R se irá mañana muy temprano. Ya lo sabía pero no se lo dije. Pasa que no quería despedirme, yo que tengo tanta aprehensión por las despedidas y prefería dejarlo pasar esta vez, después de todo ya teníamos rato sin hablar. Creo que no éramos personas que sirvieran para despedirse; y de pronto era innecesario, porque siempre nos volvíamos a encontrar. Por eso la última vez nadie dijo nada y solita llegó la distancia. No extrañaba a R, y estoy segura que R tampoco me extrañaba a mí. Nos hacíamos compañía de vez en cuando y lo pasábamos bien; aunque no sé muy bien porqué nunca terminamos por congeniar del todo, es una pena. Eran estimulantes nuestras discusiones también; después de todo así fue como nos conocimos, en medio de una discusión por una ventana y el aire acondicionado que no servía. Yo no pensaba despedirme pero R sí, y finalmente accedí porque nos llevamos bien después de todo, aunque quizá sea la persona más seria con la que me he topado hasta ahora, pero sólo porque nunca pudimos conocernos en una faceta mucho más relajada. Todavía antes de irse me dijo que tenía que tomarme las cosas con más calma, que el trabajo no lo era todo; lo dijo muy así, con sus maneras tan socráticas para expresarse. Algún día a lo mejor se lanza para congresista o algo así, a lo mejor un día también yo hago algo grande, una vez hablamos de esas cosas que uno piensa cuando es más joven y cree que puede salvar el mundo. Tampoco se lo dije, pero espero que si un día nos vemos así a lo lejos, pensemos con gusto que fue bueno conocernos.
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