lunes, junio 2

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En un mundo de incertidumbres nuestras decisiones son apuestas. Toda apuesta/decisión implica un sacrificio, eso es inherente, pero también hay que tomar en cuenta los costos que van de la mano cuando las cosas no salen como uno espera. Cuando no existe la probabilidad cero, a veces no atinamos con nuestras apuestas. Esto ocurre para todo. Incluso en circunstancias que creemos controlar, o con personas que creemos conocer, uno no está libre de llevarse una sorpresa. Hay sorpresas buenas, sorpresas malas, hay también simples eventos inesperados, sin más calificativo. En las apuestas uno imagina, prevé; aunque también, -según este librito de Blink (y según los postulados de la teoría de la elección racional)-, uno toma el conglomerado de conocimientos previos para tomar una decisión, considerando que el mejor predictor del futuro es el pasado. Pero a veces es nomás eso, imaginar qué va a pasar. Pero este mundo es una lotería. Pensaba en la mañana que a veces parece que todo el mundo está al revés. Después concluí que a veces mi imaginación ve las cosas de una forma totalmente distinta a lo que al final pasa.
Y luego quería poner alguna introducción chistosona al resultado del juego que planteé el sábado. Pero me topé con un fragmento de una carta que me tocó el corazón (tanto y de tantas maneras) que no sé si me siento feliz, o triste o es simplemente un montón de melancolía que se dejó venir. Hay palabras que desarman, aunque no necesariamente sean dirigidas a uno, pero que nos llegan. Supongo que eso es parte de sentirse humanos (y eso tan bello de ver mis ojos reflejados en tu mirada).

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Sí, creo que me estoy volviendo medio geek, soy súper fan de las obras de Studio Ghibli, pero de verdad, después de 6 horas y media jugando la carta de mi más reciente e importante apuesta (la primera parte), no quería más que desenchufarme de esta realidad y volar a otra. Entonces renté "The Cat Returns", una historia linda (aunque no, definitivamente no me gustan los gatos), con una canción quizá aún más linda. Cursi-cursísima, así que la letra me la guardo, pero pueden checar la música, porque la chava que la compuso (y la canta y la toca) es una artista del hukulele y pues es el instrumento principal en esta canción (pa todos los ignorantes que creíamos que nomás el hukulele se tocaba en la música tradicional de Hawaii).


Kaze ni Naru - Ayano Tsuji

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(abajito en la entrada anterior ya está posteada la solución al juego del anillo de compromiso, y FIN, espero no volver a hablar de teoría de juegos en este blog -al menos en mucho, pero mucho, tiempo ;)-)

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