—¿Ves algún muro entre ese niño y el elefante? De eso se trata: de liberar las fronteras entre los seres humanos y otras especies. Veo que construyen un muro entre México y Estados Unidos. Están construyendo muros en Israel, en otros países. Hay que encontrar mejores soluciones que reforzar fronteras. Como especie somos muy buenos en separar: por color, raza, especie, pero no funciona, no va a funcionar.
A Colbert le entusiasma la idea de compartir esta vivencia con el mayor número de personas posible. Por eso privilegió que se presentara en México por sobre muchos otros países tanto de Europa, Medio Oriente, el mismo Estados Unidos.
Y la apuesta por el tercer mundo es claro para él. De hecho de México le gustaría irse al Sur, a Brasil.
—Esto no es un cubo blanco, estéril, que no refleja la apuesta espiritual de muchos artistas. Esto está vivo, respira. Fue construido todo por manos de hombres. Las columnas de bambú tienen sus raíces al cielo —dice observando 20 metros hacia arriba de él.
Explica más la apuesta de este museo nómada.
—Es redefinir en lo que se convirtió el museo del siglo XX: un lugar donde ibas a ver objetos, casi llevando una lista: vi esto, esto, esto. ¿Qué pasó con los museos donde abres todos tus sentidos, un lugar donde dejas todo el cinismo atrás, un lugar donde recuerdes que sólo somos seres diminutos comparados con la naturaleza?
Por eso la apuesta por una experiencia completa: música, luces tenues, gran arquitectura y también un largometraje del momento en el que fueron tomadas las fotografías y dos cortos-poemas haikú.
Por eso en la mayoría de sus fotografías —55 expediciones alrededor del mundo con animales totémicos como elefantes, ballenas, manatís, cheetas, águilas, ibis, orangutanes— los humanos tienen los ojos cerrados. Son los ojos de los animales los que ven.
A Colbert le entusiasma la idea de compartir esta vivencia con el mayor número de personas posible. Por eso privilegió que se presentara en México por sobre muchos otros países tanto de Europa, Medio Oriente, el mismo Estados Unidos.
Y la apuesta por el tercer mundo es claro para él. De hecho de México le gustaría irse al Sur, a Brasil.
—Esto no es un cubo blanco, estéril, que no refleja la apuesta espiritual de muchos artistas. Esto está vivo, respira. Fue construido todo por manos de hombres. Las columnas de bambú tienen sus raíces al cielo —dice observando 20 metros hacia arriba de él.
Explica más la apuesta de este museo nómada.
—Es redefinir en lo que se convirtió el museo del siglo XX: un lugar donde ibas a ver objetos, casi llevando una lista: vi esto, esto, esto. ¿Qué pasó con los museos donde abres todos tus sentidos, un lugar donde dejas todo el cinismo atrás, un lugar donde recuerdes que sólo somos seres diminutos comparados con la naturaleza?
Por eso la apuesta por una experiencia completa: música, luces tenues, gran arquitectura y también un largometraje del momento en el que fueron tomadas las fotografías y dos cortos-poemas haikú.
Por eso en la mayoría de sus fotografías —55 expediciones alrededor del mundo con animales totémicos como elefantes, ballenas, manatís, cheetas, águilas, ibis, orangutanes— los humanos tienen los ojos cerrados. Son los ojos de los animales los que ven.
Fragmento de la entrevista a Gregory Colbert con motivo de la inauguración de la muestra Ashes and Snow en el Museo Nómada que hoy se encuentra montado en el zócalo de la ciudad de México. Su concepto del arte, la vida y la naturaleza me conmovió. La entrevista completa y otros links en: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/55123.html
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