(advertencia: pueque se encuentre con pasajes tediosos o cantinflescos en este post. Lo siento :/, no pude evitarlo)
Estoy casi muerta. Anoche mi jefe se puso más pesado que de costumbre y por un malentendido tuve que quedarme a trabajar hasta acabar el pendiente. Salí de aquí casi las 10pm y no es un gran drama salvo porque me encuentro sobre la carretera libre México-Toluca y la parada del autobús es una endeble estructura tubular con una pseudo lámpara que apenas alumbra. Aunado a eso, no hay gente en metros a la redonda, salvo unas cuantas familias que viven en la orilla opuesta de la carretera y antes ahí vivían unos chavos que molestaban a la gente cuando esperaba el camión de noche. Aún hay más en mi maravilloso escenario: después de las 9pm es difícil conseguir transporte hacia alguna estación del metro. Eso es un tanto injusto. Cuando vivía en Cuajimalpa podía encontrar autobuses saliendo de Tacubaya aún rayando la madrugada, pero es casi imposible conseguir un camión para bajar a la ciudad. Es desesperante que sean las 10pm y ver cómo suben en fila los camiones a Cuajimalpa y de tu lado no pasa ni un vehículo, salvo los trailers que como van lentísimos hacen que los pocos camiones que pasan se vayan al carril de alta y por tanto tener que esperar a que un autobús se digne a pasar y por el carril de baja, de preferencia.
Hacía rato que no salía tan tarde, hubo temporadas en las que me quedaba hasta la madrugada, pero me traían de cenar y me pagaban el taxi, aunque ésos eran otros tiempos; la austeridad llegó hasta los círculos académicos. La verdad no me incomoda trabajar de noche, todo lo contrario, lo malo es estar a kilómetros y kilómetros de mi casa y tener que tardar tanto tiempo en el transporte nocturno que suele ser aún peor y peligroso en esta bendita ciudad.
Hoy me iré temprano, no importa. Estoy casi en medio de un vía crucis para renovar el estúpido pasaporte y parece que a todo mundo le dieron ganas y urgencia por hacer lo mismo. Hoy madrugué para ir temprano a la delegación y no sólo el servicio es malo sino también insuficiente. Filas y filas de gente esperando, cumpliendo con sus papeles y requisitos, haciendo pagos que no son nada baratos y todo para que no nos puedan atender porque no se dan abasto. Por lo que cobran debería haber servicio de expedición de pasaportes en las 16 delegaciones y deberían trabajar pasadas las 13:00 hrs. Tengo varias ideas, tengo cierta obsesión con la eficiencia en el servicio: deberían diferenciar servicios por tarifas y alargar los turnos, pero bueno, ni quién vaya a leer esto para considerar mis sugerencias. En fin, mañana haré una expedición a las 6am a la delegación Cuauhtémoc, a ver si corro con mejor suerte.
Muchas cosas me preocupan de pronto, nada grave, sólo cuestiones domésticas. Ya no tengo dinero para el resto del mes y apenas van 2 semanas de mayo y aún tengo que ver cómo demonios conseguiré dinero para pagar la fumigación del departamento –sí, parece que tenemos una población de insectos conviviendo en casa- y ya nos atrasamos con el pago del gas. Por causas de logística ajenas a mi voluntad me toca hacer estos pagos y los tiempos ya no me alcanzan para ir a trabajar y poder ir de un lado a otro a hacer pagos o cumplir con requisitos burocráticos. Pero ya dejaré esta perorata, el rating de este blog se va a ir a números negativos si sigo quejándome de tanta cotidianeidad.
En realidad quiero escribir un poco sobre una situación que me viene a la cabeza de vez en cuando pero que ya había dejado de lado. No voy a hacer una reflexión profunda, pero debería hacerlo porque me preocupa. Se trata de quienes considero los otros niños de la calle. Me refiero a los niños que trabajan en el comercio ambulante o cuyos padres se dedican a actividades en la vía pública. La primera vez que me puse a pensar en esto fue por un paper publicado en World Development (prometo pasar la bibliografía después) en el que se estudiaban diversas variables de salud entre niños cuyas madres tuviesen empleos formales y niños hijos de trabajadoras ambulantes. La investigación se hace con una muestra de familias de Costa de Marfil y los resultados son asombrosos. También de alguna forma evidentes: los niños cuyas madres trabajan en la calle tienen niveles más altos de desnutrición y su información antropométrica indica menor circunferencia del cráneo y menor estatura. Al parecer la variable relevante es el tiempo en que las madres pasan paradas durante el día en pleno embarazo. Hace poco encontré una tesis doctoral de la Facultad de Economía de la UNAM donde hacen un estudio similar en la Ciudad de México. Su autora poco después entró al Instituto Nacional de Salud Pública y ahí siguieron con la investigación. Se controla por varias características socioeconómicas y lo relevante es el efecto adverso del trabajo en la vía pública para el desarrollo del embarazo y del bebé.
Es peligroso la cuestión de no tener un embarazo tranquilo y sus efectos negativos en el desarrollo temprano de un bebé, pero también hay un impacto importante del trabajo en la calle para los niños más grandes. Esto viene a colación porque anoche cuando llegué a Tacubaya me llamó la atención que casi todos los puestos de la zona ya estuvieran cerrados, algunos estaban recibiendo mantenimiento y en otros, oh sorpresa: estaban varios chicos de secundaria trabajando con sus mamás sus tareas. Mientras otros miembros de la familia terminaban de cerrar el templete, los chavos le dictaban a la mamá para preparar el papel rotafolio para la exposición sobre instrumentos de medición, para la clase de ciencias naturales supongo; por otro lado unos niños de primaria copiaban en su cuaderno una estampita de no sé quién mientras su madre recortaba una monografía. Eran casi las 10:30pm. ¿Cuántos niños tendrán que ir a clases, sin desayunar o desayunando cualquier cosa, salir, tener por alimento la comida corrida que venden cerca del puesto de su familia, quizá trabajar atendiendo el puesto o subiéndose a vender a camiones o al metro (he visto niños incluso con uniforme ofreciendo sus productos en el transporte público), después jugar con otros chicos en su misma situación, y luego esperar a que la jornada laboral termine para que su madre, padre o hermana mayor le pueda ayudar con la tarea? ¿A qué hora duermen? Porque está comprobado que los ambulantes de lugares céntricos, como los del Eje Central, por ejemplo, vienen de zonas tan lejanas como Iztapalapa, Neza, Ecatepec y otras zonas de la orilla de la mancha urbana de la metrópoli. Y luego a volver a empezar. Estos son chicos que prácticamente viven en la calle, que conocen su hogar sólo para dormir (si es que éste lugar existe).
Cuando tenía como 8 años leí en el Selecciones del Reader’s Digest un artículo con consejos tipo los mejores hábitos de los estudiantes altamente efectivos, o algo así. Una de las recomendaciones era tener un espacio propio para poder dedicarse exclusivamente a estudiar. Yo estaba muy frustrada porque en casa no teníamos lugar para poder trabajar yo ahí y siempre lamenté tener que hacer tareas y estudiar en el comedor (por eso ahora mi escritorio y mi librero son lugares casi sagrados para mí). Pero al menos tenía un espacio. Hoy en la mañana caminando hacia la estación Zapata, a la entrada del metro estaba un puesto de dulces que atendía una señora, a su lado una caja de huevos rellena de colchas con un niño de 5 años durmiendo adentro. Odio estas escenas de desigualdad. Porque no es sólo malo ver eso hoy, es preocupante lo que puede desencadenar el día de mañana, las oportunidades que este niño no tendrá, los peligros que tendrá que enfrentar y marcarán el resto de su vida. Esto no debería pasar, es indignante ¿dónde quedan los supuestos derechos de los niños en estas situaciones? De nada valen los derechos humanos con tanta desigualdad (ah, la nota mental del día, a propósito: recuperar ese documento que acaba de publicar Banco Mundial al respecto de la desigualdad en México, documento que perdí cuando se trabó esta estúpida computadora ayer).
Lamento haber alargado esta perorata hoy. Prometo que cuando tenga ideas así voy a documentarme un poquito más para plantear lo que pienso de forma más clara, más formada y más al grano.
Estoy casi muerta. Anoche mi jefe se puso más pesado que de costumbre y por un malentendido tuve que quedarme a trabajar hasta acabar el pendiente. Salí de aquí casi las 10pm y no es un gran drama salvo porque me encuentro sobre la carretera libre México-Toluca y la parada del autobús es una endeble estructura tubular con una pseudo lámpara que apenas alumbra. Aunado a eso, no hay gente en metros a la redonda, salvo unas cuantas familias que viven en la orilla opuesta de la carretera y antes ahí vivían unos chavos que molestaban a la gente cuando esperaba el camión de noche. Aún hay más en mi maravilloso escenario: después de las 9pm es difícil conseguir transporte hacia alguna estación del metro. Eso es un tanto injusto. Cuando vivía en Cuajimalpa podía encontrar autobuses saliendo de Tacubaya aún rayando la madrugada, pero es casi imposible conseguir un camión para bajar a la ciudad. Es desesperante que sean las 10pm y ver cómo suben en fila los camiones a Cuajimalpa y de tu lado no pasa ni un vehículo, salvo los trailers que como van lentísimos hacen que los pocos camiones que pasan se vayan al carril de alta y por tanto tener que esperar a que un autobús se digne a pasar y por el carril de baja, de preferencia.
Hacía rato que no salía tan tarde, hubo temporadas en las que me quedaba hasta la madrugada, pero me traían de cenar y me pagaban el taxi, aunque ésos eran otros tiempos; la austeridad llegó hasta los círculos académicos. La verdad no me incomoda trabajar de noche, todo lo contrario, lo malo es estar a kilómetros y kilómetros de mi casa y tener que tardar tanto tiempo en el transporte nocturno que suele ser aún peor y peligroso en esta bendita ciudad.
Hoy me iré temprano, no importa. Estoy casi en medio de un vía crucis para renovar el estúpido pasaporte y parece que a todo mundo le dieron ganas y urgencia por hacer lo mismo. Hoy madrugué para ir temprano a la delegación y no sólo el servicio es malo sino también insuficiente. Filas y filas de gente esperando, cumpliendo con sus papeles y requisitos, haciendo pagos que no son nada baratos y todo para que no nos puedan atender porque no se dan abasto. Por lo que cobran debería haber servicio de expedición de pasaportes en las 16 delegaciones y deberían trabajar pasadas las 13:00 hrs. Tengo varias ideas, tengo cierta obsesión con la eficiencia en el servicio: deberían diferenciar servicios por tarifas y alargar los turnos, pero bueno, ni quién vaya a leer esto para considerar mis sugerencias. En fin, mañana haré una expedición a las 6am a la delegación Cuauhtémoc, a ver si corro con mejor suerte.
Muchas cosas me preocupan de pronto, nada grave, sólo cuestiones domésticas. Ya no tengo dinero para el resto del mes y apenas van 2 semanas de mayo y aún tengo que ver cómo demonios conseguiré dinero para pagar la fumigación del departamento –sí, parece que tenemos una población de insectos conviviendo en casa- y ya nos atrasamos con el pago del gas. Por causas de logística ajenas a mi voluntad me toca hacer estos pagos y los tiempos ya no me alcanzan para ir a trabajar y poder ir de un lado a otro a hacer pagos o cumplir con requisitos burocráticos. Pero ya dejaré esta perorata, el rating de este blog se va a ir a números negativos si sigo quejándome de tanta cotidianeidad.
En realidad quiero escribir un poco sobre una situación que me viene a la cabeza de vez en cuando pero que ya había dejado de lado. No voy a hacer una reflexión profunda, pero debería hacerlo porque me preocupa. Se trata de quienes considero los otros niños de la calle. Me refiero a los niños que trabajan en el comercio ambulante o cuyos padres se dedican a actividades en la vía pública. La primera vez que me puse a pensar en esto fue por un paper publicado en World Development (prometo pasar la bibliografía después) en el que se estudiaban diversas variables de salud entre niños cuyas madres tuviesen empleos formales y niños hijos de trabajadoras ambulantes. La investigación se hace con una muestra de familias de Costa de Marfil y los resultados son asombrosos. También de alguna forma evidentes: los niños cuyas madres trabajan en la calle tienen niveles más altos de desnutrición y su información antropométrica indica menor circunferencia del cráneo y menor estatura. Al parecer la variable relevante es el tiempo en que las madres pasan paradas durante el día en pleno embarazo. Hace poco encontré una tesis doctoral de la Facultad de Economía de la UNAM donde hacen un estudio similar en la Ciudad de México. Su autora poco después entró al Instituto Nacional de Salud Pública y ahí siguieron con la investigación. Se controla por varias características socioeconómicas y lo relevante es el efecto adverso del trabajo en la vía pública para el desarrollo del embarazo y del bebé.
Es peligroso la cuestión de no tener un embarazo tranquilo y sus efectos negativos en el desarrollo temprano de un bebé, pero también hay un impacto importante del trabajo en la calle para los niños más grandes. Esto viene a colación porque anoche cuando llegué a Tacubaya me llamó la atención que casi todos los puestos de la zona ya estuvieran cerrados, algunos estaban recibiendo mantenimiento y en otros, oh sorpresa: estaban varios chicos de secundaria trabajando con sus mamás sus tareas. Mientras otros miembros de la familia terminaban de cerrar el templete, los chavos le dictaban a la mamá para preparar el papel rotafolio para la exposición sobre instrumentos de medición, para la clase de ciencias naturales supongo; por otro lado unos niños de primaria copiaban en su cuaderno una estampita de no sé quién mientras su madre recortaba una monografía. Eran casi las 10:30pm. ¿Cuántos niños tendrán que ir a clases, sin desayunar o desayunando cualquier cosa, salir, tener por alimento la comida corrida que venden cerca del puesto de su familia, quizá trabajar atendiendo el puesto o subiéndose a vender a camiones o al metro (he visto niños incluso con uniforme ofreciendo sus productos en el transporte público), después jugar con otros chicos en su misma situación, y luego esperar a que la jornada laboral termine para que su madre, padre o hermana mayor le pueda ayudar con la tarea? ¿A qué hora duermen? Porque está comprobado que los ambulantes de lugares céntricos, como los del Eje Central, por ejemplo, vienen de zonas tan lejanas como Iztapalapa, Neza, Ecatepec y otras zonas de la orilla de la mancha urbana de la metrópoli. Y luego a volver a empezar. Estos son chicos que prácticamente viven en la calle, que conocen su hogar sólo para dormir (si es que éste lugar existe).
Cuando tenía como 8 años leí en el Selecciones del Reader’s Digest un artículo con consejos tipo los mejores hábitos de los estudiantes altamente efectivos, o algo así. Una de las recomendaciones era tener un espacio propio para poder dedicarse exclusivamente a estudiar. Yo estaba muy frustrada porque en casa no teníamos lugar para poder trabajar yo ahí y siempre lamenté tener que hacer tareas y estudiar en el comedor (por eso ahora mi escritorio y mi librero son lugares casi sagrados para mí). Pero al menos tenía un espacio. Hoy en la mañana caminando hacia la estación Zapata, a la entrada del metro estaba un puesto de dulces que atendía una señora, a su lado una caja de huevos rellena de colchas con un niño de 5 años durmiendo adentro. Odio estas escenas de desigualdad. Porque no es sólo malo ver eso hoy, es preocupante lo que puede desencadenar el día de mañana, las oportunidades que este niño no tendrá, los peligros que tendrá que enfrentar y marcarán el resto de su vida. Esto no debería pasar, es indignante ¿dónde quedan los supuestos derechos de los niños en estas situaciones? De nada valen los derechos humanos con tanta desigualdad (ah, la nota mental del día, a propósito: recuperar ese documento que acaba de publicar Banco Mundial al respecto de la desigualdad en México, documento que perdí cuando se trabó esta estúpida computadora ayer).
Lamento haber alargado esta perorata hoy. Prometo que cuando tenga ideas así voy a documentarme un poquito más para plantear lo que pienso de forma más clara, más formada y más al grano.
Los dejo descansar por hoy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario