Hoy fue mi día malo del mes, aquél cuando me siento blue y algo down, sin interés en general y totalmente incapaz de concentrarme en algo. Aún así me forcé a trabajar por un rato editando mi nueva base de datos y emprendí la caminata de regreso a casa ante la imposibilidad de correr (estoy guardando mi energía y sigo reposando mi cadera para la carrera del domingo) pero la lluvia me agarró de nuevo de camino y tuve que tomar el autobús.
La lluvia ligera acabó en tormenta, y me hizo recordar lo mucho que me asustan las tormentas. Los truenos me ponen nerviosa. No me gusta que me toque una tormenta estando sola. La peor que recuerdo fue una vez en mi primer año del doctorado. Una tormenta eléctrica me parece fuera de la temporada de monsones, y que duró por horas, una buena parte de la noche. Lo peor fue que se fue la luz (la única vez que me quedé sin luz en los seis años que me aventé en Estados Unidos) y no tenía velas ni nada y del miedo me quedé dormida en el sofá de la sala. Esta vez no fue tan mala y la luz no se fue, pero igual me da un pelín de miedo.
Aprovechando la lluvia y mi estado de ánimo puse una película. Blue Valentine estaba en mi lista desde hace un buen rato. Me gustó la música, las tomas, la dinámica entre Michelle Williams y Ryan Gossling (oh, Ryan Gossling, que no es mi tipo, pero cómo hace que me tiemblen las rodillas en algunos de sus papeles), y quería que la historia me gustara, pero nunca pude entender el meollo de la historia, lo que sería la verdadera razón de su separación. Verán, yo tiendo a ser una problem solver y si veo un problema no me gusta darle muchas vueltas sino enfrentarlo de una forma u otra, si no por lo menos comprenderlo antes de intervenir. Y nunca pude entender en dónde estaba todo su desencanto. La película cuenta toda su historia desde que se conocieron hasta que se casan, pero nunca cuenta lo que pasa en sus años de matrimonio. Y es ahí dónde no me trago la historia ni el final, porque las peleas son sólo gritos sin sustancia. Ni siquiera hay acusaciones, sólo insultos y una que otra disculpa o súplica.
Y no sé porqué esto me molesta algo. Quizá es que, como bien comentó Seth Rogen sobre la intervención de su esposa cuando escribía el guión para Neighbors, Hollywood sobreexplota la idea de los matrimonios como un martirio en donde sus dos partes son miserables, y entonces tenemos todos estas representaciones de matrimonios fallidos (paradojicamente, para muestra otro botón: Take This Waltz, otra peli de matrimonio fracasado donde el esposo es Rogen y la esposa Williams). Quizá es porque simplemente no le pude encontrar la lógica a la trama y me quedé con la sensación de que me cortaron unos veinte minutos de película. En fin. Quizá ya me estoy volviendo una vieja refunfuñona.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario