domingo, septiembre 23

búsquedas y encuentros

A principios de junio fui con mi hermano a una presentación de ballet en el Teatro de la Ciudad, en Doncéles 36, centro histórico de la Ciudad de México. Era un collage de escenas de diversas obras clásicas, como el Cascanueces, el lago de los cisnes, el Quijote, etc. pero la penúltima obra era una coreografía de un mexicano, Alejandro Vargas; "Quisiera Acariciarte" se llama.
Cada que se cambiaban de una pieza a otra se apagaban las luces y luego se volvían a encender y todos aplaudíamos para recibir a los bailarines, pero en el caso de esta coreografía comenzó la música pero el escenario quedó a oscuras. De pronto sólo se escuchaba algo así como el correr de un flujo de agua y el tintineo de una gota cayendo. En eso una luz iluminó una parte del escenario y cambió la música. En toda la pieza hubo como cuatro cambios de música, muy muy dramáticos, pero que le impregnaban más fuerza a lo que estaban haciendo los bailarines en escena. La historia es básicamente la de dos amantes que se separan porque él se va, ella le ruega sin éxito y queda destrozada; entonces hay un lapso de tiempo en el que los dos van de un lado a otro, sufriendo, vacíos, quebrados, añorándose. Y claro, el día en que ella sobrevive al abandono, él se da cuenta que en verdad la ama y la busca, pero ella ya no puede volver y huye. Comienza una persecusión por todo el escenario, cargada de pasión, tensión, amor y sufrimiento, se buscan pero no se encuentran, se encuentran y se rehúyen. Así, hasta que ella, que le había negado su mirada en todo este tiempo, ella voltea, lo ve a los ojos y cae rendida ante él. Entonces acaba la historia así, con el encuentro del amor consumado. Vuelve el sonido del correr del agua y se apagan de nuevo las luces. Pasa como un minuto porque todos en ese lugar estamos shockeados y maravillados. Y luego la lluvia de aplausos. Más de uno sacamos lágrimas. Mi hermano dice algo como "no mames wey, no puedo hablar, estoy impresionado".
Lo que acabo de narrar es lo que yo recuerdo e interpreto de esa obra, y quizá no necesariamente sea un rescate fidedigno de esa coreografía. Fue la tercera vez que veía un espectáculo de danza contemporánea y fue un lindo acercamiento. Pensé en esto porque a veces me pregunto cuántas personas andamos en este mundo así, moviéndonos de un lado a otro cargando un vacío que a veces pesa cantidad (y no me importa si esto suena lógico o no), buscando una mitad que quizá no existe o esperando un final feliz que a lo mejor no llega.
Pero bueno, such is life. Proyecciones Karina presentó.

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