martes, enero 15

miscelánea

coming back to town

y no sé si poner carita feliz :) o triste :(
Pero según mi tarotista (bueno, la de Sonia), 2008 será un año de estabilidad y equilibrio, siempre que logre lidiar con la tristeza.
Feliz por los nuevos bríos y este brillito centelleante adentro de mí que parece optimismo. Lo que sea pero, al menos, muchas ganas de trabajar.
Triste por todo lo que dejo una vez que llego aquí (aunque me sale una sonrisa entre tanto recuerdo -guiño, guiño-).
Ceño fruncido porque me choca esa costumbre tan tucsoniana de andar en chanclas s-i-e-m-p-r-e. Nunca he entendido cómo haciendo frío la gente sale con suéteres, sudaderas, ropa térmica, bufanda y CHANCLAS. Pa acabarla me repatea el sonido de un caminar chancleando, pfff... (fin de mis cinco minutos de intolerancia del día de hoy).
Suspiro: atardecer rosado, cielo claro, viento frío.

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Recuento

Mhmmm... iba a ponerme a contar aquí lo bonito de mis vacaciones y los reencuentros, redescubrimientos y esas cosas, pero es algo tan personal que supongo va a resultar aburrido. Anyway, hay algunas fotos que espero ir subiendo al flickr, aunque algunos de los mejores momentos no cuentan con imágenes (patrimonio intangible que le dicen).

Por lo pronto, para decorar esta entrada, una imagen de la serie Homage to the Square de Josef Albers, gran gran gran descubrimiento gracias a la exposición que aún tienen oportunidad de alcanzar en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico de la Ciudad de México; los martes la entrada es gratuita).




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In memoriam

Me acabo de enterar que cerraron la cantina El Nivel en la Ciudad de México, después de 125 años de operar en esa esquinita de Moneda entre el zócalo, catedral y palacio nacional. Como casi todos los que han dicho algo, me uno a la voz que lamenta que la cierren y me pregunto cuáles son los planes que la UNAM tiene para ese lugar. Como casi siempre, aunado al clamor popular de preservar la tradición mexicana de las cantinas, las razones sentimentales también interfieren en esta añoranza por un lugar que se cierra. El nivel fue la segunda cantina que visité en mi vida (porque en Tampico aún no se permite la entrada de mujeres a este tipo de lugares) y fui cliente más o menos asidua hace tres años porque íbamos a comer ahí los sábados después de las clases de tseltal. Eso también me ha hecho recordar mucho a Pablito, que fue quien me llevó ahí la primera vez, luego de colarnos a un evento de danza en el Teatro de la Ciudad.
Supongo que en esto de los negocios también es la ley de la vida, que todo llega a su fin y esas cosas. Como el Café El Mundo en el centro de Tampico. Ese lugar me hace recordar a mi abuelo, porque siempre fue a tomar café en la barra de ahí y me llevaba pastelillos (unos panes de pasta hojaldrada cubiertos de azucar dorada). Hace años tuvieron problemas con el dueño del lugar y lo cerraron, sin avisar ni indemnizar a los trabajadores. Su antigua ubicación, en César López de Lara ahora alberga una farmacia, una zapatería y una heladería de La Michoacana. Los trabajadores armaron algo así como una cooperativa y trataron de rescatar el espíritu de El Mundo. Pusieron una cafetería en un pasillito sobre la calle de Madero; ahora se llama Mun-2. Hace un par de semanas a mi hermano y a mí nos entró un antojo loco por pastelillos y nos lanzamos a buscarlos. Me dio mucho gusto ver que el negocio prosperó y ya se hicieron del local contiguo. Sigue siendo un lugar pequeño y no es muy bonito, pero si andan por ahí dénse una vuelta, pidan un café y acompáñenlo con un polvorón o un pastelillo, de verdad son buenos; ojalá tengan suerte porque vuelan. Ñumi, ya se me antojó.

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I say a little prayer...

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