Sip, cita citable de ese libro que no leeré pero cuya película quería ver con las personas indicadas, que son mis hermanitas del alma, aunque fuese en un pésimo doblaje al español (al menos no fue catalán) en un cine medio cucho a lado de MareMagnum en Barcelona nuestro último día juntas. Y justo se lo mencioné a Gaby hace un par de noches en que me dijo que le alegraba verme tan feliz y yo decía que no había felicidad completa. Para una workaholic como yo es evidente que mis prioridades han cambiado quizá en detrimento de mi trabajo, y eso por un lado me preocupa pero por otro lado lo encuentro saludable. Además, no que las cosas estén saliendo malmal, pero sí como que no está muy bien eso de estar a medias en un propuesta de tesis doctoral que defiendo en una semana y que debí haber entregado oficialmente hace cinco días...
Pero lo bueno de estar juntos en este negocio (algo a lo que me resistí por muchísimo tiempo, jurando y perjurando que nunca saldría con un economista) es que estos días de histeria son fácilmente entendibles y justificables, y hasta compartibles porque aquí tienes a dos estudiantes de posgrado a casi las dos de la mañana trabajando en propuestas de investigación acompañados de sendas tazas de café en fin de semana y totalmente indiferentes a la falta de glamour que caracterizan rachas como estas.
Y ahora vuelvo a trabajar antes de que el sueño me vuelva a ganar otra vez.
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