lunes, noviembre 10

lunes

8°C. Ocho de la mañana, ahorita casi las nueve. Ocho horas de sueño. Me costó, pero logré irme a la cama temprano y levantarme temprano. Ahora falta que pueda concentrarme para trabajar como la gente decente. Es extraño comenzar el día a estas horas y no estarlo terminando cuando ya raya el sol. Fui a tirar la basura y a poner un par de sobres en el correo y no se sentía ni un alma en los alrededores. Hay sol, pero el cielo es el más raro que le he visto a esta ciudad: no hay nubes y está todo color gris, ni siquiera se alcanzan a ver las montañas; parece como esa densidad pastosa y sucia de smog. Me gusta que haga frío ahora, me gusta poder usar mis pijamas rojas de Mafalda y andar en calcetines por la casa.


Este fin de semana lo dejé pasar, sin escribir una sola palabra que tuviera que ver con mi trabajo; dejé que revolotearan un par de ideas por la cabeza que es con lo que voy a chambear ahorita, y avancé un poco mi lectura de Sen, pero no más. Era imposible hacer algo más, era este condicionamiento operante que me invade desde niña: bajas temperaturas y mucho viento, así eran los días de frío en Tampico, aunque más llegadores por el efecto de la humedad. Eran escasos nuestros días así, entonces había que disfrutarlos al máximo, cubiertos hasta las orejas, tapados con un cobertor en el sillón grande y ver televisión y perder el tiempo tomando chocolate caliente. Cuando nos mudamos al DF era chistosísimo, porque los cuatro sentíamos lo mismo, esas ganas de no hacer nada porque era un día de frío y eso no iba a durar. Aquí a veces lo siento más como en casa, por los nortes que de pronto entran, las vibraciones en las ventanas, aunque sin humedad. Claro que al final de cuentas uno se acostumbra, se tiene que acostumbrar, pero siempre es bueno dejarse llevar por el instinto, un par de días, y después volver a todo lo demás.

Que tengan bonita semana.


PD. Me acabo de topar con una buena nota de Francisco Gil Díaz aquí. Creo que es un buen resumen del origen, causas y efectos de la crisis financiera que afectó a EEUU y posteriormente le pegó a Europa y a otras economías importantes. Tiene un uso un tanto excesivo de terminología financiera, pero es bastante legible para tratar de entender el desmadrito que provocó esta crisis que ahora ya se expande a la economía real (i.e., precios al consumidor, empleo) incluso en países que originalmente ni vela tenían en el entierro. Lo que me llama la atención es que Gil Díaz comienza su nota diciendo que esto "no tiene que ver con el capitalismo, ni con la economía de mercado, ni requiere de un replanteamiento del modelo económico", pero no hace falta más que terminar de leer su texto para concluir justamente lo contrario (y ojo, que lo contrario no implica necesariamente estatizar/nacionalizarlo todo; vaya, que la cosa es mucho más compleja).

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