jueves, mayo 1

en la frontera, en la frontera, en la frontera

oh, buena forma de empezar este mes, que se anuncia bastante pesado.
En un viajecito express nos lanzamos a Nogales, del lado de Sonora, para aprovechar las bondades del arbitraje y comprar medicinas que aquí cuestan más del doble. Estaba bastante preocupada por eso pero W se vio bien buena onda y a pesar de que tenemos menos de 24 hrs para entregar la versión final del paper me dijo que íbamos y veníamos en menos de 3 horas. Un pequeño error de cálculo porque no sabíamos que estaban arreglando la carretera de regreso, un retén más tardado de lo normal, un accidente en la calle principal de vuelta, pero igual fuímos y volvimos en 5 horas. Esas escapadas a mí me encantan, aunque igual no cuenten formalmente como viaje, a mí me emocionan igual, la simple idea de salir a carretera y ver el paisaje alrededor, por muy pinche que éste sea. Es como cuando le dije a D, hace ya mucho tiempo, que la pasaba muy bien cuando cocinábamos juntos y él dijo que hacer sandwiches no era cocinar; pero lo que él no sabía era todo el cariño que ponía al untar de mayonesa el pan, con mucho cuidado, la cantidad exacta y ver que no se embarrara en las orillas; el sentido lo dan los pequeños detalles. Por eso estaba entusiasmada cuando nos subimos a la camioneta color rojo cereza (¡!) y tomamos el freeway. Aunque cruzamos la frontera caminando y estuvimos dando vueltas sólo por un ratito porque tampoco queríamos tardarnos demasiado (trabajo es trabajo y hay que sacarlo bien de todos modos) y acabamos comiendo en un Denny's del mal que era lo más cercano de vuelta, la pasé bastante bien charlando las horas y las horas con W, de un montón de cosas simpáticas y otras simplonas de ésas que hacen reír, historias lindas de la manera en que encontró el amors (más evidencia para la teoría) y dos que tres temores sobre el verano y los reputísimos exámenes que vienen.
En el camino me di cuenta que nunca pensé en llevarme la cámara y lo lamenté mucho porque el paisaje valió mucho la pena. La semana pasada platicaba con una seño sobre cómo una se acostumbra a vivir en el desierto y me gustó compartir con ella esta idea/sensación de que se trata de una forma de comunicación/comunión diferente con el ambiente; ella también destacó la importancia de reconocer la maravilla de los pequeños detalles, como valorar la belleza y fortaleza de las diminutas flores que crecen aquí pese al sol abrasador. Me hubiese gustado tomar fotos del puente internacional y el muro y todo eso, pero para eso requería más tiempo y no nomás andar ahí como turista chafa norteada, se requiere un ojo más sensible y entrenado. Así que al final estuvo mejor así.
En fin, ahora sólo queda vencer el sueño y rogar para que mi pepe grillo me llene de ideas interesantes que plasmar en la última versión del tan canturreado paper.

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¡Sí! Y el evento de la temporada es celebrar el segundo aniversario de La Revista de los Campeones, leyéndose y disfrutando c-o-m-p-l-e-t-i-t-o el número 2o de HermanoCerdo.

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