viernes, octubre 10

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Ha pasado la primera de dos semanas del terror, en donde karina debe trabajar lo que no hizo en mes y medio de navegar sin brújula por las aguas turbias de la incertidumbre y la indecisión (aunque seguimos sin brújula y el agua algo turbia, las corrientes se han calmado y se aprecian vientos tranquilos que hacen este viaje medianamente apacible). Sin embargo todavía no podemos cantar victoria porque la que entra es la semana más dura, con discusión del proyecto de investigación de fin de semestre (terror indomable ante los problemas de endogeneidad que aún no alcanza a vislumbrar y menos a proponerles soluciones) más un examen y una última presentación (claro, karina, a la próxima pones una copia escaneada de tu agenda). Por si esto fuera poco, tenemos un cumpleaños a mitad de semana que tendrá que pasar algo desapercibido porque si no estas cosas que urgen no salen (un chorro de gente que cumple años en las vacaciones escolares se queja de que no puede festejar porque todos los amigos están, efectivamente, de vacaciones; pero no se compara con pasarse toda la vida teniendo el cumpleaños siempre en los periodos de exámenes parciales). Sin embargo, hay rumores de un alma caritativa que ha ofrecido su casa para hacer una celebración tardía de cumpleaños. No, que no se agiten los ánimos, que las fiestas aquí tampoco son la gran cosa. Hay muchos mitos en torno a las fiestas de los eternos estudiantes que no saben qué hacer en la vida más que encerrarse en un doctorado. O quizá así ha sido ésta mi suerte, vaya uno a saber. Va una descripción somera: dependiendo de quién pone su casa, son juegos de azar o destreza y habilidades numéricas recompensadas con alcohol; o reuniones en donde se forma un conglomerado parcial de personas alrededor del televisor, sea porque se proyecta un torneo deportivo o porque hay retas en el wii, mientras el resto del conglomerado está alrededor de la parrilla asando salchichas (shh... de hecho, esto no te lo dije, pero por eso me saqué de onda con el término kosher, no sé porqué lo relacioné con salchichas). Creo que las mejores pseudofiestas son las que no lo son, i.e., las que se arman en casa de quien sea después de un examen y todo mundo cae con mucho alcohol, y pues hay mucho alcohol y todo mundo parece bastante buena onda y se lleva una que otra sorpresa. En fin, veremos. Es como un plan en el aire y, por favor, ¡soy Libra! ¿cuándo se ha visto que un librano tenga ánimos de organizar algo y decidir qué hacer?

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