jueves, agosto 23

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mi último día de trabajo como asistente de investigación hace casi 2 meses fue más o menos así:

Llegué temprano para terminar de organizar las carpetas y el reporte que entregaría sobre las tareas realizadas. Oficialmente sólo trabajaría hasta el 29 de junio pero el gandallazo de mi jefe se quiso cobrar los dos días que falté para arreglar lo de mi visa y la beca y tuve que ir todavía el lunes 2 de julio. Tuvimos una junta a las 9am y habiendo cerrado los pendientes me despedí de mi jefe y su esposa, que era también como mi jefa. Quedamos en ir a comer cuando volviera a México para Navidad. Volví a mi trinchera de trabajo para dejar la compu limpia de mis archivos y regresé a la sala de profesores para tomarme un café de despedida con Don José. Volví a mi cuchitril por mis cosas y se armó un merequetengue porque no había desinstalado el Gtalk, mi jefe estaba usando la computadora en ese momento y estaban llegando mensajes de Paco y de mi hermano, razón por la que mi jefe se molestó y estuvo a punto de mandar bloquear los sistemas de mensajería de todas las compus de la facultad menor. En fin. A lo que quiero llegar en realidad es que antes de irme tuve dos de esas pláticas padre-hijo/investigador-asistentequesevaaldoctorado. Primero con LR y luego con VC. Ambos fueron primero primero profes y luego mis jefes. A los dos los respeto y admiro sobre manera, a VC lo quiero como mentor y como amigo, pues fue depositario de muchas de mis dudas y temores y un gran consejero. Son diferentes como el día y la noche, y lo curioso fue que ambos me dijeron totalmente lo opuesto en cuanto a recomendaciones de cómo llevar, aprovechar y sobrevivir al posgrado. Al final, el mejor consejo me lo dio VC: sólo trata de encontrar tu ritmo, encontrarlo pronto, y sácale provecho.
Lo que al final de cuentas todo mundo te dice es que te armes de un grupo de estudio y que trabajes en equipo y aproveches economías de escala. ¡PAVOR! Como bien ya lo he dicho, soy de naturaleza solitaria y sufro mucho para acoplarme a los demás, sobre todo para trabajar. De hecho, durante la licenciatura, mi única compañía constante fue Fernando y eso porque por golpes del destino encontramos una dinámica muy nuestra en la que pudimos entendernos y jalarnos el uno al otro.
Acá, desde que entramos al MathCamp vi cómo se iban formando los grupitos de trabajo y nomás yo no veía pa dónde hacerme; de entrada porque no veía necesidad, y al final, porque no encontraba la forma de acoplarme. Anyway, sobreviví y la libré solita, en realidad no fue complicado. La cosa es que hoy (obviamente no por iniciativa mía) se armó una amena mancuerna de trabajo con otras dos chicas. Ya se veía venir: un par de dudas discutidas después de clase, comparación de las notas y su congruencia con el libro, compartir la culpa por no entregar la tarea completa. Y, venga, pues que salió bien. Vaya compenetración entre una matemática coreana, una economista letona y otra mexicana, pero funciona, y por fin entendí la importancia de las funciones cóncavas y quasicóncavas. Ya está, táchenme de ñoña, nerd, lo que quieran, pero estoy contenta. Una banalidad para el resto del mundo, un gran paso para Karina.

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update: he subido unas fotos de mi viaje al SE, acá

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