Ahora debo volver.
jueves, mayo 31
el olor de la mañana
Ahora debo volver.
martes, mayo 29
les comparto una
Ocurrió a finales de mayo en un lugar al que no solía acudir; la constante falta de tiempo fue lo que guió sus pasos aquella tarde. Ella estudiaba en una pequeña biblioteca del sur, un espacio circular en medio de un pequeño parque boscoso. Una biblioteca pública, de ésas con feos estantes de metal pintados de amarillo y repletos de libros de texto y ejemplares de los saldos que donan las editoriales a CONACULTA. No iba ahí por los libros, sino porque era un lugar casi siempre vacío, con grandes ventanales y suficiente silencio para concentrarse.
Él apareció entonces. Ella disimuló bien la curiosidad que le provocó su estatura, sus bermudas de playa en plena capital, su barba a medias y ese tierno aire distraído. Él trató de ocultar que tenía una hora sentado frente a un libro lanzando miradas furtivas hacia su mesa. Habría de decirle después que sólo se acercó porque le interesó saber qué estaba leyendo tan concentrada. Luego confesó que tuvo intenciones de llamar su atención antes de iniciar la plática con la excusa de pedirle algo con qué escribir.
Ella no le cree y sonríe, así que él siente que tiene ya la puerta abierta. Charlan un buen rato acerca de sus ocupaciones y ambos se sorprenden de la casualidad que los ha unido ahí. Están a punto de cerrar y él le pide ahora un pedazo de papel “pero sólo si me das tu teléfono, si no, no me sirve de nada”. Ella sonríe de nuevo y le dicta. Se va alegre: ¡vaya forma de comenzar la semana!
La plática continúa con una llamada telefónica la noche de un miércoles. Voces nerviosas, atrabancadas, sólo las palabras suficientes para citarse un domingo por la tarde.
El día llega, mala elección. La plaza del lugar está llena. Se ven a lo lejos y tienen que atravesar la muchedumbre para encontrarse. Hace demasiado calor para un café. Así que el escenario ideal está acordado y dispuesto: una jarra de cerveza y cigarrillos. Charlan de todo y nada, pero lo suficiente para que ella cale su postura de hombre politiquero y combatiente -¡qué risa!, piensa, por ahí no va la cosa.- Él le cuenta de su vida, de cómo a sus 26 años pasó por dos carreras que finalmente abandonó para comenzar ahora a estudiar Antropología. A ella le desconcierta la inconstancia, tiene 20 años y la vida perfectamente planeada. Son bastante diferentes pero se caen bien y es un hecho que se gustan.
Continúa el interés un día más, de nuevo en la biblioteca. Ella sigue estudiando y no hay algo que la logre desconcentrar de su deber, aún cuando él aparece y se sienta a su lado fingiendo que lee y que no puede evitar mirarla. No será sino hasta el martes cuando la oscuridad tediosa dé rienda suelta a las manos, la curiosidad y el deseo. Quedan en un cine, ese cine viejo que hoy ya no existe. Ninguno de los dos quiere entrar pero lo hacen. Pregunta él por tercera vez la hora. No hay gente en la sala y se la pasan platicando y haciendo bromas a expensas de esa mala película del “nuevo cine mexicano” que se proyecta ante sus ojos. Así, hasta que todo aquello que la tensión reprime esa buena tarde sale a flote.
Una vez más pregunta la hora. Él trae prisa, tiene que irse. Ella muestra su molestia pero lo acompaña sin importar dejar la película a medias. Ella ha dejado de estar contenta. Basta de las salidas sistemáticas. Decide que al día siguiente no se verán, habrá que esperar al jueves.
Esa noche, la visión puritana que suele influirle la critica y le dice no entenderla. Ella ríe y no se ve preocupada. Admite que le gusta mucho pero la decisión está tomada: todo acabará este jueves. Sabe que los dos esperan nada.
Llega el día, y ella acude tarde como suele. Él la espera dando vueltas a una mesa. Comienza la plática, más amena que en las ocasiones anteriores. Protagonizan juegos fatuos que comienzan con palabras y terminan con las manos, hasta llegar al inocente beso que entraña oscuras intenciones que ambos piensan y por alguna razón banal e infantil ninguno dice.
Van y vienen del lugar, los cuerpos no los dejan en paz. Salen al jardín y sigue esa mano inquieta, a pesar de las bocas insensibles e incapaces de hablar. Comienza un encuentro violento, de fuerza, y entonces su vientre está para esa mano acariciante; su vientre, su entrepierna, su cuello, sus caderas; su cuerpo que se muestra palpable a pesares de la ropa. Se desdoblan y son sólo dos cuerpos, separados por momentos al ser conscientes de ser observados por aquellos que pasan, esos ojos de la moral falsa. Un hombre a medias satisfecho. Una mujer rota, incómoda y con nostalgia.
Se observan como extraños. Así que le ponen fin, no hay tregua y es definitivo. Entonces sólo van juntos hasta la mitad del camino y él toma su cuello viéndola a los ojos para desearle un buen viaje. Es hasta que toma el adiós que ella se percata de que no se volverán a ver.
Sale un suspiro de alivio, y el olor a ilusión no cuajada.
Sabe que sólo fue un momento. Una expectativa de dos semanas.
Entonces hela aquí: sentada, lamentando a discreción una suerte, una muerte, una redada.
Quizá extrañando una mano, un corazón, un sentimiento.
Y quizá ya no extrañe nada.
Junio 15, 2001 - Mayo 25, 2007
mx, df
lunes, mayo 28
El síndrome de Peter Pan
Acabo de charlar un rato con C. Ella y yo trabajamos juntas y nos hicimos amigas. Descubrí que éramos amigas después de que se fue a Estados Unidos y me di cuenta que ambas teníamos auténtico interés y preocupación por la vida y el bien de la otra y eso ha perdurado con el paso de estos dos años en que sólo nos hemos visto una vez y nos escribimos esporádicamente.
Sabe que me voy y me echa muchas porras por el inicio de mi doctorado, me advierte que tenga cuidado y trata de darme consejos. Yo soy terca pero se lo agradezco de corazón. Cuando me encuentro con mis amigos cercanos me queda una sensación de ligereza y tranquilidad pero en esta ocasión C me dejó con una leve opresión en el pecho que sólo alcanzo a relacionar con ese cosquilleo que da saber que deja uno un lugar medianamente seguro para enfrentarse a lo desconocido. Es un paso adelante que he buscado dar desde hace mucho, pero no puedo negar que me da miedo crecer. Y me asusta ver los cambios de C, por eso le pongo cara a mis temores (no es que le haya pasado nada grave a C, es que se va a casar, está trabajando en temas buenísimos, han pasado también varias cosas en su familia, etc), porque los cambios siempre me asustan. No es que me eche para atrás, sólo reconozco que sí me da vértigo. Lo siento, no es fácil.
Relacionado con esto de crecer, ayer me pasó una cosa muy mierdera. Venía en el trolebús de regreso del museo. Siempre me voy parada todo el camino sobre el Eje Central porque es hora pico y el trolebús está lleno. Ayer de pura suerte encontré lugar hasta atrás y lo agradecí tanto porque sí que venía cansada. Detrás de mí venía un señor que acabó sentándose a mi lado y me empezó a hacer plática, bromas con juegos de palabras incluídas, pero nada irrespetuoso. Sin embargo me sentí incómoda, en principio porque era un extraño y en segundo lugar porque no me dio confianza. En realidad suelo hablar mucho con desconocidos, pero todo depende de cómo sienta a las personas y con él en particular no me sentía nada a gusto. No quería ser descortés pero me empezó a poner nerviosa y casi me da ansiedad. Opté por ponerme los audífonos e ignorarlo, pero me sentí muy grosera, aunque poco a poco me tranquilicé. No sé, fue bastante extraño así que me han revoloteado muchas preguntas en mi cabeza ¿cuándo me hice tan desconfiada de la gente? ¿cuándo dejé que me dominara así el miedo? No sé, más o menos así me sentía a los 17 años poco antes de entrar a la universidad. Pero entonces no era desconfiada sino cautelosa, y antes no dudaba tanto de dar una oportunidad a la gente, ni era yo juzgada con tanta rudeza. Mhmm... no lo sé, quizá es sólo que estoy viendo sólo parcialmente ese pasado.
En fin, estoy bien.
Ahora hay una estrofa de Beck que viene a mi mente:
There's a place where you are going
you aint never been before
there's no laughing at your back now
no one standing at your door
Is that what you thought love was for?
viernes, mayo 25
Paradojas
jueves, mayo 24
y en el principio...
Hace unos minutos me llegó un email de U of A con el temario de mi Summer Math Camp ¡¡¡qué nervios!!! Podría decir que tengo harto miedo PERO cito textual:
la cobardía es el miedo consentido; el valor, el miedo dominado
Seremos 15 personas en el programa, 10 hombres y 5 mujeres, de Hong Kong, Corea, Bangladesh y México. Vaya.
Pffff... estoy emocionada, expectante, con los ojos abiertos como platos y el corazón latiéndome como caballo desbocado :)
miércoles, mayo 23
Encuentros
Hay encuentros que te cambian la vida y otros totalmente intrascendentes.
Hay encuentros que te tocan el corazón y te cimbran el alma,
y encuentros que te dañan o te hacen llorar.
Hay encuentros que quisieras alargar y que nunca terminaran, y otros
que por más que los acortas duran una eternidad.
Hay encuentros azarosos y encuentros arreglados.
Hay encuentros sólo físicos y nada más.
También hay casos raros en que te encuentras por vez primera con alguien con quien
parece que ya recorriste media vida.
Y esos encuentros en que las almas se llaman en medio de nada y se encuentran al margen de los demás;
Entonces estos no parecen tanto encuentros, sino la muestra de un lazo más profundo, unión del destino, no casualidad.
martes, mayo 22
quiéreme mucho
rainy afternoon
HermanoCerdo 15
HermanoCerdo, la revista de los campeones
el editorial me gustó mucho, un preludio de lo bueno que está el número.
lunes, mayo 21
ODIO SER LIBRA Y NO PODER DECIDIR FÁCILMENTE
Estaba hartándome un poco de este día pero mi hermano se conectó al gtalk y me alivianó un poco. Generalmente su valemadrismo y ligereza me hacen enojar pero a veces me hacen reír mucho y una vez que lo conoces sabes que en realidad Víktor en el fondo es bastante serio y comprometido con su entorno y circunstancias.
Bien. Estoy un poco molesta porque comienza a fastidiarme mi trabajo, no puedo con tareas monótonas porque mi paciencia se agota. Justo en la mañana me llamó PZ para invitarme a una chambita en un proyecto de la ONU y me debato entre aceptar o no porque con el jefe que me cargo y mis tiempos encima para arreglar papeles, mudanza, visa, terminar la chamba aquí, etc siento que ando medio limitada de tiempo. Una parte de mí me dice que acepte la oportunidad y que me la juegue (la karina emprendedora); otra parte de mí dice que mejor no (la karina prudente e inhibida); una tercera parte expresa que qué hueva (la karina decidiosa y con pereza). Súmale que soy la librana típica cuya indecisión la paraliza ante las disyuntivas. De verdad estoy que no me aguanto.
Fin de semana ajetreado pero agradable. Sábado por la mañana dedicado a pagar cuentas y arreglar un poco el departamento. Vine a la chamba y trabajé casi 5 horas para aligerar la carga de trabajo en la semana y entregar a tiempo los pendientes. Luego fui de Santa Fe a Villa Coapa chutándome 2 horas para cruzar el periférico y sólo para comer con Sonia. Tenía como tres meses sin ir a su casa y en general me gusta sentir el calor de hogar, aunque a últimas fechas nunca hay nadie en casa. Me dio gusto verla después de casi un mes de no coincidir y me dio más gusto que también Daniel Benjamín, su hermano menor, estuviese ahí. Daniel tiene 14 años y es como nuestro medidor del tiempo porque cuando nos conocimos él tenía 4 añitos. Lo recuerdo bastante bien porque me impresionó ver a un pequeño con tanta lucidez y vitalidad plenamente consciente de que estaba librando una batalla contra la leucemia. Afortunadamente esos días quedaron atrás y Dani logró vencer al cáncer. Ahora me impresiona lo alto que está y no puedo evitar sonreír cuando lo escucho con su nueva voz ronca. Voy a sonar a vieja, pero todavía me acuerdo cuando le ayudábamos a su mamá a organizar sus piñatas y fiestas de cumpleaños. Le dije que no podría acostumbrarme a decirle Daniel ahora que ya está grande, siempre le he dicho Dani o Danielito; me dijo que yo podría seguir diciéndole así siempre que no lo haga frente a sus amigos. Ése es nuestro trato. Lo divertido del día fue ser su alcahueta para que le dieran permiso de ir a una fiesta por la salida a Cuernavaca. Esas fiestas de la adolescencia son buenas.
El domingo me levanté temprano a estudiar un poco para la visita guiada de la tarde. Fueron a fumigar el departamento y tuve que salir un par de horas para no morir junto con los bichitos (obviamente exagero, pero no había ventilación en la casa y es recomendable salir un rato). Fui a almorzar, pasé por la ropa a la lavandería, regresé a arreglarme. Llegué temprano al museo (soy guía voluntaria) y estuve papaloteando un rato antes de mi visita. Comencé a las 14:30 en punto y un poco nerviosa porque de la dirección nos pidieron que acortáramos las visitas debido a la gran afluencia de personas en las salas. De verdad lo intento pero no puedo hacer menos de 1 hora con 50 minutos de visita y la gente no se queja. Pero bueno, de todos los recorridos que he dado este año el del domingo pasado fue particularmente disfrutable. Tuve un grupo de entre 40-60 personas (siempre hay población flotante) muy ordenado y participativo y eso es una gran motivación. Generalmente las personas al final de la visita hacen comentarios, pero nunca recibí una retroalimentación tan positiva como la de ayer. No me refiero a que me agradezcan y me den crédito, no es eso lo que me importa, sólo quiero que la gente pase un rato agradable, que disfrute su recorrido y que se quede con curiosidad adicional o con ganas de volver. Luego ahondaré en eso. En fin, fue ayer muy satisfactorio.
De vuelta a casa y luego de una rápida salida al súper preparé algo muy rico para cenar. Generalmente si estoy sola no me gusta cocinar pero ayer tenía antojo de una pasta especial y me di ánimos para hacerlo. Vi tele, leí, terminé de limpiar el departamento. Pasada la 1am del lunes dormí. En paz.
Libros que hay ahorita en mi escritorio (que no necesariamente estoy leyendo en orden):
Diez grandes economistas. De Marx a Keynes de Joseph A. Schumpeter
Doktor Esperanto, una biografía novelada del creador del idioma Esperanto
Una antología de Ricardo Flores Magón, publicada por Textos Universitarios de la UNAM (estos dos últimos los tomé de la biblioteca de casa de Sonia)
Mathematics for Economists de Simon & Blume
Game Theory for applied economists de Gibbons
y mis notas de Mate IV, porque estoy repasando cosas que hace 5 años resolvía sin problema y ahora escarbo en mi memoria para no aterrarme
(entre paréntesis: ¡mierda! me estoy volviendo lineal y aburrida... o quizá apenas me estoy dando cuenta)
Bonita noche, parece que va a llover. Debí sospecharlo, siempre que uso zapatos sin calcetines o que no traigo paraguas, llueve ;)
sábado, mayo 19
Querido diario
Ayer pude salir del trabajo antes de las 8pm y estaba medianamente feliz. Lo digo porque me gusta salir y ver todavía la luz de sol y justamente ayer estaba nublado. Cuando llegué al metro comenzó a llover y dije “fiufff”. Llegué a Etiopía y cuando salí rumbo a casa apenas estaba pringando (o como dice la gente de acá, “chispeando”). De pronto a las dos calles empezó a llover. Era de esa lluvia con gotonones, esas gotas bien gruesas pero que no caen tupido, así que caminé otras dos cuadras sin mojarme mucho en realidad. Pero en eso se vino más fuerte y aunque yo no sentía que me estuviera mojando mucho, noté que la gente comenzó a correr como loca. Me dio risa y recordé eso que me han contado de que un estudio de una universidad inglesa concluyó que uno se moja más bajo la lluvia si se pone a correr que si continúa caminando normal. Pensé que hacía mucho que no me mojaba y que estaría divertido hacerlo, así que me fui caminando normalita hasta casa. Lo único que me preocupaba era el inspirador librito de Joseph Schumpeter que estoy leyendo ahorita, pero lo metí bien adentro en mi saco de pana y no le pasó nada. Una cuadra y media antes de llegar se vino la lluvia bien recio y sí acabé como pollo remojado, pero fue divertido. Estaba contenta aunque no iba por ahí corriendo brincando charcos, salvo cuando pasé la glorieta justo enfrente de la entrada de la unidad que está llena de baches y de coches que no ponen direccionales y te avientan el vehículo cuando pretendes pasar. Antes de llegar a mi edificio comenzó a llover más fuerte y escuché truenos amenazadores, me asusté y grité y eso me dio mucha risa. Me dio más risa aún saberme riendo por el pasillo yo sola.
Llegué a casa y ya no fue tan divertido, estaba hecha una sopa. Me cambié de ropa y entonces recordé cuándo fue la última vez que me había mojado bajo la lluvia así por puro gusto. Mi memoria me llevó 5 años atrás, aproximadamente por estas fechas. Una noche caminando en Coyoacán, atrás de la iglesia. Estábamos caminando, tenía menos de dos meses de que lo acababa de conocer. Nos dimos un beso y en eso empezó a llover, pero no nos dimos cuenta o no quisimos notarlo. Ya casi empapados reaccionamos y nos metimos en el kiosko de la plaza. Fue lindo estar ahí y ver la lluvia caer. Pero que ya no es bueno recordar, querido diario, que ya no.
En fin, el caso es que anoche redescubrí lo rica que es la lluvia y lo divertido que es reírse sola por tonterías. Esos pequeños grandes placeres de la vida.
Karina
viernes, mayo 18
Confesiones y preguntas
1
Confieso que no recuerdo bien cómo integrar y eso me trauma sobremanera.
Pregunto ¿alguien que lee esto es economista, tiene 3 años que salió de la escuela y recuerda sus clases de cálculo integral? ¿recuerdan cómo integrar funciones exponenciales?
¿cómo resolver funciones valor en problemas de optimización dinámica con variables continuas?
Maldita sea, yo ubico la cuestión en general pero no podría ponerme a solucionar problemas de ese tipo ¡y me desespero! ¿qué se supone estuve haciendo todo este tiempo?
(no es taaan grave como suena, son mis 5 minutos de histeria del día)
2
Confieso que quiero poner una foto en mi perfil del blog y no puedo
Pregunto ¿alguien que lee esto sabe cómo hacerlo y puede explicarlo de forma más eficiente y precisa que el help/support del blogger?
3
Confieso que le debo mucho y agradezco cantidad al dr. VC su sentido común y su calidad humana y su forma de decir las cosas y su tiempo para escuchar mis cavilaciones, dudas y preocupaciones
Pregunto ¿podré algún día tener la templanza y la claridad de mente que la experiencia le ha dado a él?
4
Confieso que a veces me cuesta trabajo olvidar y seguir
Pregunto ¿hasta cuándo?
5
Confieso que éste ha sido un post ñoño
jueves, mayo 17
hoy
No hay mucho qué contar hoy, sólo una variación sobre el mismo tema de esas cosas de los planes, el futuro y la falta de certezas. Hoy fui a tramitar mi pasaporte, pasé cuatro maravillosas horas en la delegación haciendo fila y sufriendo las penurias del servicio burocrático local. Finalmente, como a eso de las 12 me dieron mi documento. Me piden que revise los datos pero obviamente lo primero que volteo a ver es la fotografía. Me gustaba más la del pasaporte anterior, pero bueno, un cambio no está mal. De pronto me voy de espaldas cuando veo la vigencia: 2007-2017 ¡suena tan asombrosamente lejano! Recórcholis, no puedo siquiera imaginarme qué será de mí entonces. Pero en realidad, pensándolo bien, prefiero no hacerlo, no me interesa tanto por el momento. Luego me quedé pensando en que sería lindo ver ese pasaporte lleno de sellitos de migración. Si todo sale como lo planeo (más que planearlo, como lo deseo), espero poder ahorrar suficiente dinero para ir a Portugal el próximo verano. Muero por conocer Portugal desde hace varios años y me gustaría poder estar ahí una o dos semanas. El plan es estar 2 semanas y ya, o una semana ahí y otra semana en París. Quisiera ir a Bélgica, Alemania y Polonia para ver a unos amigos, pero la verdad me encantaría regresar a París. Prometí volver en menos de diez años y espero lograrlo. Presiento que este viaje lo haré sola, si es que puedo ir, y eso me emociona un poco, pero no lo sé. En fin, no es momento para pensar en eso y además ¡¡¡no quiero que se me sale!!!
Como dije, no tengo mucho qué contar. Mi cabeza le da vueltas a un par de temas y eso me cansa porque no puedo ver aún la justa dimensión de estas cosas y no quiero dejar de enfrentarlo pero no tengo perspectiva. Quizá es que debería dejar esto por la paz y no moverme, pero siento que eso es como si huyera. No sé, no sé.
***
... tanto y de tantas maneras...
miércoles, mayo 16
De cuestiones domésticas y los otros niños de la calle
Estoy casi muerta. Anoche mi jefe se puso más pesado que de costumbre y por un malentendido tuve que quedarme a trabajar hasta acabar el pendiente. Salí de aquí casi las 10pm y no es un gran drama salvo porque me encuentro sobre la carretera libre México-Toluca y la parada del autobús es una endeble estructura tubular con una pseudo lámpara que apenas alumbra. Aunado a eso, no hay gente en metros a la redonda, salvo unas cuantas familias que viven en la orilla opuesta de la carretera y antes ahí vivían unos chavos que molestaban a la gente cuando esperaba el camión de noche. Aún hay más en mi maravilloso escenario: después de las 9pm es difícil conseguir transporte hacia alguna estación del metro. Eso es un tanto injusto. Cuando vivía en Cuajimalpa podía encontrar autobuses saliendo de Tacubaya aún rayando la madrugada, pero es casi imposible conseguir un camión para bajar a la ciudad. Es desesperante que sean las 10pm y ver cómo suben en fila los camiones a Cuajimalpa y de tu lado no pasa ni un vehículo, salvo los trailers que como van lentísimos hacen que los pocos camiones que pasan se vayan al carril de alta y por tanto tener que esperar a que un autobús se digne a pasar y por el carril de baja, de preferencia.
Hacía rato que no salía tan tarde, hubo temporadas en las que me quedaba hasta la madrugada, pero me traían de cenar y me pagaban el taxi, aunque ésos eran otros tiempos; la austeridad llegó hasta los círculos académicos. La verdad no me incomoda trabajar de noche, todo lo contrario, lo malo es estar a kilómetros y kilómetros de mi casa y tener que tardar tanto tiempo en el transporte nocturno que suele ser aún peor y peligroso en esta bendita ciudad.
Hoy me iré temprano, no importa. Estoy casi en medio de un vía crucis para renovar el estúpido pasaporte y parece que a todo mundo le dieron ganas y urgencia por hacer lo mismo. Hoy madrugué para ir temprano a la delegación y no sólo el servicio es malo sino también insuficiente. Filas y filas de gente esperando, cumpliendo con sus papeles y requisitos, haciendo pagos que no son nada baratos y todo para que no nos puedan atender porque no se dan abasto. Por lo que cobran debería haber servicio de expedición de pasaportes en las 16 delegaciones y deberían trabajar pasadas las 13:00 hrs. Tengo varias ideas, tengo cierta obsesión con la eficiencia en el servicio: deberían diferenciar servicios por tarifas y alargar los turnos, pero bueno, ni quién vaya a leer esto para considerar mis sugerencias. En fin, mañana haré una expedición a las 6am a la delegación Cuauhtémoc, a ver si corro con mejor suerte.
Muchas cosas me preocupan de pronto, nada grave, sólo cuestiones domésticas. Ya no tengo dinero para el resto del mes y apenas van 2 semanas de mayo y aún tengo que ver cómo demonios conseguiré dinero para pagar la fumigación del departamento –sí, parece que tenemos una población de insectos conviviendo en casa- y ya nos atrasamos con el pago del gas. Por causas de logística ajenas a mi voluntad me toca hacer estos pagos y los tiempos ya no me alcanzan para ir a trabajar y poder ir de un lado a otro a hacer pagos o cumplir con requisitos burocráticos. Pero ya dejaré esta perorata, el rating de este blog se va a ir a números negativos si sigo quejándome de tanta cotidianeidad.
En realidad quiero escribir un poco sobre una situación que me viene a la cabeza de vez en cuando pero que ya había dejado de lado. No voy a hacer una reflexión profunda, pero debería hacerlo porque me preocupa. Se trata de quienes considero los otros niños de la calle. Me refiero a los niños que trabajan en el comercio ambulante o cuyos padres se dedican a actividades en la vía pública. La primera vez que me puse a pensar en esto fue por un paper publicado en World Development (prometo pasar la bibliografía después) en el que se estudiaban diversas variables de salud entre niños cuyas madres tuviesen empleos formales y niños hijos de trabajadoras ambulantes. La investigación se hace con una muestra de familias de Costa de Marfil y los resultados son asombrosos. También de alguna forma evidentes: los niños cuyas madres trabajan en la calle tienen niveles más altos de desnutrición y su información antropométrica indica menor circunferencia del cráneo y menor estatura. Al parecer la variable relevante es el tiempo en que las madres pasan paradas durante el día en pleno embarazo. Hace poco encontré una tesis doctoral de la Facultad de Economía de la UNAM donde hacen un estudio similar en la Ciudad de México. Su autora poco después entró al Instituto Nacional de Salud Pública y ahí siguieron con la investigación. Se controla por varias características socioeconómicas y lo relevante es el efecto adverso del trabajo en la vía pública para el desarrollo del embarazo y del bebé.
Es peligroso la cuestión de no tener un embarazo tranquilo y sus efectos negativos en el desarrollo temprano de un bebé, pero también hay un impacto importante del trabajo en la calle para los niños más grandes. Esto viene a colación porque anoche cuando llegué a Tacubaya me llamó la atención que casi todos los puestos de la zona ya estuvieran cerrados, algunos estaban recibiendo mantenimiento y en otros, oh sorpresa: estaban varios chicos de secundaria trabajando con sus mamás sus tareas. Mientras otros miembros de la familia terminaban de cerrar el templete, los chavos le dictaban a la mamá para preparar el papel rotafolio para la exposición sobre instrumentos de medición, para la clase de ciencias naturales supongo; por otro lado unos niños de primaria copiaban en su cuaderno una estampita de no sé quién mientras su madre recortaba una monografía. Eran casi las 10:30pm. ¿Cuántos niños tendrán que ir a clases, sin desayunar o desayunando cualquier cosa, salir, tener por alimento la comida corrida que venden cerca del puesto de su familia, quizá trabajar atendiendo el puesto o subiéndose a vender a camiones o al metro (he visto niños incluso con uniforme ofreciendo sus productos en el transporte público), después jugar con otros chicos en su misma situación, y luego esperar a que la jornada laboral termine para que su madre, padre o hermana mayor le pueda ayudar con la tarea? ¿A qué hora duermen? Porque está comprobado que los ambulantes de lugares céntricos, como los del Eje Central, por ejemplo, vienen de zonas tan lejanas como Iztapalapa, Neza, Ecatepec y otras zonas de la orilla de la mancha urbana de la metrópoli. Y luego a volver a empezar. Estos son chicos que prácticamente viven en la calle, que conocen su hogar sólo para dormir (si es que éste lugar existe).
Cuando tenía como 8 años leí en el Selecciones del Reader’s Digest un artículo con consejos tipo los mejores hábitos de los estudiantes altamente efectivos, o algo así. Una de las recomendaciones era tener un espacio propio para poder dedicarse exclusivamente a estudiar. Yo estaba muy frustrada porque en casa no teníamos lugar para poder trabajar yo ahí y siempre lamenté tener que hacer tareas y estudiar en el comedor (por eso ahora mi escritorio y mi librero son lugares casi sagrados para mí). Pero al menos tenía un espacio. Hoy en la mañana caminando hacia la estación Zapata, a la entrada del metro estaba un puesto de dulces que atendía una señora, a su lado una caja de huevos rellena de colchas con un niño de 5 años durmiendo adentro. Odio estas escenas de desigualdad. Porque no es sólo malo ver eso hoy, es preocupante lo que puede desencadenar el día de mañana, las oportunidades que este niño no tendrá, los peligros que tendrá que enfrentar y marcarán el resto de su vida. Esto no debería pasar, es indignante ¿dónde quedan los supuestos derechos de los niños en estas situaciones? De nada valen los derechos humanos con tanta desigualdad (ah, la nota mental del día, a propósito: recuperar ese documento que acaba de publicar Banco Mundial al respecto de la desigualdad en México, documento que perdí cuando se trabó esta estúpida computadora ayer).
Lamento haber alargado esta perorata hoy. Prometo que cuando tenga ideas así voy a documentarme un poquito más para plantear lo que pienso de forma más clara, más formada y más al grano.
Los dejo descansar por hoy.
martes, mayo 15
de trascender
Las edades de karina
En fin, que las cosas han cambiado ahora y para bien. Resulta que dejé de crecer a los 13 años y los pocos cambios físicos desde entonces se resumen en que se me han afinado un poquito las facciones. Lo curioso es que ahora la gente me quita años. Me preguntan que qué estoy estudiando y se sorprenden que diga que tiene 3 años ya de que me titulé. Hace unas semanas una señora incluso creyó que tenía 18 años... que me quiten 7 años de un jalón es divertido. Me siento muy a gusto con mi edad y mi apariencia actuales. No es vanidad porque no soy guapa, sino simple gusto por cómo me veo y cómo me siento ahora. Siempre he creído que mi mejor edad fue a los 17, era feliz y me veía bonita; pero ahora, los 25 creo que me sientan bien.
Una vez leí un libro, esos libros para convertir a la gente al cristianismo. El punto es que la protagonista, una preparatoriana gringa, muere a los 16 años. Al final, la madre de esta chica encuentra la paz interior pensando en que Dios cuidará del alma de su hija y se consuela pensando en que en el cielo su hija quedará eternamente en la flor de la juventud de sus 16 años. En el libro dicen que en el cielo nos quedamos en el mejor momento de nuestras vidas, a la edad en que nos encontrábamos jóvenes, plenos y bellos. Pienso que en mi caso cuando muera y si voy al cielo, me veré de 17 o de 25 :)
El que me quiten años me tranquiliza un poco. Saber que regresaré del doctorado pasando la treintena a veces me preocupa. Muchos de mis amigos de acá ya estarán casados, con hijos y casa propia, habremos vivido vidas diferentes, con prioridades diferentes. Eso no afecta la amistad, pero tengo miedo de llegar a sentir que he perdido eventos importantes o que quizá me brinque o no pase por ciertas etapas de la vida que hubiese esperado vivir. Una vez me dijo D que hablaba como veinteañera chafa; eso me hizo sonreír. Luego me dijo algo que me sirvió mucho: ahora que me vaya conviviré con personas con cronologías análogas a mi ritmo de vida, con intereses y formas de vida similares y me sentiré normal. Creo que es cierto, así que no hay nada qué temer. De hecho, volviendo a lo físico, me da igual qué edad aparente. Estoy convencida de que las arrugas y esas cosas significan experiencia.
de madrugada
1. Whatever – Zoé
2. Soñé – Zoé
3. Engaña – Gustavo Cerati (… frente al ventanal nos pusimos a jugar a decirnos la verdad que más engaña saber…)
4. Bocanada – Gustavo Cerati (ésta con una dedicatoria de lo más especial aunque sea algo triste, porque me recuerda la última vez que lo vi, fumamos los dos últimos cigarros de la cajetilla, todo como un presagio: Cuando no hay más que decirnos habla el humo, nada el humo y rema en espiral. Cuando no hay más que decirnos se abren al aire vacíos que dos no pueden respirar. Para desvanecerse alargando el después trayectoria sin final. Distante placer de una mirada frente a otra, esfumándose. Cuando no hay más que decirnos me hago uno con el humo serpenteando la razón. De todo aquello decidido se estira el tiempo y me olvido, me olvido como vos. Y en la espera vagamos indiferentes por el espacio que dejó para desvanecerse alargando el después una historia sin final. Distante placer de una mirada frente a otra, esfumándose.)
5. Beautiful – Gustavo Cerati (me gusta porque es optimista, me gusta creer que es una promesa: estrella de miel tan beautiful, mereces lo que sueñas…)
6. Perdonar es divino – también de Cerati; en sí todo el disco Bocanada es una joya.
7. Mike Mills – Air (me llena de energía y me hace viajar con los beats, no sé mucho de música electrónica, pero Air así tranquilón me gusta mucho)
8. Hit me baby one more time – Britney Spears, aunque también me gusta el cover que le hizo Travis. Puede ser frívolo, pero a mí me gusta y la letra, aunque parezca quinceañera por decirlo, ahorita me pega. Si un día canto en un karaoke, ésta será mi canción.
9. Little respect – Wheatus. La versión de Erasure me gusta porque me recuerda a mis amigos I y J "foreveando", pero la de Wheatus, la original, me cayó en un momento muy ad hoc.
10. Can’t take my eyes off of you – Frank Sinatra. Ésta fue la última canción en la playlist y estuve a punto de apagar el iPod en ese momento porque alguna vez pensé que sería mi primer baile de boda, pero luego me dejé contagiar por el ritmo y pude ver que por sí misma es una muy linda canción y que puedo escucharla dejando al margen mis recuerdos y una que otra ilusión.
No tengo conexión a internet en casa y posteo esto desde mi trabajo. El Big Brother de la universidad nos observa y no nos permite acceder a muchas páginas, entre ellas, a páginas de música de donde podría poner un link para escuchar estas canciones desde mi blog, pero espero que si les interesa puedan darse un tiempito para escuchar con atención estas sugerencias musicales.
Hay otras canciones que no puedo escuchar por el momento. Lost cause de Beck me resulta muy dolorosa, y el tema de la película Closer, la que canta Damián Rice, también me lastima mucho, aunque sean dos canciones que me revolotean en la mente y en el corazón casi todo el tiempo últimamente. Tampoco me gusta mucho ahora escuchar Adiós, del último disco de Cerati, porque siento que me la aplican a mí. Pero está bien, voy a dar un giro en mis pensamientos ahora.
Llegué a casa y platiqué un rato con Diana. Le dije que me voy en mes y medio y que dejaré el departamento el 30 de junio. Me felicitó por la oportunidad que tengo en Arizona y lamentó que tuviera que irme porque dijo que se ha sentido muy a gusto en nuestra convivencia. Varias personas me dicen que la relación que tengo con mi compañera de departamento es bastante rara porque interactuamos muy poco. Es cierto, pero quizá esa dinámica es la que nos ha funcionado a ambas. Planeamos festejar a lo grande su cumpleaños, que será a mediados de junio y Diana quiere que armemos una gran fiesta de despedida para mí después. Eso es lindo, pero la idea de organizar una fiesta de despedida en realidad me aterra. Me siento tan aislada del mundo últimamente que temo que no tengo amigos cercanos a quién invitar. Eso me da miedo. Pero no pensaré en eso ahora, creo que aún no es el momento.
Aprovecho mientras para pasar las fotos de mi cámara a la computadora. Pongo unas de Fuchi. Fuchi es la representación física de mi perrito imaginario. Adoro a los perros pero por reglas de mi casero no puedo tener mascotas en casa. Aunque pudiera, no tendría un perro aquí, no es justo que un labrador viva en un espacio de 40 m2. y reconozco además que no sería una dueña demasiado activa. Tampoco podría tener a un perro pequeño de aparador, odio a esos perros miniatura como los poodle o los schnauzer. Así que desde el año pasado comencé a tener un perrito imaginario. Una vez que íbamos a una fiesta o algo así con Pepe y Lucy encontré a Fuchi en el coche de Pepito. Le insistí a Pepe que me lo regalara y finalmente accedió, pese a que era un regalo de su exnovia. Prometí cuidarlo y llevarlo a conocer mundo. En las fotos de aquí aparece Fuchi sobre las lecturas que hacía a mediados de abril. Cuando P y yo nos separamos creí que no podría seguir cuidando de Fuchi. No sé bien por qué creí eso, bueno, es que Pepe es amigo de P y por el vínculo y otras circunstancias no veo a Pepe desde diciembre del año pasado. Sin embargo, Fuchi me hace compañía y acariciarlo me tranquiliza; así que finalmente decidí conservarlo conmigo y lo llevo en mi bolso a todos lados, es una cuestión de compañía, nada de fetichismo.
La siguiente foto la tomamos mi hermano y yo el viernes pasado en la central de autobuses del norte. No habíamos comido bien ese día porque ambos tuvimos mucho trabajo y no tuve tiempo de preparar algo de cenar para el camino así que acabamos comprando unos pastes que venden en la central a once pesitos. El lugar estaba lleno y no nos quedó más que sentarnos en un carrito maletero para no acabar en el piso. Víktor y yo bromeábamos sobre la jodidez y nos tomamos las fotos para guardar la imagen para la posteridad. Me gustaron porque suelo reír muy poco y estas imágenes me recordaron cuando éramos niños y hacíamos sonrisas de piraña mostrando todos los dientes.
La última foto es un ocaso de primavera visto desde mi ventana. Se puede ver la torre de Mexicana y el WTC. Mhmm, comienza a entrarme algo de nostalgia. Me da cosita saber que dejaré la Ciudad de México un mes antes de cumplir diez años viviendo aquí. Dejo una gran ciudad sobrepoblada, cosmopolita, plural, desigual, vieja, caótica y dinámica, para internarme en el sorprendente desierto de Arizona, bueno, diré: en el valle de Tucson, para que suene más bonito. No, no es que lo lamente, en absoluto. Es que estoy en medio de una maraña de sentimientos encontrados. That’s all.
Bien, vuelvo a mi libro de Game Theory for applied economists que dejé abandonado el fin de semana. Se supone que debería estar estudiando matemáticas, pero me he entusiasmado con la teoría de juegos por el momento. Dos cigarrillos y un poquito de mezcal de Guerrero que me regalaron la semana pasada han relajado mi cuerpo y sólo necesito leer un poco para sentir que el día terminó bien y pueda dormir en paz.
(mayo 15, 01:20 hrs)
lunes, mayo 14
san lunes
Hay fines de semana, como éste que terminó, en que llego el lunes en la madrugada a la ciudad de México después de haber estado en Tampico. Así que hoy llego desvelada, con la columna desviada, usando tenis rosas, una camisa negra que recién descubrí está perdiendo el color, el cabello recogido y mi estómago me reclama que sólo tenga por alimento un espresso doble que me preparó don José. Y encima, hay que trabajar. Otra vez no voy a cumplir con las fechas programadas, pese a que he estado trabajando horas extras y en días feriados. Pero la libraré, estoy segura.
Estoy, no sé si es la palabra correcta pero me siento algo así, como contenta. Me hizo bien visitar a mis padres, estar en casa, tomar aire puro, sudar como cerdo en el calor de mayo cerca del mar. Necesitaba salir un rato de la rutina que he estado llevando este año y del enclaustramiento al que me sometí las últimas semanas. Es la tercera o cuarta vez que voy a Tampico este año, pero la primera en que lo hice con gusto: añoré subirme al camión y dormir todo el camino para sólo despertar y ver que atravesamos el río Pánuco sobre el puente. Fue el último viaje de ida y vuelta al D.F. En mes y medio iré a Tampico y estaré ahí 3 semanas para después volar a Arizona. Así que comienza la cuenta regresiva y la locura por arreglar papeles y mudanza. Pura diversión.
Fueron un par de días ajetreados y de descubrimiento. Descubrí cosas lindas y otras aterradoras. Necesitaba tanto relajarme en la cocina con mi mamá y aclarar mi cabeza hablando con mi padre. Andrés es sensacional, es un hombre maravilloso. No es el hombre más inteligente del mundo, ni el más fuerte, ni el más poderoso. Pero su presencia es tan importante para mí, que cualquier cosa, por mala que parezca, parece tomar su justa dimensión cuando la discuto con él y todo problema puede tener solución si la buscamos entre los dos.
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Son casi las dos de la tarde. Estoy cansada y desilusionada. El trabajo no para y me pone mal, y hasta un poco triste, la actitud de mi jefe para conmigo. Puedo enojarme, puedo alegar que no es justo conmigo, que es una mala persona, que me fastidia, pero no pretendo martirizarme ni quiero amargar este día. Templanza. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer.
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3:20pm. Regreso de comer. Quisiera un cigarro pero siempre bajo al comedor sin la cajetilla, así que me da flojera subir. Compro unos kranky, mi nuevo vicio. Voy por un café con don José, necesito cafeína para aguantar hasta tarde en el trabajo hoy. Decidí perdonar a mi jefe y, de paso, hacer caso omiso de él. No le voy a dar importancia a sus desplantes, yo me dedicaré a hacer lo mío; punto. Nota mental #1: no deshumanizarme a ese nivel nunca, sobre todo si en algún momento vuelvo a tener gente por cuyo trabajo debo responder. En fin, don José me pone de buenas, él es como el azúcar que endulza mi café, le da un toquecito más rico con sus bromas y su plática. Lo único malo es que ahora cada mañana me recuerda, reclamándome, que me quedan pocos días aquí. No me duele dejar el este lugar, sino la gente buena con la que me he encontrado aquí. Nota mental #2: regalarle un souvenir de las chivas a don José antes de que me vaya.
De vuelta a la madriguera donde trabajo camino detrás de un grupito de profesores. Bromean y chismean. No les pongo atención hasta que a lo lejos medio escucho la historia de un conocido de ellos que se ha casado dos veces sin divorciarse. Se enciende mi morbo. Dicen que el fulano en cuestión vivía en conocida colonia de moda de la Ciudad y que tenía su casa chica a tres calles de donde vivía con su familia. Ese tipo de historias me molestan. Los rebaso y llego a mi lugar. Hora de volver a trabajar.
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viernes, mayo 11
Vuelvo
Extraño. Sonrío. Guardo recuerdos. Siento. Pienso. Todo está bien; me gusta creer que todo ocurre para bien.