lunes, febrero 14

Al despertar

Toda la noche, Padre, velaste mi descanso y aunque estaban mis ojos por el sueño cerrados yo te sentía cerca y buscaba ese hueco seguro de tus manos.
Ahora que de nuevo mis ojos a la vida se abren asombrados me levanto a decirte la primera palabra que articulan mis labios:
Gracias, Padre. Te digo gracias por todos tus cuidados, pero no me abandones, no dejes que camine sin rumbo en este día, pues sé que no sabría soportar ni un instante mi soledad sin ti.
Llena con tu presencia mis horas mientras llega la tarde, llena con tu ternura todas mis sequedades, llena con tu cariño, tu cariño de Padre cualquier rincón que encuentres en mi vida y deja que te llame con ansia incontenida.
Todo esto que te pido es en mí tan humano que no podrás negarte. Dame, entonces, la mano y vamos a empezar nuestra jornada. Tú con tus infinitas suavidades y yo bajo la luz de tu mirada.

-Ma. Emilia Peña Castellanos.


Ésta es una de mis oraciones favoritas. La conozco desde hace años porque la dice Monseñor Alfonso en su programa de radio todas las mañanas, pero hace poco que la siento con fuerza y fe en mi corazón y me da esperanzas para continuar mi día, especialmente cuando los días se ven difíciles y mi mente se bloquea, cuando hay muchas necesidades y debilidades en mí y a mi alrededor.
Sean felices, tengan días buenos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mi tambien me gusta mucho y empiezo cada dia con esta oracion