viernes, abril 18

aux armes citoyens

Me aventé un ratote hablando con el buen Isami a raíz de un email que le escribí en busca de respuestas que yo no me animaba a contestar. Por más que le acoté mi duda para que no se saliera por la tangente, no pudimos llegar a una conclusión, peliaguda la cuestión.
Sé que poca gente lee esto, pero pues ahí si alguien tiene una opinión, chance se arma una discusión interesante. Ésta es la situación:
Hace rato mientras cenaba veía Casablanca. La vi hace muchos años en un cinema viejito viejito, que todavía tenía palcos y todo eso, pero recordaba pocos detalles de la historia. La cosa es que hay una escena en donde un grupo de alemanes irrumpen en el Café Américain cantando un himno alemán, haciendo sentir remal al resto de los franceses ahí que obviamente les dolía saber de la ocupación de París y casi toda Francia en esas épocas... entonces uno de los héroes de la historia le pide al resto de la banda que toquen la marsellaise y todos los demás se ponen a cantar, un momento por demás emotivo, sí, cargado de patriotismo... en fin, pues a mí casi me saca las lágrimas, ya dije, emotivo el asunto... Hasta me puse a escuchar después a Edith Piaf y una versión suya que tengo de ese himno. Luego me quedé pensando en cómo me sentiría de estar en una guerra, si sería por demás indiferente o qué haría en tal caso, apechugar con la invasión o luchar contra el enemigo... esas cuestiones contrafácticas son complicadas, porque además implican nacionalismos en los que yo no estoy muy de acuerdo.
Recientemente he estado leyendo algunos artículos de espías soviéticos durante la guerra fría, de españoles ejecutados en tiempos de Franco por luchar por la democracia, o sobre héroes civiles de la Resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial ¿qué los motiva a dar su vida de esa manera? Es difícil pensar en una guerra mundial, vivir en el enfrentamiento constante; incluso en las recientes guerras que a mi generación nos tocó vivir de lejos: los Balcanes, Irak o los genocidios étnicos por guerras internas como Ruanda o Chechenia. Pero pensemos en una guerra mundial. Me conmovió el sentimiento de unidad de los franceses en el Café Américain cantando la marsellaise, porque en comparación a la forma en la que se presenta al grupo de alemanes, cantando su supremacía, los franceses parecían cantar precisamente eso, un himno de unidad, de libertad. Así que me pregunto ¿en una guerra se defiende un país, "una patria", o lo que ello significa? ¿en verdad defendemos nuestra bandera, nuestra identidad nacional? ¿o quizá defendemos nuestra idea local y sentimental de lo que nuestra patria (lo decía el padre de Martín, en la peli argentina Hache: mi barrio, mis amigos)? ¿o son conceptos más abstractos: libertad, libertad, libertad?
La pregunta a mi amigo fue muy específica en torno al nacionalismo: ¿qué harías en un caso en el que hubiese una guerra mundial y tuvieses a fuerza que salir a pelear, pero puedes elegir entre el lado de México o por parte de otro País X, que para hacer esto interesante, supongamos que están en bandos contrarios? Quizá para hacer la pregunta más fácil, supongamos que eres un jugador de futbol muy bueno y cotizado y en la final del mundial de futbol están México contra País X y tú puedes elegir en cuál de los dos equipos jugar (y ambos te pagan lo mismo),
por 3 kilómetros: ¿en qué país/equipo jugarías y por qué?
No, no se vale que juegue la ignorancia (ni aplicar el gctrón)...

Ahora que lo pienso un poco, y tratando de ser consistente con esta quasi-aberración que tengo hacia los nacionalismos (no necesariamente contra la identidad nacional), creo que yo me iría del bando que me diera garantías, en el que se respeten nuestras libertades; claro, que generalmente eso no sucede para los vencidos; entonces pienso que con gusto lucharía en la resistencia... pero tiene mucho de ingenuo, ignorante y romántico mi argumento.
Hace poco conocí a dos chicas de Irak. Con una de ellas trabajé en este foro donde hablábamos de compromiso ciudadano en los procesos electorales. Ella nos contaba lo infructuosa de la presencia estadunidense en su país, en particular de la aparente necedad de imponer un regimen democrático en una sociedad que ni siquiera tiene garantizada la preservación de su vida por el hecho de salir a votar en las elecciones. Nos dijo: sí, queremos democracia y sabemos que hay un precio por ello, pero si hoy por hoy el precio de elegir "libremente" a un representante atenta con tu derecho a la vida en todos los sentidos (desde que te maten a ti o que maten a tu marido que es la fuente de ingresos de tu hogar), hay un error de fondo en el sistema. Desde esta óptica, nos dijo, estábamos mejor con Hussein. La otra chica era más pro-Washington, claro, estábamos en una comida con varios elementos del gobierno gringo, y nos habló del ambiente festivo con el que se recibió a las tropas estadunidenses, de la esperanza que se tenía con este cambio. Pero luego reconoció que no se puede vivir ahí, no así. Es una invasión, y la desconfianza persiste.
No sé, igual no me hagan caso.

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