sábado, agosto 30

generación

Esta mañana recibí un correo de MN, un cuate al que respeto mucho y al que le tengo mucho cariño, aunque ya hace un chorro que no tenía noticias suyas. Él escribe bien, en 10 ó 20 años, seguramente menos, no dudo que estaremos leyendo sus columnas en algún diario de circulación nacional. Nos habla de su preocupación por lo que está pasando en México respecto a la inseguridad, y también dice algo similar a esta inquietud que yo traía por aquí el otro día, sobre nuestra falta de compromiso como ciudadanos y nuestra participación como agentes que colaboramos con la corrupción y la ausencia de seguimiento a la ley. Sin embargo, lo que más me llamó la atención es este párrafo que voy a citar aquí:
Para los de mi edad, a nada de ser treintones: Ya Basta de vivir tan ensimismados. Temo que nuestra generación es sumamente individualista, pero no a la gringa (como tradicionalmente se entiende), sino a la mexicana, que consiste en denostar y despreciar el éxito del otro, sobrevalorar el éxito propio y conmiserarse frente al fracaso. Mi generación tiene un enorme deseo, casi obsesión, por el éxito profesional. Durante mis años en la universidad, sólo un puñado de compañeros dedicó parte de su tiempo al trabajo comunitario. Esto es tristísimo en un país tan necesitado como México. Soy muy pesimista en cuanto a mi generación como factor de cambio, pero admito que todavía somos suficientemente jóvenes como para tomar otro camino.
(quisiera aclarar que MN es un año mayor que yo, así que él será treintón primero, gracias)
Me llamó la atención por la cuestión del relevo generacional, por todos los vacíos que a nosotros nos va a tocar llenar y por todos esos espíritus grandes y mentes brillantes que hemos perdido para siempre. Digo esto porque después leí la noticia sobre la muerte de Gilberto Rincón Gallardo y lo lamenté mucho, porque la izquierda en México será muy cuestionable y todo lo que quieran, y soy la menos indicada para hablar sobre eso, pero creo que este señor tuvo un papel fundamental como factor de cambio en la vida política y social de México, además de ser un ejemplo en sí mismo de la lucha contra la adversidad. Me hizo recordar también la reciente partida de Alejandro Aura, a quien yo no ubicaba como escritor, sino como el director maravilloso de la Secretaría de Cultura del DF, con todos los libroclubes y los conciertos y eventos gratuitos en el zócalo a finales de los '90, y de quien me vine a enterar de todo lo demás cuando empecé a leer su blog poquito antes de su muerte, en fin. Pese a todos los claroscuros que hay en la vida de una persona, hay veces en que prefiero enfocarme en su legado positivo. Por eso me pregunto cuando toda esta gente emprendedora muere, ¿y ahora quién va a tomar su lugar? Y no puedo evitar esta sensación de que cada vez más nos estamos quedando desamparados de buenos hombres y mujeres, de seres humanos ejemplares.


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