miércoles, octubre 21

the gap

no tiene cabeza para generar empleos, pero que tal para generar IGNORANCIA [sic]
comentario de carvic (Miami) en la columna de Carlos Loret para El Universal en línea

Lo natural es pensar que ese comentario se refiere a Calderón y a su gobierno. Lo leí esta mañana, junto con otros muchos comentarios en otras noticias y columnas de variedad de temas y aunque en un principio compartí el malestar y la incredulidad después de un rato acabé de nuevo mareada y por primera vez cansada de tanto conformismo y de tanto quejica profesional pululando por todos lados. Inicialmente pensaba postear sobre lo increíble que me parecía la propuesta de un impuesto a las telecomunicaciones en un país con un retraso tecnológico del calibre de México y con una brecha digital de gran magnitud (simple reflejo de las innumerables desigualdades presentes en la sociedad mexicana), pero ya de eso se ha hablado en todos lados y no ahondaré más porque básicamente desapruebo una medida así y porque ya mucha gente se ha rasgado las vestiduras con banalidades (que esto le echará más leña al fuego de nuestro retraso tecnológico es un hecho, pero, aunque están en todo su derecho, me vale un pito la protesta de internautas que defienden su derecho al acceso a internet pero no están pensando más allá de las pendejaditas superficiales del facebook, hotmail, youtube, twitter, fotologs, blogs, etc --y no es un comentario de amargada, sino un hecho: en México es mayoritario el uso de internet como un medio de comunicación para las redes sociales y los correos electrónicos, pero estamos en pañales todavía para incrementar su uso como una herramienta más en los procesos de enseñanza, como un medio para facilitar transacciones económicas o como un generador de oportunidades de empleo, por mencionar algo). Y eso iba a hacer inicialmente pero después cuando venía a casa pensaba en cómo de los impuestos he escuchado críticas de muchos lados pero muy pocas discusiones verdaderas de fondo y fue cuando me pregunté: ¿dónde están los académicos cuando se necesitan? Recordé que cuando Barack Obama fue anunciado presidente electo, los siguientes meses antes de la toma de posesión y los primeros posteriores estuvieron llenos de rumores, conjeturas y confirmaciones sobre quiénes integrarían su gobierno y particulamente había mucha expectación sobre su gabinete en materia económica debido a todo el desmadre desatado por la crítica recesión. Yo no soy economista groupie que conoce a las grandes vacas sagradas o al stardom de esta ciencia social, así que no es sorpresa que muchas veces incluso me pasa con el premio nobel de economía como con el de literatura, que hasta que los anuncian me entero de su existencia, así que tampoco voy a hacer como que ya sabía de los grandes nombres del gabinete económico de Obama y obviar lo que no es obvio, pero el punto es éste: el hombre, a diferencia de Calderón, se supo rodear de las personas adecuadas, de académicos con gran experiencia en su campo, independientemente si está afiliado o no incondicionalmente a todos sus proyectos. La administración estadunidense tiene gente que se ha movido en áreas abstractas pero con suficiente experiencia aplicada, y para todo lo demás, también tiene el balance de sus operadores políticos, y por si fuera poco, girando alrededor, toda una variedad de economistas casados con sus ideologías que polemizan, critican y proponen, desde sus cubículos, aulas, columnas y blogs, enriqueciendo la discusión. No, no soy una ingenua que se traga todo el cuento de que EEUU es la maravilla del mundo, pero quisiera ver algo de esto en mi país. A diferencia de lo que pensé cuando me fui enterando del gabinete económico de Obama, dos años antes estuve horrorizada con los nombramientos que hizo Felipe Calderón (a excepción de Georgina Kessel a quien conocía por su trabajo con Enrique Dávila y Santiago Levy, pero de quien quedé muy decepcionada luego de la supuesta "reforma energética" y veremos qué pasará ahora con LFC). Aunque nunca quise a Calderón como presidente, el contexto en ese entonces no dejaba más que apechugar tratando de darle el beneficio de la duda, pero luego de la elección de su gabinete no pude evitar sentir que efectivamente nos las veríamos muy negras. Aún tratando de no ser prejuiciosa, es difícil no dudar de la visión de personas sin experiencia en el servicio público, propanistas, tecnócratas y con una formación que a veces está plagada de muchas ideologías. Y sin embargo, no debería esto ser un problema si contáramos con una opinión pública bien formada y un diálogo constante entre los hacedores de política pública, académicos y sociedad civil. Pero eso, me temo, no sucede. Calderón y su gobierno parece que tienen tapones en los oídos. Su gabinete económico propone planes que tienen poco o nulo sentido desde donde sea que uno lo intente ver, y lo peor es que ni siquiera son capaces de defender sus propuestas convincentemente. El poder legislativo sólo busca llevar agua a su molino, así que qué flojera detenerse a echar verborrea sobre eso. Pero, ¿y los académicos? Los académicos parecen vivir en una torre de cristal, siempre que no les quiten su nivel en el SNI y tengan asegurada su tenure; y si se llegan a preocupar, encuentran refugio en la siempre creíble excusa de que no importa qué tanto propongan el gobierno nunca va a querer asumir el costo político de implementar sus propuestas; pero eso sí, bien que cobran cuando los subcontratan para hacer evaluaciones de sus programas ¿Estoy perdiéndome de algo, acaso? ¿el error es mío porque a donde estoy sólo me llegan los ecos de las noticias que leo en línea y no me entero de las polémicas discusiones sobre los diferentes planes para la ley de ingresos? ¿en verdad estoy juzgando mal creyendo que tanto profesor-investigador en las universidades y centros de investigación sólo discute esto en charlas de café y en los pasillos, y no que está participando activamente en buscar soluciones o mecanismos que nos signifique una mejora (sí, de Pareto, si quieren) a las burradas que se están proponiendo ahora desde el poder? Pienso que de muchas maneras la academia tiene margen de acción (y debería tener definitivamente más presencia) para proponer, discutir y evaluar, desde el inicio de los procesos y no sólo al final, debe tener un rol mucho más comprometido, activo y propositivo en el diseño de políticas públicas no sólo con capacidad de voz sino también de voto. Los institutos de investigación y las universidades, me parece, están bastante al margen de muchas decisiones importantes que se toman y afectan a la sociedad. Es fácil decir que todo mundo se queja y nadie propone nada, para un ciudadano promedio, aunque cuestionable, podríamos decir que pasa, pero para alguien que por vocación ha elegido una carrera en donde la generación de conocimiento es uno de sus principales motores, esta omisión o esta indiferencia debería ser inadmisible. Y sin embargo, eso parece pasar en mi país y por eso quizá no debería extrañarme que en lugar de haber un diálogo lleno de discusiones enriquecedoras y propositivas haya toma de tribunas en los recintos legislativos y marchas y manifestaciones. Aún así, quizá sea algo (no lo de las tomas de tribunas, lo cual me ennerva; pero sí podría ser la manifestación frente al Senado que se llevará a cabo el 25 de octubre contra la ley de ingresos). Pero podría seguir con mis preguntas: ¿por qué nos quejamos nada más echando la culpa al gobierno pero no se discuten nunca planes alternativos? ¿por qué, de entrada, creemos durante todo el año que las cosas están bien y que no hay que hablar de presupuestos hasta que llegamos al otoño? ¿por qué nos quejamos de que nos den atole con el dedo pero bien que lo aceptamos SIEMPRE? Mi impresión es que dejamos todo hasta el final y nos ganan siempre las prisas, tenemos una visión completamente cortoplacista y a pesar de las molestias encontramos mil veces más cómodo quejarnos y echar la culpa a otro antes de preguntarnos qué pudimos haber hecho nosotros y eso cuando nos afecta, porque si al final de la historia lo que pase apenas y nos roza, pues qué-más-da ¿no? La verdad es que me da risa cuando escucho/leo que tantas cosas que están pasando ahora en México no es sino una bomba de tiempo y que pronto el descontento social llevará a un levantamiento y esas cosas. Yo no lo creo. El país está en caos ya, pero no veo a absolutamente nadie comprometido con causa alguna, con un plan alternativo sensato, con una verdadera vocación de cambiar las cosas y hacerlas bien. Me dijeron que igual estaban las cosas entre 1910 y 1920 y aún así tuvimos eso que llamamos revolución... vaya consuelo, y aquí el resultado, varios pasos hacia adelante y vé tú a saber cuántos para atrás.
En estas cosas pensé durante todo el día, más o menos en ese desorden de ideas. En el ínter fui a sacar una membresía más en el juego que todos jugamos en el sistema económico del país donde vivo, tuve una cátedra sobre el régimen del ISR de exempleados de Hacienda que lo defendían (¡¿!? después de eso ya no debería sorprenderme tantas cosas sobre las que me quejo aquí...), y mientras cavilaba en porqué parecemos incapaces de vivir en un mundo mejor, el hombre en la camioneta no me vio y yo en mi bicicleta no lo vi pero por un golpe de suerte nos alcanzamos a ver antes de que algo malo sucediera a mitad del cruce entre Speedway y Campbell... y pues nada, que las cosas son y aquí seguimos.

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update OCT/22/2009
lo que tengo en mente cuando pienso en estas cosas, evidencia de que hay mucho por hacer y que se puede hacer, a veces de maneras poco ortodoxas: Presunto Responsable (el original en inglés aquí)
y de esas formas de divulgación que pueden ser bastante útiles, P&R sobre las tarifas eléctricas explicado con peras y manzanas aquí (además me consta que Carreón, un tipo notablemente teórico pero con gran sentido común y los pies bien puestos en la tierra, ha trabajado por años en estos temas con una serie de propuestas de eficiencia y que algunas han hecho mella positiva --viva viva por mi mentor :) -- ).

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