puedo, que si lo piensa uno bien, igual y no es tan poco.
En fin. Sean felices. Tengan días buenos.

lunes, septiembre 9

Home is wherever I'm with you

Sé que él es la persona para mí porque saca lo mejor de mí y me ayuda a lidiar con lo peor. Pocas personas conozco como él, tan íntegro, y tan feliz. Sí, Will es la persona más auténticamente feliz que hay en mi vida, feliz en el sentido de content, resilient. Una de las muchas razones por las que lo admiro y lo amo tanto. Y con él siento que puedo sobrevivir estos días, una vez más viviendo lejos, viviendo de nuestros mensajes constantes durante el día y la conversación larga en la noche antes de dormir.
Siento que ésta es la mudanza más dura por ser la más incierta y en la que hay tantas cosas en juego que yo no necesariamente elegí, pero tampoco debería hacer tanto drama. Debo admitir que a la distancia y en este momento, mis días en el desierto fácilmente se ven tan perfectos y tan color de rosa, que casi olvido que justamente hace seis años no fue así. La transición no fue fácil, y los primeros días y meses fueron sumamente difíciles. Pensar en eso, esa perspectiva, al menos me recuerda que siempre hay cosas peores, pero como también decía Yuri, siempre vendrán tiempos mejores.
Lo primero que hago al llegar a un lugar es domesticarlo, aún cuando sea sólo por un tiempo corto. Aún no desempaco porque no sé dónde nos acabaremos instalando pseudo-definitivamente, pero por lo pronto he organizado el espacio donde escribo y leo, y donde están nuestras fotos. Como la viejita de la película del Titanic, necesito mis memorias representadas en forma tangible alrededor mío. De esas cursilerías que le dan sentido a ciertas vidas.
Y mientras, así seguimos.

sábado, agosto 17

mudanzas, versión quién-sabe-cuántos

No importa a dónde se vaya uno, ni que tan entusiasmado se esté, mudarse es horrible. Más cuando el presupuesto es súper restringido. Más cuando no hay ni siquiera seguridad de a dónde uno está yendo. Siento que vivo en un estado de total incertidumbre, en el que no puedo tratar de resolver algo porque cada asunto depende de dos o tres más que a mí no me corresponde resolver. Es horrible *tener* que volver cuando en realidad no hay ninguna opción tangible ahí, y de este lado las oportunidades para el futuro lejano y cercano se ven mucho más claras. Yo que sí quiero volver, llevar a mi familia conmigo y aprovechar la experiencia, pero las circunstancias de aquel lado no me hacen sentir tan bienvenida.
Un día a la vez. Un día a la vez. Lo malo es cuando nos tocan días planos y oscuros y en silencio. En fin. Cosas de esta vida.

jueves, agosto 15

Próxima estación: Esperanza

Vivo de esperanza en esperanza. En serio. No hay otra forma de sobrevivir estos días. Uno trabaja por muchos años para lograr terminar esto, lleno de complejos e inseguridades, pero esperando ver la luz al final del túnel; esperando que algo bueno, algo mejor ocurra al final de este tramo de la vida. Es difícil no sonar cursi y llena de clichés, argh. Y es feo que las cosas no se vean muy claras al final. Así que sólo queda vivir un día a la vez, seguir tocando puertas, seguir teniendo fe. Todos los días una puerta u otra se cierra, pero cada tercer día parece querer abrirse una ventana. Lo bueno de creer que esta vida no es lineal, y que la razón de esta vida va más allá de mi limitada visión, es que entonces se puede vivir durante estos días con la perspectiva de que todo tiene su razón de ser y se acomodará en su momento. Que es difícil tener paciencia, lo es. Que es difícil seguir trabajando y cuestionando casi todo, oh, sí, lo más. Bien decía mi abuelo que la necesidad es la madre de la creatividad. Así que estos tiempos son pa ponerse creativos. Pero nadie dijo que esta vida es fácil ni que venimos a ser felices todo el tiempo ni que a todos la vida nos viene servida en bandeja de plata. Y al final del día, cuando en verdad abrimos nuestro corazón y lo sinceramos, nos damos cuenta que en realidad tenemos muchísimas cosas más por las cuales estar agradecidos.
Así que aquí seguimos.
Sean felices, tengan días buenos.

jueves, julio 25

Aferrarse a la luz

Tengo 31 años y aún me da miedo la oscuridad. Miedo de verdad, de requerir compañía para ir al baño o "al arbolito" si estamos al aire libre o si se va la luz en la casa, de necesitar que alguien esté cerca y me haga plática y todo eso. Así que me siento culpable por el 40% de los focos encendidos mientras trabajo de noche, pues necesito iluminar todo el camino que va por las escaleras hasta la cocina, atravesando por la sala de estar. Nuestro hogar temporal es más grande de lo que necesitamos, y aunque es un magnífico lugar para descansar, es poco práctico cuando hay tanto trabajo pendiente por hacer. De madrugada me pongo extremadamente sensible con los ruidos y hasta con las vibras, y hay cierto punto en el que mis nervios están de punta. Pero también de madrugada es cuando de verdad encuentro esa concentración como la de los caballos que tienen los ojos cubiertos a los costados. Todo esto se ha vuelto tan caótico que me sorprende que todavía haya días en que me paralice la desidia y el miedo a echar todo a perder. Temor debí haber tenido de que acabaría así, corriendo y haciendo en dos semanas lo que uno debería hacer mínimo en dos meses. Aún no sé cuál será el desenlace de todo esto, pero de tanto en tanto me acampaña algo de paz, y prefiero no cuestinarlo demasiado porque es lo que necesito para seguir y enfrentar lo que venga, que fácil no se ve.

lunes, julio 15

Podría unir mi vida uniendo casualidades

Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases.

Me han arruinado muchas películas, pero no ésta, sigue siendo una favorita incondicional.

Algún día voy a aprender que puedo estar tranquila, que puedo confiar. Dios aprieta, pero no ahorca. Sólo hay que tener paciencia, y trabajar duro y constantemente, que los cambios y las oportunidades llegan cuando menos uno se lo espera. Así que aquí voy una vez más, de vuelta a las andadas, versión turbo.
Me impresiona cómo a veces una simple remota posibilidad pueda llenarnos de tanta esperanza.
Sé que suena cursi pero es cierto: me encanta que la vida me sorprenda (con cosas buenas, obviamente).

lunes, julio 1

A room of one's own

Me desvelé otra vez editando tablas de resultados, ésta ha sido mi actividad constante en los fines de semana del último mes. Esta vez fue mi culpa porque de haber sido más organizada pude haberlas hecho durante la semana en vez de aventarme tal maratón, pero bueno... Entre las tantas crisis existenciales por las que últimamente atravieso, de vez en cuando me pregunto cómo es que después de tantos años sigo enfrascada en las mismas tediosas tareas de siempre, aunque a veces pienso que quizá es porque de alguna manera lo disfruto. En fin...

La película de Sex and the City 2 termina con una imagen de Charlotte pasando algo de tiempo libre en el antiguo departamento de Carrie; acorde a la historia de la película, ese lugar ahora se usa para quienes necesitan desconectarse de su vida diaria. Más o menos así me siento hoy, después de un fin de semana encerrada, aunque también tiene mucho que ver el que estemos a más de 40°C y nuestro sistema de ventilación no funciona cuando hay humedad en el ambiente... ¿había ya mencionado lo mucho que me pone feliz estar de vuelta en Arizona? Qué mal que tenga que ser en pleno verano.

Mi lugar de huída, sin embargo, no es un departamento mono, sino la biblioteca, donde el aire acondicionado es gratis, el silencio abunda y con un poco de suerte puedo conseguir una mesa en mi área favorita, que es frente al ventanal con vista a las montañas de Santa Catalina. Qué maravilla tener una mesa a la altura ideal, y sillas que son cómodas después de varias horas. Así sí da gusto trabajar. Qué mal que ahora la biblioteca de medicina haya seguido los pasos de la de la escuela de leyes y que ahora restrinjan su uso sólo a sus estudiantes. Por hoy logré colarme, pero me temo que ahora sólo podré recluirme en la biblioteca central, que también me gusta mucho, pero no tanto. Qué triste.

De cualquier manera, ahora estamos a punto de mudarnos, y comenzar la aventura de ser homeless, en el sentido de que aunque tendremos un lugar dónde vivir, será de manera temporal en una casa que es prestada por unos meses con beneficio mutuo entre las partes involucradas. Sí, este mes será tan doloroso (en contraposición a cómodo) como "emocionante", nomás tratando de cubrir con eufemismos nuestra incierta realidad. Tratando de poner fin a este proyecto de vida que he querido botar más de una vez, y tratando de mantener mi alma en paz, a pesar de que cada vez que envío un paquete de aplicación para un trabajo siento como una pequeña parte de mí como que muere. Sip, ésta es una de esas temporadas en las que lo único que queda es no mover el dedo del renglón (o sea, a seguir trabajando sin parar) y aferrarse al poder que sólo es posible encontrar en la fe de que al ponernos en sus manos, Dios provee.

Sean felices. Tengan días buenos.

viernes, junio 7

Uno se da cuenta que es estudiante de posgrado en la treintena cuando va a una fiesta, se consume alcohol, y luego se vuelve a casa a seguir trabajando. ¿Qué es lo que lo hace relevante para ser (i) estudiante de posgrado y (ii) en la treintena? Que la mencionada fiesta sea lo que antes se conocía como una simple cena a la que va mucha gente, que el consumo de alcohol es una fracción de lo que se consumía en otros tiempos mozos, y que la vuelta a casa sea a las 9:30pm. La desmadrugada difícilmente es opcional: hay que recuperar el tiempo perdido, y por lo menos la edición de las tablas deben quedar ya hoy (mientras el sol aún no esté en todo su esplendor y uno no haya consumido la primera taza de café, el mañana no cuenta como un nuevo día).

*

La querida madre nuestra se aferra a la vida, sugiriendo que a ella la probabilidad le hace los mandados. Viva viva :)

domingo, junio 2

mimetizar

Recientemente he descubierto que cada vez que se enferma mi madre, a mi cuerpo le da por mimetizar algunos de sus síntomas, cuando no acabo yo con la misma dolencia. Estos últimos días, pendiente de los avances ahora que está, una vez más, en el hospital, no he podido dejar de darle vueltas a todos estos pensamientos que aunque intento evitar, no me dejan. Mi lógica me recuerda que desde hace cuatro años cada vez que pasamos por algo así puede que sea la última vez que enfrentemos esto, porque hemos agotado nuestras posibilidades y esto es ya el fin. Esa lógica me pone alerta e intenta prepararme para lo peor. Sufro y lloro. Pero trato de seguir con lo que tengo que hacer, aunque esta culpa me taladre, por no estar ahí, con ella. Nuestra lógica nos dice que uno se debe alarmar sólo cuando haya motivos para ello, y por mientras uno espera, así tal cual, a la expectativa de lo mejor y de lo peor simultáneamente. A pesar de que sea una de las personas con las que más discuto y con las que más discrepo, no quiero, ni estoy lista, para perder a mi madre todavía. No es cuestión de edad ni de perfecta compatibilidad de caracteres pero, en muchas historias, nunca es fácil prepararse para un último adiós. Y mientras pienso en esto me convenzo que ésta no será, aún, tal ocasión.

miércoles, mayo 15

Invisible

Qué terrible es que el reflector le esté apuntando a una cuando lo único que una quiere es ser la mujer invisible.

martes, mayo 14

:)

Algún día Will va a dominar el español, y entonces quizá entre a leer esto y va a decir algo así como "awwww, ternurita" (sin el sentido despectivo con el que ahora mucha gente usa esa frase), pero quizá aunque pueda leer todas mis burradas ni le va a interesar hacerlo porque al final de cuentas él ya se sabe bien la historia de mi vida y me presta sus oídos y su corazón todas las noches para ser confidente de casi toda idea y suceso que pasan en mi mente y en mi día y en la pequeña burbuja que hago de mi mundo. Pero igual vengo aquí a dejar constancia del maravilloso hombre que es mi esposo, y de que si bien viví 28 años sin él, mi vida con él es mucho más divertida, ordenada, plena, con menos miedos, más paz, más seguridad y un largo etcétera. Mi vida no tiene más certidumbres (muy probablemente todo lo contrario) ni se ha hecho más fácil, pero cada desafío es menos difícil de sobrellevar sabiendo que tengo su apoyo, su carácter calmo, su dulce sonrisa, su forma de decir las cosas de la manera correcta y su correctísimo uso del lenguaje y su forma de escribir (tan a la mano cuando a mí me faltan las palabras y tengo que cuidar las formas). Me siento muy feliz de tener un compañero como él, y son este tipo de razones (a pesar de cualquier adversidad que la vida traiga) por las que vale la pena vivir y enfrentar las penas que conlleva la existencia. ¡Cuánta razón tenía el papá de Juno!
Es hora de volver a trabajar, y a lidiar con las penas ésas a las que me refiero, pero era hora de mis cinco minutos, y me despido deseándoles días llenos de razones para ser felices.

jueves, mayo 9

.

Will se fue hoy, después de pasar 2 semanas compartiendo conmigo en esta mitad de nuestra vivienda -temporalmente en otro estado. Tres semanas más y regresa, esta vez para cerrar este capítulo de nuestras vidas juntos-pero-separados y para ayudarme en el tránsito de vuelta al desierto. Qué rápido parece pasar el tiempo, pero no. A pesar de lo difícil de la separación, voy a recordar estos meses como una gran experiencia, y voy a extrañar esta ciudad terriblemente. Y no me importa lo que diga el señor banquero que dijo que yo no estaba aprovechando mi tiempo aquí. A lo mejor no soy la persona más eficiente haciendo networking y coautoreando cosas con la gente a mi alrededor, pero me llevo otras cosas que para mí importan mucho. Como un cúmulo de relaciones con gente que en otras circunstancias no hubiese tenido la oportunidad de conocer y que me han enseñado que se puede ser un académico en toda la extensión de la palabra y hacer cosas creativas y artísticas y revolucionarias, y que además soy más tecnicista y fundamentalista como economista de lo que yo creía. Me llevo también mejores hábitos alimenticios y de ejercicios, porque no hay que ningunear los progresos que me han movido de mi status de ser una couch potato. Aquí también fue mi primera experiencia buscando una iglesia por mi cuenta, y después de varios meses fui bendecida al encontrar una comunidad joven pero muy fuerte en su fe y que me ha fortalecido en mi camino con el Señor (además de disfrutar como pocas cosas su instrumentación de música folk en el servicio dominical). Me alegra pensar que cuando veamos hacia atrás, Will y yo vamos a recordar estos días como uno de nuestros primeros retos como matrimonio, pero también como uno que nos fortaleció y nos llevó a ser más eficientes y creativos en la forma de mantener nuestra comunicación y nuestros vínculos; una experiencia que nos permitió estar más cerca de nuestra familia, de reencontrarnos con viejos amigos que no habíamos visto en años (de Tijuana hasta Long Beach), y de vivir una ciudad que fuimos descubriendo y disfrutando juntos.
Sólo unas cuantas semanas más, en donde hay que cerrar ciclos, esperando con fe (aunque también con muchísima ansiedad) tener noticia de cuál será nuestro siguiente paso, y por lo pronto preparándose para la defensa que llevará al cierre de este otro ciclo, aún cuando me pese que este verano una vez más no podré estar en casa para celebrar de los acontecimientos importantes de mucha gente a la que quiero. Pero la vida ahí tiene sus subidas y bajadas, ¿no? Y uno tiene que hacer lo que tiene que hacer.

Sean felices. Tengan días buenos.

jueves, abril 18

Arrrooozzzzz

Algo tiene de noble y bello un buen arroz. Y es que es todo un arte hacer un buen arroz. Firme, pero esponjosito. Que no se pegue ni se bata. Que tenga un buen balance de sabor y un buen aroma. Podrá haber muchas comidas finas y complicadas, pero la belleza del arroz radica en su delicada sencillez. El arroz es uno de mis alimentos favoritos, y uno de los que ya cada vez como menos, por aquello de los carbohidratos y porque mi arroz favorito es la variedad de Basmati, y no el arroz integral que es al menos más sano, así que lo consumo menos, pero lo disfruto más.
Hay varios arroces memorables para mí. El de una señora en Tepletixpa hace muchísimos años que sabía a gloria, una vez que con la familia de Sonia nos invitaron a comer. Arroz rojo con verduras hecho en cazuelas de barro, y acompañado de pollo entomatado con flores rojas. El de la esposa de Y. hace casi cinco años, en una cena para celebrar el fin del Ramadán. Era un arroz con un tenue color amarillo, y súper aromático, con buen cuerpo, firme. No podía dejar de comerlo, a pesar de que había muchísima comida, y todo delicioso. Yo era la única mujer en el grupo de invitados, y la esposa de Y. no hablaba nada de inglés, así que se quedó todo el tiempo en la cocina sin que Y. hiciera algo por integrarla. Finalmente me acerqué a ella, sin saber que ella sólo hablaba bengali, para preguntarle sobre su receta del arroz, pero ella no quería hablar conmigo. Finalmente Y. intervino y fungió como traductor. El ingrediente secreto era comino en polvo, y algo más que no supimos traducir. Al final Y. nos dijo que teníamos que llevarnos la comida restante a casa, el trabajo de casi una semana entera cocinando, pero por alguna razón no nos estuvo permitido llevarnos arroz.
Mi arroz favorito muy probablemente es el que hacía mi mamá antes, arroz rojo a base de 3 cucharadas de puré de tomate Del Fuerte y dos-o-tres dientes de ajo recién machacados en el molcajete, con zanahorias en cuadritos y chícharos recién desenvainados. El secreto es el ajo recién machacado con un poquito de agua para limpiar el molcajete y del molcajete directo al cazo. Fue así como a los ocho años me quemé las manos con el vapor producido (y porque el molcajete era tan pesado que no podía nada más tirarlo así en el piso al instante), y la razón por la que a partir de entonces me negué rotundamente a hacer arroz de nuevo (dos cosas a las que me negué rotundamente desde temprana edad: hacer arroz e ir por cervezas para mi papá). Pasaron 13 años para que volviera a hacer arroz, y no fue sino producto de la necesidad, estando trabajando en Pamal-Navil y teniendo que alimentar a un grupo de 8 personas. Desde entonces mis arroces son casi producto del azar: a veces salen bien y a veces salen mal, pero siempre me siento con ánimos de celebración cuando el arroz sale bien. Mi mamá, quien me enseñó a hacer arroz nomás siguiéndola en la cocina (porque es de esas mujeres que pueden funcionar y cocinar sin necesidad de instrucciones ni mediciones, así nada más con el puro instinto), ahora ha dejado todo su fundamentalismo culinario (de todo natural, hecho en casa, etc.) para rendirse a las "comodidades de la vida moderna", y por tanto ahora usa unos cubos sazonadores de Knorr para hacer arroz rojo. Esa ha sido una de las traiciones más decepcionantes de mi corta e intrascendente vida. Finalmente llegamos a un acuerdo, y al menos cuando yo estoy ahí el arroz se vuelve blanco para evitar mis quejas sobre el uso del supuesto sazonador. Pero eso sí: con zanahoria recién cortada y chícharo recién desenvainado.
Pequeños placeres de la vida (y memorias que vienen a la cabeza de esta mujer loca que tiende a encontrar tiempo para lavar los trastes y preparar la comida del día siguiente a principios de la madrugada).

Sean felices. Tengan días buenos.

lunes, abril 8

reminiscencias de saudade

Estaba pensando en las tribulaciones del día, de la semana, de los meses por venir... dando vueltas a lo doloroso que me resulta vivir tan lejos de la gente a la que amo, dándome de topes para organizar todo el trabajo que se está acumulando en las listas de cosas por hacer que no termino, esperando respuestas, esperando siempre... y sintiéndome envuelta en la atmósfera de antes, con la computadora, la habitación a oscuras y sólo la tenue iluminación de la lámpara de mesa (¡con base en forma de jirafa!), he vuelto a encontrarme con Pessoa y algunas de sus letras que me gustan tanto. Aquí el souvenir de hace cuatro años.

domingo, marzo 3

De Estrellas de los noventa y El espacio de cositas

Cuando estaba más chica veía ese programa con mi tía Malena. No sé qué tan certero sea, pero creo que recuerdo que el refresco Fanta los patrocinaba, y ése es el tipo de cosas que recuerdo particularmente porque nosotros no teníamos Fanta en Tampico (teníamos -y aún tenemos- Escuis, creación y orgullo regional).
Dejando de lado el programa ése, el título viene a colación porque hoy que es sábado y al parecer ni yo ni ninguno de mis vecinos trabaja, y no puedo evitar sentir que este edificio de diez departamentos cumple la premicia básica de una serie típica de los noventa dirigida a veinte/treintañeros: Melrose Place.
Tenemos a oficinistas, entrenadores de gimnasio, meseras, gays, parejas casadas o viviendo juntas, amigos compartiendo piso, no uno sino dos aficionados a tocar el saxofón, y gente viviendo con perros. No sé a qué se dediquen todos en realidad, pues aunque a todos los conozco (obviamente no porque yo llegué a presentarme, sino porque Will es súper amigable y saluda a todo mundo) no sé detalles de sus vidas. Sólo sé que los sábados hay que rezar para que nuestra única lavadora y secadora esté libre y pueda usarla, y para que mi bestial vecino de arriba no haga más ruido del tolerable. Fuera de eso es la típica dinámica de la gente un sábado: ir al súper, abrir las cortinas y ventanas, lavar la ropa, vestirse en fachas, dejar a los perros afuera, y tener todos los coches en el estacionamiento (un gran contraste con nuestro departamento en Tucson, donde el estacionamiento está totalmente vacío durante los fines de semana).
Mi rutina de los sábados generalmente consiste en levantarme tarde (más últimamente que no puedo dormir por trabajo o por insomnio), limpiar un poco, cocinar para la semana y teminar algún proyecto de costura. Sí, mi reto de esta parte del año ha sido aprender a coser a máquina y ha sido no sólo un gran pasatiempo, es súper relajante y lo mejor es que al final obtengo algo útil que puedo usar o regalar. A mí me gustan las cosas prácticas y útiles. Es la razón por la que no me gusta hornear pasteles y galletas tanto como me gusta cocinar cosas que vamos a comer y nos van a nutrir por días, y creo que también es la razón por la que prefiero coser a bordar o tejer.
A mí me da risa que después de pasar toda mi infancia y adolescencia renegando de ser una niña bien y aniñada, vistiéndose de rosa o con vestidos y haciendo cosas bonitas, odiando con todas mis fuerzas las idas a las tiendas de telas (en Tampico le decimos ir a Parisina, cuando en el DF le dicen ir a La Parisina) tanto como tener que acompañar a mi papá al taller mecánico cada vez que nuestro volchito amarillo del '87 se descomponía, y sin comprender la necesidad de mi mamá por hacer manualidades... pues nada que eso es justamente lo que me gusta hacer ahora.  Me encanta el color rosa (siempre que sea el tono adecuado), me encanta usar faldas y vestidos (pero no calzar tacones) y me encanta hacer cosas para la casa (sí, supongo que también ya me estoy convirtiendo en señora).
El miércoles pasado presenté mi trabajo en un seminario abierto al público y anunciado en toda la universidad. Fue un evento que me tenía súper nerviosa y muerta de miedo, pues la persona que comentó mi trabajo es un economista experto en el tema y una de las razones por las que quise venir aquí. Al economista experto en el tema le gustó mi trabajo y reconoció las peripecias que he hecho para defender que vale la pena mi análisis, me dio sugerencias para mejorarlo, y tantas ideas que básicamente puedo escribir unos dos o tres papers más, si es que alguna vez termino éste, y eso fue una gran satisfacción personal. Pero no miento al decir que muy probablemente, esa satisfacción compite fuertemente con el sentimiento de logro que tengo cada vez que termino un proyecto en la máquina de coser :)
Y aquí es donde esa magia ocurre los fines de semana (mesa plegable abandonada en un garage que funge como comedor, escritorio y mesa de coser y planchar, según el caso):


Sean felices. Tengan días buenos.

viernes, marzo 1

foreveando

Mi amiga Lu, que es argentina -pero muy mexicana, decía de los mexicanos que somos raros por aquello de que a pesar de tener treinta/cuarentaytantos años somos fieles a los gustos musicales de nuestra adolescencia, a propósito del hecho de que una buena boda que se respete de haber sido una buena fiesta (independientmente del presupuesto) debe haber incluído música de Timbiriche, Menudo y todas esas maravillas del pop en español de los '80 y '90, y esta conversación salió por aquello del concierto del reencuentro de Timbiriche hace algunos años (y ahora hasta me entero que Sasha, Benny y Erick armaron un trío y cantan juntos... qué cosas). Me declaro culpable de esa aseveración y aún peor: cuando estoy trabajando editando interminables bases de datos o tablas y mi cerebro pide tregua, me encanta escuchar de todo: pop/rock de adolescencia, incluyendo los primeros discos de Maná/Molotov y cosas de ésas, mezclado con cumbias, Selenareinadeltexmex y banda. Pero hoy lo que me duele mucho es que queriendo recordar canciones que me gustaban en la secundaria, específicamente Caifanes/Jaguares, recurrí a un disco que conseguí hace algún tiempo de recopilación de Jaguares, y escuchándolo me cae el veinte de que los años no pasan en vano y que hasta duele aferrarse al hecho de que las cosas cambian. Duele escuchar la otrora gran voz (al menos para mí) de Saúl Hernández casi desaparecer al forzarla tanto para cantar lo que ya no puede, o encontrarse con ese horrible saxofón en esa versión que hacen de Viento. Triste ¿no?
Por algo todo ha de tener su momento y es dejarlo mejor así, qué necesidad de andar revolviendo cosas del pasado. Creo.

lunes, enero 21

Ventanas

Pónganme a lado de una ventana, de hecho, de un gran ventanal, y me pongo a trabajar de la forma más productiva e inspirada posible. Quizá tengo complejo de oso panda y me gusta estar filtrada tras el cristal, no sé, pero de verdad me gusta estar así. A pesar de tener una linda oficina con una buena ventana, no es así como que la mejor de las vistas (aunque quizá debería llevar una que otra plantita para acompañar, ahora que lo pienso); y pese a que la sala de mi casa está muy bien iluminada, mi escandaloso y neurótico vecino no me permite disfrutar de horas continuas de paz.

Mi lugar favorito para trabajar por casi cinco años en el CIDE era justo en una sala de la biblioteca a lado de una ventana que daba a las jardineras de la entrada de administración pública. Hoy creo que ese lugar ya lo han hecho oficinas y la nueva biblioteca está súper moderna y con muchas ventanas también. Y mi lugar favorito para estudiar era definitivamente el primer piso de la biblioteca central de la UNAM, aunque ahí había que llegar temprano para encontrar mesa, aunque éstas eran tan grandes que no me importaba tener que compartir de vez en cuando.

Yo nunca he sido de trabajar en cafés, aunque como a Will sí le gusta me he ido acostumbrando, pero los dos somos muy particulares con las cosas que sí nos gustan. Nuestro lugar favorito es CE en Tucson, y no me importa que haya gente que diga que el café no es bueno. A mí me parece muy decente, la gente que atiende es súper buena onda, incluyendo el tipo hipster, los frapuchinos son mil veces mejores que los de Starbucks, el internet es gratis, hay muchas mesas en las que uno puede pasar todo el día y sí, no hay paredes sino grandes ventanales con vista parcial a las montañas de las Catalinas. Es uno de los lugares que más extraño.

Hoy que es día feriado y dado que mi vecino se ha puesto más escandoloso de lo normal, he buscado el exilio en un Starbucks... Ayer también lo hice y lo sufrí un poco, pero hoy intenté en otro no tan lleno y conseguí asiento a lado de un ventanal. Veo a toda la gente pasar, caminar, encontrarse con otra gente, dos que tres árboles y tanto movimiento que casi puedo perdonar la mala selección musical. Oh, combinación perfecta para trabajar. Así que es hora de empezar :)

viernes, enero 18

La primera vez que fui al cine sola fue durante mi primer semestre de la licenciatura. No recuerdo la película, sólo que era un viernes y que esa noche salía a Tampico. Tenía toda la tarde libre y ya no me podía concentrar en nada, así que necesitaba matar tiempo. En ese entonces vivía en Cuajimalpa y el único cine cerca era el del centro comercial Santa Fe. Cómo odio ese lugar, por cierto. La función era a las tres. También lo recuerdo porque a partir de entonces la agarré de irme al cine antes de tomar mi ADO. Pero esa primera vez fue bastante incómoda, me sentía lo que hoy llaman "una loser", y me sentía súper sola (de las cosas que agobian a uno a los 18 años...). Sin embargo, una vez pasada esa primera experiencia, me hice inmune a ser de las pocas personas solas en una sala llena de grupos y parejas (con excepción de la vez que fui a ver Bridget Jones 2 y había que hacer fila para entrar a la sala y como les había puesto salsa a mis palomitas me las tuve que comer parada en la fila...).

Todo esto para decir que hace mucho que ya no me molesta ir sola al cine, sino todo lo contrario. Hoy fue una de esas veces en que me emocionaba ir a ver una película que solo yo quisiera ver y sentarme a mis anchas a disfrutar yo sola de mi bolsa de palomitas. Dejé temprano la oficina y pensaba ir a correr, pero después recordé que podía alcanzar el early bird deal en el cine que está cerca de mi casa. Un cine súper lindo que me hizo figurarme lo que quizá el extinto Plaza Condesa hubiese lucido en sus mejores años. ¡Palomitas con mantequilla de verdad! Oh, eso sí que es un lujo (razón por la que he de salir a correr mañana sin falta), y una sala casi vacía. Pequeños placeres de la vida. En los últimos cuatro años he vivido en lugares que me quedan lo suficientemente cerca de pequeños cines independientes para poder ir caminando. Una cosa más para poner en mi wish list de características que quiero para cuando nos mudemos a un lugar estable.

jueves, enero 17

Gratis

Es el título de la canción que me hizo cantar otra vez, después de no canturrear por un buen rato así de forma espontánea como me sale y como me gusta (sip, soy de esas personas que canturrean en la regadera y cuando oyen una canción mientras trabajan y que si no les diera tanta pena cantaría también mientras camino).
Hacía muchísimo que no escuchaba a Babasónicos y hoy a falta de inspiración auditiva (a veces no hallo el right mood para coordinar música y actividades) los elegí casi al azar. Esa canción, Gratis, no sé porqué me gusta tanto pero hasta me da cierta paz; algo parecido a lo que siento con Yoshimi battles the pink robots, de The Flaming Lips (aunque ésa es un poquito más melancolicona).

Ayer me topé con un escrito ajeno súper pusilánime de hace varios años y lo que más me aterró es verme reflejada en ciertos pensamientos de auto conmiseración. Oh, pero yo no me voy a dejar caer de esa manera. En el mismo día también vi una plática de TED y leí un capítulo de mi novela en donde, en situaciones totalmente distintas, se hablaba de la esperanza con la fuerza más grande que nos mantiene vivos en las peores circunstancias. Yo a veces siento que pierdo casi toda esperanza, pero tengo la gran bendición de creer en un Dios que me ama y es mi fuente de esperanza y de fe, quien me rodea de gente amorosa que cree en mí cuando yo no veo ni para dónde. Espero que esto de verdad no suene arrogante, porque es todo lo contrario.
Por el momento sólo tengo un plan de trabajo que espero lograr, un par de puertas como que parecen querer abrirse pero sin garantía de nada (y es increíble el poder reparador que tiene el saber que existe por lo menos una remota posibilidad), y la determinación de terminar y empezar ciclos. Eso me hace sentir bien.

Después de un mes maravilloso a lado de mi marido y dos semanas con casa llena y yendo de un lugar a otro, estoy de vuelta a la que ha sido mi rutina en los últimos meses, acompañada de mis recuerdos, mis plantitas, una lista de pendientes por hacer y un montón de amor que me llega a pesar de la distancia. Y no me puedo quejar :)

Sean felices. Tengan días buenos.