Vivo de esperanza en esperanza. En serio. No hay otra forma de sobrevivir estos días. Uno trabaja por muchos años para lograr terminar esto, lleno de complejos e inseguridades, pero esperando ver la luz al final del túnel; esperando que algo bueno, algo mejor ocurra al final de este tramo de la vida. Es difícil no sonar cursi y llena de clichés, argh. Y es feo que las cosas no se vean muy claras al final. Así que sólo queda vivir un día a la vez, seguir tocando puertas, seguir teniendo fe. Todos los días una puerta u otra se cierra, pero cada tercer día parece querer abrirse una ventana. Lo bueno de creer que esta vida no es lineal, y que la razón de esta vida va más allá de mi limitada visión, es que entonces se puede vivir durante estos días con la perspectiva de que todo tiene su razón de ser y se acomodará en su momento. Que es difícil tener paciencia, lo es. Que es difícil seguir trabajando y cuestionando casi todo, oh, sí, lo más. Bien decía mi abuelo que la necesidad es la madre de la creatividad. Así que estos tiempos son pa ponerse creativos. Pero nadie dijo que esta vida es fácil ni que venimos a ser felices todo el tiempo ni que a todos la vida nos viene servida en bandeja de plata. Y al final del día, cuando en verdad abrimos nuestro corazón y lo sinceramos, nos damos cuenta que en realidad tenemos muchísimas cosas más por las cuales estar agradecidos.
Así que aquí seguimos.
Sean felices, tengan días buenos.
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