martes, mayo 15

de madrugada

Es media noche. Trabajé diez horas continuas, apenas y medio dormí anoche y no he parado en todo el día, pero no tengo sueño ahora. Aprovecho para cargar la batería del iPod. Dejé de escuchar música hace unos días, en realidad, creo que llevo una temporada escuchando lo mínimo. Y sí, pasé varios días en algo parecido a un luto, no podía oír nada de música, nada, me ponía mal, no podía soportarlo, me dolía. Pero hoy en la noche de regreso a casa necesitaba oír algo lindo, tranquilo, agradable. No sé si Zoé cree música que entre en esa clasificación pero me hizo bien escucharlos. Luego siguió Gustavo Cerati, casi como una bendición. Me encantan sus canciones, en todo el sentido de la palabra encantar (según mi diccionario Aristos Sopena de finales de los ’70, encantar significa hacer cosas maravillosas mediante fórmulas o palabras mágicas, según falsas creencias del vulgo; me quedo con la segunda acepción, en sentido figurado: cautivar la atención de uno por medio de la hermosura, la gracia o el talento. Sí, así es la música y la poesía de Cerati para mí: hermosa y talentosa, cautivadora). Bien, recordando lo que escuché al inicio de la noche, aquí va mi hit parade del momento:


1. Whatever – Zoé
2. Soñé – Zoé
3. Engaña – Gustavo Cerati (… frente al ventanal nos pusimos a jugar a decirnos la verdad que más engaña saber…)
4. Bocanada – Gustavo Cerati (ésta con una dedicatoria de lo más especial aunque sea algo triste, porque me recuerda la última vez que lo vi, fumamos los dos últimos cigarros de la cajetilla, todo como un presagio: Cuando no hay más que decirnos habla el humo, nada el humo y rema en espiral. Cuando no hay más que decirnos se abren al aire vacíos que dos no pueden respirar. Para desvanecerse alargando el después trayectoria sin final. Distante placer de una mirada frente a otra, esfumándose. Cuando no hay más que decirnos me hago uno con el humo serpenteando la razón. De todo aquello decidido se estira el tiempo y me olvido, me olvido como vos. Y en la espera vagamos indiferentes por el espacio que dejó para desvanecerse alargando el después una historia sin final. Distante placer de una mirada frente a otra, esfumándose.)
5. Beautiful – Gustavo Cerati (me gusta porque es optimista, me gusta creer que es una promesa: estrella de miel tan beautiful, mereces lo que sueñas…)
6. Perdonar es divino – también de Cerati; en sí todo el disco Bocanada es una joya.
7. Mike Mills – Air (me llena de energía y me hace viajar con los beats, no sé mucho de música electrónica, pero Air así tranquilón me gusta mucho)
8. Hit me baby one more time – Britney Spears, aunque también me gusta el cover que le hizo Travis. Puede ser frívolo, pero a mí me gusta y la letra, aunque parezca quinceañera por decirlo, ahorita me pega. Si un día canto en un karaoke, ésta será mi canción.
9. Little respect – Wheatus. La versión de Erasure me gusta porque me recuerda a mis amigos I y J "foreveando", pero la de Wheatus, la original, me cayó en un momento muy ad hoc.
10. Can’t take my eyes off of you – Frank Sinatra. Ésta fue la última canción en la playlist y estuve a punto de apagar el iPod en ese momento porque alguna vez pensé que sería mi primer baile de boda, pero luego me dejé contagiar por el ritmo y pude ver que por sí misma es una muy linda canción y que puedo escucharla dejando al margen mis recuerdos y una que otra ilusión.

No tengo conexión a internet en casa y posteo esto desde mi trabajo. El Big Brother de la universidad nos observa y no nos permite acceder a muchas páginas, entre ellas, a páginas de música de donde podría poner un link para escuchar estas canciones desde mi blog, pero espero que si les interesa puedan darse un tiempito para escuchar con atención estas sugerencias musicales.

Hay otras canciones que no puedo escuchar por el momento. Lost cause de Beck me resulta muy dolorosa, y el tema de la película Closer, la que canta Damián Rice, también me lastima mucho, aunque sean dos canciones que me revolotean en la mente y en el corazón casi todo el tiempo últimamente. Tampoco me gusta mucho ahora escuchar Adiós, del último disco de Cerati, porque siento que me la aplican a mí. Pero está bien, voy a dar un giro en mis pensamientos ahora.

Llegué a casa y platiqué un rato con Diana. Le dije que me voy en mes y medio y que dejaré el departamento el 30 de junio. Me felicitó por la oportunidad que tengo en Arizona y lamentó que tuviera que irme porque dijo que se ha sentido muy a gusto en nuestra convivencia. Varias personas me dicen que la relación que tengo con mi compañera de departamento es bastante rara porque interactuamos muy poco. Es cierto, pero quizá esa dinámica es la que nos ha funcionado a ambas. Planeamos festejar a lo grande su cumpleaños, que será a mediados de junio y Diana quiere que armemos una gran fiesta de despedida para mí después. Eso es lindo, pero la idea de organizar una fiesta de despedida en realidad me aterra. Me siento tan aislada del mundo últimamente que temo que no tengo amigos cercanos a quién invitar. Eso me da miedo. Pero no pensaré en eso ahora, creo que aún no es el momento.

Aprovecho mientras para pasar las fotos de mi cámara a la computadora. Pongo unas de Fuchi. Fuchi es la representación física de mi perrito imaginario. Adoro a los perros pero por reglas de mi casero no puedo tener mascotas en casa. Aunque pudiera, no tendría un perro aquí, no es justo que un labrador viva en un espacio de 40 m2. y reconozco además que no sería una dueña demasiado activa. Tampoco podría tener a un perro pequeño de aparador, odio a esos perros miniatura como los poodle o los schnauzer. Así que desde el año pasado comencé a tener un perrito imaginario. Una vez que íbamos a una fiesta o algo así con Pepe y Lucy encontré a Fuchi en el coche de Pepito. Le insistí a Pepe que me lo regalara y finalmente accedió, pese a que era un regalo de su exnovia. Prometí cuidarlo y llevarlo a conocer mundo. En las fotos de aquí aparece Fuchi sobre las lecturas que hacía a mediados de abril. Cuando P y yo nos separamos creí que no podría seguir cuidando de Fuchi. No sé bien por qué creí eso, bueno, es que Pepe es amigo de P y por el vínculo y otras circunstancias no veo a Pepe desde diciembre del año pasado. Sin embargo, Fuchi me hace compañía y acariciarlo me tranquiliza; así que finalmente decidí conservarlo conmigo y lo llevo en mi bolso a todos lados, es una cuestión de compañía, nada de fetichismo.






La siguiente foto la tomamos mi hermano y yo el viernes pasado en la central de autobuses del norte. No habíamos comido bien ese día porque ambos tuvimos mucho trabajo y no tuve tiempo de preparar algo de cenar para el camino así que acabamos comprando unos pastes que venden en la central a once pesitos. El lugar estaba lleno y no nos quedó más que sentarnos en un carrito maletero para no acabar en el piso. Víktor y yo bromeábamos sobre la jodidez y nos tomamos las fotos para guardar la imagen para la posteridad. Me gustaron porque suelo reír muy poco y estas imágenes me recordaron cuando éramos niños y hacíamos sonrisas de piraña mostrando todos los dientes.




La última foto es un ocaso de primavera visto desde mi ventana. Se puede ver la torre de Mexicana y el WTC. Mhmm, comienza a entrarme algo de nostalgia. Me da cosita saber que dejaré la Ciudad de México un mes antes de cumplir diez años viviendo aquí. Dejo una gran ciudad sobrepoblada, cosmopolita, plural, desigual, vieja, caótica y dinámica, para internarme en el sorprendente desierto de Arizona, bueno, diré: en el valle de Tucson, para que suene más bonito. No, no es que lo lamente, en absoluto. Es que estoy en medio de una maraña de sentimientos encontrados. That’s all.




Bien, vuelvo a mi libro de Game Theory for applied economists que dejé abandonado el fin de semana. Se supone que debería estar estudiando matemáticas, pero me he entusiasmado con la teoría de juegos por el momento. Dos cigarrillos y un poquito de mezcal de Guerrero que me regalaron la semana pasada han relajado mi cuerpo y sólo necesito leer un poco para sentir que el día terminó bien y pueda dormir en paz.

(mayo 15, 01:20 hrs)

No hay comentarios.: