domingo, octubre 25

draft: edit & cut, still undecided...

(extractos de una serie de borradores que nomás no terminaron de salir y que no me gusta que estén ahí en la bandeja, aunque igual ahí deberían quedar, quién sabe)

1. Where the wild things are

Ya por fin llegaron los monstruitos. Las historias y figuras de monstruitos, me fascinan, seres fantásticos en quienes confiar. No me sentía así desde Totoro :)
Quizá vaya finalmente sola, pero la volveré a ver, espero que con merecida compañía después :)

2. ¡salud!

A Dios le pedí fuerzas para tener grandes logros. Me hizo débil para aprender humildemente a obedecer.
A Dios pedí salud para hacer cosas grandes. Me dio enfermedad para poder hacer cosas buenas.
A Dios pedí riquezas para poder ser feliz. Me dio pobreza para poder ser sabio.

Pedí poder para obtener alabanzas. Me hizo débil para sentir la necesidad de Dios.

Pedí todo para poder disfrutar de la vida. Me dio vida para poder disfrutar de todo.
No recibí nada de lo que pedí, pero sí todo lo que necesitaba.

A pesar de mí mismo, las peticiones que no hice me fueron concedidas.

Yo, entre los hombres, soy el más afortunado.

Oración de un soldado anónimo.

Mi tío Fede fue el único hijo de mis abuelos maternos que terminó la educación superior y su graduación fue un gran acontecimiento familiar que yo aún recuerdo. Poco después de obtener su título decidió migrar -ilegalmente- a los Estados Unidos, con la excusa de aprender inglés, donde estuvo trabajando como electricista por dos años. Afortunadamente regresó para ser socio fundador de una pequeña empresa de tecnología en donde con muchos sacrificios logra ejercer su profesión y generar por lo menos un puñado de empleos (esos que no sólo el gobierno no genera, sino que hace peligrar con sus estúpidos regímenes fiscales). La noche de su graduación Federico regaló a mis abuelos esta oración que he puesto arriba, plasmó su pulcra caligrafía de ingeniero en una hoja de papel blanco y la puso en un marco dorado. Ese cuadrito era el gran orgullo de mi abuelo, lo tenía colgado de su ropero de roble que, junto con un par de cortinas, servía de biombo para separar la "recámara" de mis abuelos de la cocina-comedor. De niña no entendía cómo uno podía estar agradecido por las cosas que no le han sido dadas y todavía más, agradecer las cosas malas que también llegaban. Leía esa oración una y otra vez y no entendía; me caía mal. Creo que hasta la fecha no me gusta del todo, pero esa oración está constantemente en mi memoria y a veces llega como un sútil consuelo que de alguna manera me hace entender muchas cosas. Siempre que tengo un pastel de cumpleaños con velitas antes de apagarlas pido un deseo; para no errarle casi siempre pido lo mismo "ser feliz". Hace poco mi hermano me hizo ver que uno no puede pedir eso, que en general no lo merecemos; que uno sólo puede tratar de vivir su vida lo mejor posible y si nos va bien y lo sabemos ver, la felicidad es un regalo que nos puede llegar de repente, y ya. La semana pasada mientras soplaba mis velitas sólo pedí salud para la gente que más quiero. Lo pedí sin merecerlo, pero con toda la fuerza de mi corazón. Este año hemos tenido muchos muchos muchos reveses, pero se puede vivir y hemos agradecido esa gran oportunidad que a veces hacemos menos. Pedí salud, y aunque de entrada parecía que se nos cerraban las puertas, de pronto encontramos una ventana y por ella nos entró harta luz.

3.

Andrés es mi jalador de orejas profesional. Todo (mi) mundo sabe que mi padre es mi adoración y la mayoría piensa que soy la niña mimada de papá. Pocos saben en realidad lo exigente que Andrés es conmigo en particular y las terribles discusiones que podemos tener. Pero él sabe también callar, sus exigencias son más bien sutiles y nunca se ha entrometido en mis decisiones de vida, aún cuando muchas de ellas no han sido de su agrado. Papá sabe estar ahí sin meter su cuchara, sabe lo dispersa que puedo llegar a ser y aún con su tacto de elefante me hace reír y me hace no perder de vista lo importante.
Y al margen, pero en relación con esto, creo que estoy aprendiendo que la esencia de la disciplina reside en el control, en el autocontrol que es posible cuando uno se compromete en causas/tareas en las que cree.

4. dreamgirl

llevo días soñando despierta, con ansia pero sin prisa; esperando enero como una promesa, esperando una vez más

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