Algún día Will va a dominar el español, y entonces quizá entre a leer esto y va a decir algo así como "awwww, ternurita" (sin el sentido despectivo con el que ahora mucha gente usa esa frase), pero quizá aunque pueda leer todas mis burradas ni le va a interesar hacerlo porque al final de cuentas él ya se sabe bien la historia de mi vida y me presta sus oídos y su corazón todas las noches para ser confidente de casi toda idea y suceso que pasan en mi mente y en mi día y en la pequeña burbuja que hago de mi mundo. Pero igual vengo aquí a dejar constancia del maravilloso hombre que es mi esposo, y de que si bien viví 28 años sin él, mi vida con él es mucho más divertida, ordenada, plena, con menos miedos, más paz, más seguridad y un largo etcétera. Mi vida no tiene más certidumbres (muy probablemente todo lo contrario) ni se ha hecho más fácil, pero cada desafío es menos difícil de sobrellevar sabiendo que tengo su apoyo, su carácter calmo, su dulce sonrisa, su forma de decir las cosas de la manera correcta y su correctísimo uso del lenguaje y su forma de escribir (tan a la mano cuando a mí me faltan las palabras y tengo que cuidar las formas). Me siento muy feliz de tener un compañero como él, y son este tipo de razones (a pesar de cualquier adversidad que la vida traiga) por las que vale la pena vivir y enfrentar las penas que conlleva la existencia. ¡Cuánta razón tenía el papá de Juno!
Es hora de volver a trabajar, y a lidiar con las penas ésas a las que me refiero, pero era hora de mis cinco minutos, y me despido deseándoles días llenos de razones para ser felices.
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