Hace año y medio mi mejor amiga nos envió un mensaje y antes de siquiera leerlo ya sabía lo que nos iba a decir. Era un domingo por la noche y eran esos días en los que apenas empezábamos a mensajearnos con regularidad después de mi regreso a México y de que mi hermano se hartara de mí y me regalara su viejo iphone para que empezara a usar whatsapp y me dejara de los mensajes de texto. Ya sabía que S nos iba a decir que estaba embarazada pues en nuestro último encuentro me había dicho que estaban intentándolo, pero igual me quedé helada aún sin haber leído siquiera su mensaje. Por cinco minutos me quedé ahí en la sala a oscuras dejando que mis pensamientos se precipitaran: de pronto parecía que ella tenía la vida perfecta (casa, trabajo, marido, y ahora un bebé), cuando yo estaba sin casa, desempleada sin prospectos de trabajo, lejos de mi esposo y por tanto sin posibilidades de tener un bebé. A poco más de dos años de matrimonio, Will y yo sólo habíamos pasado un año juntos antes de tener que mudarme a otro estado y luego regresar a México. Pero fue un pensamiento al final el más aterrador: todas las mujeres a mi alrededor podrían embarazarse y parir hasta llenar el mundo, pero el que mi mejor amiga estuviese a meses de tener una bebé significaba para mí el fin definitivo de una era, una era en la que nosotras ya no seríamos las protagonistas, en la que nuestras tonterías y problemas no serían las prioridades, en donde yo ya no sería "la peque" del grupo. Fueron tres minutos de total egoísmo, y de inmediato siguieron dos minutos en donde me cayó el veinte de que esto no se trababa de mí. Eran pasadas las nueve de la noche así que para G en Europa las noticias le llegaron mientras dormía. Yo decidí marcarle a S en lugar de contestar por mensaje. Hablamos por teléfono por casi media hora y hablamos de todos los detalles de su embarazo y su bebé. Hablamos de ella y de su familia y de su emoción. Meses después su hija nació la noche en que yo regresaba de un viaje de trabajo que pude hacer con Will para vernos después de ocho meses de vivir lejos. Fui a visitarla al hospital al día siguiente y supe que tenía razón en el sentido de que las prioridades habían cambiado. Pero también entendí que estos cambios entran a nuestras vidas de forma repentina pero también natural. Nuestras conversaciones han cambiado pero como siempre nuestra esencia permanece.
Ahora que yo espero a mi bebé (porque las cosas pasan cuando tienen que pasar, porque Dios nos da lo que necesitamos cuando lo necesitamos , no lo que queremos cuando lo queremos), un pensamiento constante es el cómo todo esto está cambiando mi vida y me está llevando a tantísimos reajustes. Pero no en el sentido lleno de clichés que todos las madres y padres repiten constantemente. Soy cursi pero no tanto. Esta etapa de preparación me recuerda tanto a mi matrimonio con Will: una aventura llena de aterradores cambios y nuevos retos que complican más la vida, pero a la vez la hacen más interesante. Así que ahí vamos.
de vuelta a las andadas; si digo algo, lo digo aquí
E = m*c^2, mon amour
viernes, marzo 6
domingo, agosto 31
home, sweet home
Después de tener casa llena por casi diez días se siente bien volver a la rutina, ser sólo dos, vivir en medio de nuestro pequeño y ordenado caos. Nos tardamos cuatro horas de volver del aeropuerto, con la tranquilidad de que no hay que cuidar de nadie más, explicar algo, servir de guía, planear el siguiente recorrido. Paramos en lugares al azar, caminamos a paso lento, con destino final pero sin rumbo definido. Regresamos a casa con actitud permisiva y medianamente indiferente al desorden, aunque hicimos de la lavandería una forzada prioridad, pues mañana hay que regresar a trabajar. La vida sigue en medio de pausas e interrupciones. Es tiempo de nuevas incertidumbres y comienza de nuevo el proceso de decidir en dónde estaremos el próximo año, y mientras, en el ínter, seguir.
sábado, agosto 2
sermones gratuitos que nadie pide
Cuando estoy convencida de algo, no me gusta que me digan que no, y así es como me empeño más en que suceda, y si no, por lo menos darme cuenta de porqué no se puede. Casi al mismo nivel, me desquicia terriblemente cuando la gente piensa que porque ellos hacen algo, todos los demás deberían a su vez hacerlo. Y es increíble que de pronto medio mundo a mi alrededor toma decisiones que piensan que todos los demás deberíamos tomar, como si fuese tan divertido que todos estuviésemos cortados con el mismo molde, como si todos tuviésemos la misma personalidad o atravesáramos por las mismas circunstancias.
Quisiera que un día la gente se diera cuenta que preguntar si ya estás en el proceso de encargar un bebé es descortés, inapropiado y grosero. Que el que haya personas que no tienen un trabajo y/o lugar fijo para vivir no quiere decir que no tengan planes. Que es válido tener dudas. Que en general la gente es distinta y no por eso vas a llegar a sermonearla sobre cómo alguien cree que debería hacer las cosas.
Quizá el problema soy yo. Quizá debería moverme en círculos más diversos.
martes, julio 29
hopscotch
Hoy me topé con esta página en donde se dieron a la tarea de musicalizar todos los capítulos de la novela Rayuela, de Julio Cortázar. Me picó la curiosidad y estuve escuchando la música hasta el capítulo 5, cuando se empezó a hacer incómodo estar teniendo que interrumpir lo que hacía para darle clic a cada video. Fue un viaje interesante, considerando que he querido volver a leer la novela sin lograrlo. La verdad es que, aunque Rayuela fue un libro que me marcó, creo que lo hizo porque lo leí en un momento clave de mi vida, pero a estas alturas ya se siente un poco anacrónico. Leí la novela por primera vez hace nueve años, cuando buscando quién sabe qué referencia me la encontré en la biblioteca del CIDE. Ya había leído antes cuentos de Cortázar, primero con un no muy buen sabor de boca con Las armas secretas, que leí porque Julio Cortázar era el escritor favorito de Fer y El perseguidor su cuento preferido, y después algunos cuentos por aquí y por allá cortesía de Miho, en una tutoría para un análisis de literatura latinoamericana en York U, y de Raúl y Belén a quienes desde entonces recuerdo con Axolotl. No sé por qué me llamó la atención Rayuela esa vez pero tomé el libro y no pude soltarlo, a pesar de que en ese entonces trabajaba como loca explotada a más no poder. Me atraparon sus personajes y sus interacciones, sus circunstancias y su ambiente, París, su belleza, sus absurdos y tragedias. En muchas partes encontraba paralelismos en la historia con mis días de estudiante yendo a todos lados con Fer, pero en otras partes me alimentaba una ilusión de no sé dónde, convencida de que yo era la Maga de alguien. Lo que no me daba cuenta es que era sólo eso, que yo quería ser la Maga de alguien, pero que no lo era, de nadie, aunque el darme cuenta de ello me llegó hasta tiempo después. Por eso digo que Rayuela me parece anacrónica ahora, porque lo que me provoca el libro se relaciona con sensaciones muy viejas, y cada que leo algo de ahí me remite a cómo me sentía años atrás, y es una regresión un poco ridícula. Hay sin embargo, una parte que aún me puede (La Maga sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos) y que siento muy real, porque a veces siento que eso todavía me pasa. Me emocionan las coincidencias que en verdad no lo son tanto, y aún creo que si pienso mucho en alguien y ese alguien también piensa en mí, tarde o temprano nos encontraremos, y eso es lindo. Así que Rayuela se queda así en un estante no muy a la mano de mi corazón, pero se queda. Mi libro favorito de Cortázar, por cierto, es Historias de Cronopios y de Famas. Es un libro que siempre que leo me hace feliz.
En fin.
miércoles, julio 23
letters of recommendation
En un mundo ideal las cartas de recomendación no deberían de existir. Ya todos sabemos que en la mayoría de los casos el candidato las escribe o por lo menos esbozó el guión de lo que hay que decir, que los nombres pesados aún cuando firmen una carta escueta tienen más valor que la semblanza de maravillas y cualidades que un desconocido haya escrito sinceramente desde el corazón, que los contactos y los conectes son los que cuentan, y que al final muchas de las recomendaciones que cuentan son precisamente las que no se envían en una carta... Eso sin contar ese cúmulo de vergüenza que lo inunda a uno cada vez que tiene que vencer todos estos demonios cuando debe pedir una de estas cartas, más el lidiar con ese cachito de dignidad que parece morir cada vez que uno se somete a estos procesos y le quiere seguir el juego a estas cosas que a veces no sabe uno ni para qué más...
En fin. De esas veces que sólo queda suspirar y tragarse el decir hay que vida ésta. Pfff
En fin. De esas veces que sólo queda suspirar y tragarse el decir hay que vida ésta. Pfff
miércoles, julio 2
miércoles
Mi cabecita se niega a concentrarse hoy, y cuando a mi mente le da por vagabundear por ahí encuentra consuelo en música tranquila y cálida (no pongo atención a las letras, pero disfruto mucho ahora a Band of Horses, y la sorpresa de The xx), historias, a veces dibujitos (feliz de haber descubierto a guerreroagustina.blogspot.com.es por el momento), y casi siempre una ventana que dé a alguna vista en verde (mi árbol de jacaranda ya está todo lleno de hojas otra vez y recién le encontré algunas flores nueves) en un día como hoy que no se decide si quedarse soleado o prepararse para empezar a llover.
Y en el ínter, esa sensación de seguir esperando, sin saber muy bien qué.
jueves, junio 26
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Para que mi mente no se me ponga ociosa pensando en si algún día voy a poder reproducirme o no, a mi vida cotidiana llegan más cosas que hacer que tienen que resolverse casi siempre en el mismo día o vecindario de días. Mala elección la de pedirme que haga revisión de este documento: quizá no sea buena para escribir, pero eso de hacer proofreading y corregir estilo se me da algo bien y no me sale ser ni muy diplomática ni muy de hacer sugarcoating en mis opiniones, pero por lo mismo me puedo tardar horas porque no me gusta hacer una crítica sin tener una alternativa para proponer. Esto mismo me pone un poquito triste porque no he podido trabajar en esa traducción que tantas ganas tengo de hacer pero tanto me consume y ahí sí que voy de un párrafo a la vez. Pero al menos todo eso sí me gusta. Porque por otro lado me siento una total inútil porque llevo días y muchos intentos de explicaciones sin poder entender qué tipo de estimaciones tengo que hacer para esa bendita última tabla de resultados y ya no sé qué más maromas aventarme a ver si por fin me llega la iluminación. Luego mi variable descriptiva con más de catorce mil observaciones por fin ha sido reducida a menos de trescientas por codificar, si tan sólo ésas no fueran las menos precisas para generalizar. Y tengo el deadline encima para terminar ese ensayo en donde explico cómo voy a salvar al mundo si por fin me dan ese empleo que llevo medio vida creyendo que es el trabajo de mis sueños, y a pesar de que llevo semanas con ese borrador no puedo pasar de esas pocas ideas. Y en el ínter trato de aprender cosas nuevas sobre cómo hacer encuestas y llegar temprano a casa para disfrutar de ratitos de calor de hogar antes de que acabe el día y organizarme para leer lecciones que alimenten mi alma y tratar con mayor frecuencia de dormir más de seis horas (si tan sólo los sueños imposibles o las pesadillas no me afectaran tanto a veces). Y así las cosas.
En fin. Sean felices, tengan días buenos.
En fin. Sean felices, tengan días buenos.
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