miércoles, agosto 27

candidez

Teníamos poco de conocernos pero luego luego empezó con sus preguntas insidiosas y sus toritos, una de sus favoritas era: ¿qué es lo que mueve al mundo: el poder, el dinero o el sexo? Mi respuesta no variaba: el poder, y la suya siempre era: no Karina, es el sexo. Como hace mucho de eso, no se me ha ocurrido preguntarle recientemente qué tanto de eso era cierto y qué tanto eran nomás sus hormonas de los 19 años. También por ese entonces Fer me había contado que pensaba estudiar Relaciones Internacionales para poder entender la balanza de poder que mueve al mundo. Cuatro años y medio después los dos nos graduamos de Economía.
Desde chavita me fue difícil entender y aceptar la desigualdad y la pobreza. A los 10 años califiqué la situación como algo injusto, y decidí que quería estudiar Derecho para traer la justicia a este mundo. Poco después intuí que por ahí no iba la cosa; una chiripada me hizo fijarme en la Economía y creí que la clave tenía algo que ver con el dinero. Mi percepción se fue refinando, aparentemente: la disparidad en la distribución del ingreso como un reflejo del inequitativo acceso a las oportunidades de desarrollo, las fallas de los mercados, efectos del entorno macro, blablabla. Pero no, de nada sirve entender y explicar cómo es que un país como Zimbabwe puede tener a más del 80% de su población desempleada y tasas de inflación de 11 millones por ciento (aunque creo que nunca me había imaginado que una cifra así pudiera existir, según las equivalencias, una barra de pan viene costando alrededor de $150 USD), si no se puede hacer nada porque la clase política de un país es la que dirige y lo lleva al caño, derechito y sin escalas. Y ahí están esos tipos, rascándose la espalda el uno al otro y robando a discreción en tiempos de bonanza, y sacándose los ojos y desconociéndose cuando el barco se hunde, mientras la gente se muere de hambre, cuando no tiene fuerzas o medios para poder huir. Y una vez más, uno acá bien mono inútil, nomás mirando.
O sea que para el caso da lo mismo Fer, lo que mueve al mundo es la voluntad, buena o mala, pero lo mueve.

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