lunes, mayo 28

El síndrome de Peter Pan

El síndrome de Peter Pan no me da muy seguido y de hecho a veces siento que me pasa justo todo lo contrario: a veces siento que me la paso pensando sólo en el futuro y en lo que quiero hacer más adelante y que lo quiero aquí y ahora, etc. Sin embargo, justo cuando tengo que enfrentarme al futuro, cuando lo tengo ya aquí raspándome la nariz, es cuando me entra una ansiedad tremenda y, como Peter Pan, no quiero crecer, quiero quedarme aquí en donde creo que conozco todo y donde creo que me siento segura (aunque no necesariamente eso sea cierto).

Acabo de charlar un rato con C. Ella y yo trabajamos juntas y nos hicimos amigas. Descubrí que éramos amigas después de que se fue a Estados Unidos y me di cuenta que ambas teníamos auténtico interés y preocupación por la vida y el bien de la otra y eso ha perdurado con el paso de estos dos años en que sólo nos hemos visto una vez y nos escribimos esporádicamente.

Sabe que me voy y me echa muchas porras por el inicio de mi doctorado, me advierte que tenga cuidado y trata de darme consejos. Yo soy terca pero se lo agradezco de corazón. Cuando me encuentro con mis amigos cercanos me queda una sensación de ligereza y tranquilidad pero en esta ocasión C me dejó con una leve opresión en el pecho que sólo alcanzo a relacionar con ese cosquilleo que da saber que deja uno un lugar medianamente seguro para enfrentarse a lo desconocido. Es un paso adelante que he buscado dar desde hace mucho, pero no puedo negar que me da miedo crecer. Y me asusta ver los cambios de C, por eso le pongo cara a mis temores (no es que le haya pasado nada grave a C, es que se va a casar, está trabajando en temas buenísimos, han pasado también varias cosas en su familia, etc), porque los cambios siempre me asustan. No es que me eche para atrás, sólo reconozco que sí me da vértigo. Lo siento, no es fácil.

Relacionado con esto de crecer, ayer me pasó una cosa muy mierdera. Venía en el trolebús de regreso del museo. Siempre me voy parada todo el camino sobre el Eje Central porque es hora pico y el trolebús está lleno. Ayer de pura suerte encontré lugar hasta atrás y lo agradecí tanto porque sí que venía cansada. Detrás de mí venía un señor que acabó sentándose a mi lado y me empezó a hacer plática, bromas con juegos de palabras incluídas, pero nada irrespetuoso. Sin embargo me sentí incómoda, en principio porque era un extraño y en segundo lugar porque no me dio confianza. En realidad suelo hablar mucho con desconocidos, pero todo depende de cómo sienta a las personas y con él en particular no me sentía nada a gusto. No quería ser descortés pero me empezó a poner nerviosa y casi me da ansiedad. Opté por ponerme los audífonos e ignorarlo, pero me sentí muy grosera, aunque poco a poco me tranquilicé. No sé, fue bastante extraño así que me han revoloteado muchas preguntas en mi cabeza ¿cuándo me hice tan desconfiada de la gente? ¿cuándo dejé que me dominara así el miedo? No sé, más o menos así me sentía a los 17 años poco antes de entrar a la universidad. Pero entonces no era desconfiada sino cautelosa, y antes no dudaba tanto de dar una oportunidad a la gente, ni era yo juzgada con tanta rudeza. Mhmm... no lo sé, quizá es sólo que estoy viendo sólo parcialmente ese pasado.

En fin, estoy bien.
Ahora hay una estrofa de Beck que viene a mi mente:
There's a place where you are going
you aint never been before
there's no laughing at your back now
no one standing at your door
Is that what you thought love was for?

No hay comentarios.: