jueves, diciembre 27

anuncios parroquiales

* La Revista de los Campeones vuelve a su kiosko virtual
Oh sí! Por si entraron a su nueva página y acabaron tristes y compungidos de saber que se había caído el servidor, pueden brincar de alegría porque HermanoCerdo está de vuelta y en su edición número 18 viene cargada de muchos textos buenos (a mí en lo particular me gustó el ensayo de David Leavitt, Fuera del clóset y del librero, traducido por Sergio Téllez-Pon; el cuento de Claudia Apablaza y la reseña que hizo Raúl Aníbal Sánchez; pero hay mucho más para escoger y para todos los gustos).
En el editorial dicen que si deseamos escribir que los queremos que lo hagamos. No he puesto mi comentario ahí, pero desde este humilde blog, se le dice a la hermandad cerda que se le quiere y se le desea larga vida al Hermano Cerdo.

* Atención Argentina
El Capitán Burton, en su blog el cliente NUNCA tiene la razón, ha puesto uno más de sus retos enigmáticos cuya recompensa es un libro. La explicación de este juego de azar y destino está acá (en la entrada del 27 de diciembre) y el único requisito es tener mucha suerte y hacer transacciones con billetes argentinos... y en una de ésas, pues ya. Y si no, pasen al blog y rían mucho con todas las historias del capitán y la vida (no tan) secreta de un librero.

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+ OBITUARIO
Otto nació en Ciudad Madero, Tamaulipas el 2 de octubre de 2002, también era libra. Fue el único labrador chocolate y el más pequeño de su camada. Tuvo a la Greysi, amiga de toda la vida y a la Blanca, su amor de verdad, madre de sus 6 hijos y de quien enviudó en 2005. Fue el líder de muchos de los perros en la colonia. Otto era un bonachón, amigo de todo mundo, incluyendo a los gatos, con fascinación por los saltamontes, mariposas y hormigas, a quien observaba y seguía con curiosidad. Le gustaba comer uvas y hacía de eso toda una experiencia. Otto murió a finales de noviembre de 2007 en Tampico. Otto llegó a mi vida en la víspera de año nuevo hace 5 años y me pone triste pensar que ya no está aquí, aunque hacía tiempo que ya no vivía con nosotros. Escribí una reseña de su vida pero supongo que es ya demasiado ponerlo aquí. Que descanses, Otto, buen señor perro, en el cielo de los perritos.


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