Estúpidos polinomios y estúpidas expansiones de Taylor... hacía años que no me ponía a desarrollarlas y es una reverenda mamada que "nomás para practicar" nos pongan funciones con tres variables, con exponenciales y cocientes... En fin, gajes del oficio. No debería quejarme, pero es que son las 2:30am, acabo de terminar mi tarea y todavía debo tratar de hacer unos ejercicios para mi review session de mañana. Tengo examen de mates el viernes. Ugh! :(
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Algunas cosas que anoté en mi libretita de pendientes ayer que estaba haciendo tarea pero que ya había apagado la compu:
Resolver teoremas, demostrarlos, sentir que te estás acercando a la respuesta, oler casi que tienes la solución en la frente... es emocionante y desesperante a la vez. Me recuerda a la expectativa y la tensión que sentía cuando jugaba ajedrez. Aprendí con Vicente y JCR hace varios años. JCR daba un taller, ahí lo conocí, como un año antes de que me diera clases y como dos años antes de que nos topáramos y comenzáramos a hablar de literatura inglesa. Por alguna razón, pese a ser la única mujer en el grupo, y a pesar de su misoginia, JCR me respetaba. En la última sesión de su tallercito, derroté a uno de sus mejores alumnos y por unos 15 minutos o una semana eso me hizo de cierta fama. Un día, en una partida de ocio entre R y yo, se reunió mucha gente alrededor y eso me turbó. No podía concentrarme y la gente estaba a la expectativa, esperaba demasiado, querían ver sangre y yo sólo estaba tratando de practicar. El único buen recuerdo que me queda de R fue de esa vez, que se dio cuenta que la cosa se estaba poniendo incómoda y acordamos dejar inconclusa la partida. Nunca más volví a jugar ajedrez, no sé bien por qué, aunque me gusta ver cómo lo hacen otras personas. Ah, sí, pero todo esto empezó por lo de los teoremas...
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El otro día que salió el estudio de que el chocolate da más placer que los besos me quedé pensando. Yo no lo creo, prefiero mil veces un buen beso al mejor de los chocolates. Quizá lo único medianamente comparable, al menos para mí, es el helado häagen-dazs de chocolate. Uy! sí que pierdo la cabeza. Hasta cierro mis ojitos de la emoción. Qué sensación tan más placentera. Y bueno, también resulta que ese helado, la marca y el sabor, lo sigo vinculando a una época y a una persona que guardo aún especialmente en el corazón. Pero como dijo la nana Goya, ésa es otra historia.
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