lunes, enero 21

Ventanas

Pónganme a lado de una ventana, de hecho, de un gran ventanal, y me pongo a trabajar de la forma más productiva e inspirada posible. Quizá tengo complejo de oso panda y me gusta estar filtrada tras el cristal, no sé, pero de verdad me gusta estar así. A pesar de tener una linda oficina con una buena ventana, no es así como que la mejor de las vistas (aunque quizá debería llevar una que otra plantita para acompañar, ahora que lo pienso); y pese a que la sala de mi casa está muy bien iluminada, mi escandaloso y neurótico vecino no me permite disfrutar de horas continuas de paz.

Mi lugar favorito para trabajar por casi cinco años en el CIDE era justo en una sala de la biblioteca a lado de una ventana que daba a las jardineras de la entrada de administración pública. Hoy creo que ese lugar ya lo han hecho oficinas y la nueva biblioteca está súper moderna y con muchas ventanas también. Y mi lugar favorito para estudiar era definitivamente el primer piso de la biblioteca central de la UNAM, aunque ahí había que llegar temprano para encontrar mesa, aunque éstas eran tan grandes que no me importaba tener que compartir de vez en cuando.

Yo nunca he sido de trabajar en cafés, aunque como a Will sí le gusta me he ido acostumbrando, pero los dos somos muy particulares con las cosas que sí nos gustan. Nuestro lugar favorito es CE en Tucson, y no me importa que haya gente que diga que el café no es bueno. A mí me parece muy decente, la gente que atiende es súper buena onda, incluyendo el tipo hipster, los frapuchinos son mil veces mejores que los de Starbucks, el internet es gratis, hay muchas mesas en las que uno puede pasar todo el día y sí, no hay paredes sino grandes ventanales con vista parcial a las montañas de las Catalinas. Es uno de los lugares que más extraño.

Hoy que es día feriado y dado que mi vecino se ha puesto más escandoloso de lo normal, he buscado el exilio en un Starbucks... Ayer también lo hice y lo sufrí un poco, pero hoy intenté en otro no tan lleno y conseguí asiento a lado de un ventanal. Veo a toda la gente pasar, caminar, encontrarse con otra gente, dos que tres árboles y tanto movimiento que casi puedo perdonar la mala selección musical. Oh, combinación perfecta para trabajar. Así que es hora de empezar :)

viernes, enero 18

La primera vez que fui al cine sola fue durante mi primer semestre de la licenciatura. No recuerdo la película, sólo que era un viernes y que esa noche salía a Tampico. Tenía toda la tarde libre y ya no me podía concentrar en nada, así que necesitaba matar tiempo. En ese entonces vivía en Cuajimalpa y el único cine cerca era el del centro comercial Santa Fe. Cómo odio ese lugar, por cierto. La función era a las tres. También lo recuerdo porque a partir de entonces la agarré de irme al cine antes de tomar mi ADO. Pero esa primera vez fue bastante incómoda, me sentía lo que hoy llaman "una loser", y me sentía súper sola (de las cosas que agobian a uno a los 18 años...). Sin embargo, una vez pasada esa primera experiencia, me hice inmune a ser de las pocas personas solas en una sala llena de grupos y parejas (con excepción de la vez que fui a ver Bridget Jones 2 y había que hacer fila para entrar a la sala y como les había puesto salsa a mis palomitas me las tuve que comer parada en la fila...).

Todo esto para decir que hace mucho que ya no me molesta ir sola al cine, sino todo lo contrario. Hoy fue una de esas veces en que me emocionaba ir a ver una película que solo yo quisiera ver y sentarme a mis anchas a disfrutar yo sola de mi bolsa de palomitas. Dejé temprano la oficina y pensaba ir a correr, pero después recordé que podía alcanzar el early bird deal en el cine que está cerca de mi casa. Un cine súper lindo que me hizo figurarme lo que quizá el extinto Plaza Condesa hubiese lucido en sus mejores años. ¡Palomitas con mantequilla de verdad! Oh, eso sí que es un lujo (razón por la que he de salir a correr mañana sin falta), y una sala casi vacía. Pequeños placeres de la vida. En los últimos cuatro años he vivido en lugares que me quedan lo suficientemente cerca de pequeños cines independientes para poder ir caminando. Una cosa más para poner en mi wish list de características que quiero para cuando nos mudemos a un lugar estable.

jueves, enero 17

Gratis

Es el título de la canción que me hizo cantar otra vez, después de no canturrear por un buen rato así de forma espontánea como me sale y como me gusta (sip, soy de esas personas que canturrean en la regadera y cuando oyen una canción mientras trabajan y que si no les diera tanta pena cantaría también mientras camino).
Hacía muchísimo que no escuchaba a Babasónicos y hoy a falta de inspiración auditiva (a veces no hallo el right mood para coordinar música y actividades) los elegí casi al azar. Esa canción, Gratis, no sé porqué me gusta tanto pero hasta me da cierta paz; algo parecido a lo que siento con Yoshimi battles the pink robots, de The Flaming Lips (aunque ésa es un poquito más melancolicona).

Ayer me topé con un escrito ajeno súper pusilánime de hace varios años y lo que más me aterró es verme reflejada en ciertos pensamientos de auto conmiseración. Oh, pero yo no me voy a dejar caer de esa manera. En el mismo día también vi una plática de TED y leí un capítulo de mi novela en donde, en situaciones totalmente distintas, se hablaba de la esperanza con la fuerza más grande que nos mantiene vivos en las peores circunstancias. Yo a veces siento que pierdo casi toda esperanza, pero tengo la gran bendición de creer en un Dios que me ama y es mi fuente de esperanza y de fe, quien me rodea de gente amorosa que cree en mí cuando yo no veo ni para dónde. Espero que esto de verdad no suene arrogante, porque es todo lo contrario.
Por el momento sólo tengo un plan de trabajo que espero lograr, un par de puertas como que parecen querer abrirse pero sin garantía de nada (y es increíble el poder reparador que tiene el saber que existe por lo menos una remota posibilidad), y la determinación de terminar y empezar ciclos. Eso me hace sentir bien.

Después de un mes maravilloso a lado de mi marido y dos semanas con casa llena y yendo de un lugar a otro, estoy de vuelta a la que ha sido mi rutina en los últimos meses, acompañada de mis recuerdos, mis plantitas, una lista de pendientes por hacer y un montón de amor que me llega a pesar de la distancia. Y no me puedo quejar :)

Sean felices. Tengan días buenos.