lunes, agosto 24

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Por fin voy a apagar la compu, después de no-sé-cuántos días ahí la pobre abandonada prendida. Y no, ni siquiera es que haya estado ahí pegada a la cosa ésta, sino que cada intento que hacía para arreglar pendientes o desconectarme de preocupaciones de aquí se diluía por el cansancio, la hora de hacer de comer, la hora de volver al hospital, la desidia, el síndrome de peterpan, o el desánimo, así que dejaba montones de tabs abiertos, archivos de word y pdfs y postits verdes en los alrededores recordándome cosas que de todos modos olvidaba. Siento que hoy la tierra y el cielo nos sonríen, nada mal para haber sido un lunes. Pasamos a dieta blanda al parecer sin complicaciones y he brincado de contento. Así que tuve tarde libre para responder correos que tenían tres urgent! en el subject, hacer reservaciones (o intentar hacerlas, aún a destiempo), imprimir papers, tocar base con mi asesor, escribir desesperadamente a mi sponsor que me ha tratado mal muy mal en este mi último año de mantenida (gajes del oficio de vivir del erario público de un país ajeno al propio), recuperar vuelos perdidos (palomita a USAirways), experimentar de nuevo en la cocina, guardar la ropa limpia, tender mi cama, ordenar la maleta (la misma que no desempaqué porque de volver a instalarme sentí que no me iría ya nunca), pasar algo de tiempo de calidad con mi padre, y todavía fui por un "café" de esos que podrían ocasionar comas diabéticos con Rose. A los comentarios de si soy una pesimista por tomarme con reservas los progresos de la semana sólo puedo responder: soy una mujer esperanzada, por eso me cuido ya de las falsas esperanzas o de los festejos anticipados, le temo mucho a las sorpresas. Prefiero ser práctica e ir un día a la vez y ya veremos mañana, se sufre menos y se trabaja más porque en estas cosas no podemos dar nada por sentado. Ahora ya a la cama a leer un manga que conseguí prestado, ja: forzada a sociabilizar en los pastillos de hospital ha sido simpático descubrir que debajo de todos los prejuicios hay cosas muy básicas que nos hacen congeniar... nada, que al final de cuentas, CandyCandy puede unir a quien menos uno se lo espera (una ñoñada, ya sé).

En fin, que tengan días buenos.

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