Finalmente, pasadas las 3am, pude dormir. Fue poco, pero al menos dejé las pesadillas por sueños más agradables. Soñé que iba de fiesta con Irene, Javier, Emilio, uff... hasta Damián y todos ellos. Creo que era como la última vez que salimos todos todos juntos antes de la partida de Irene a NY, sólo que los soñé como son ahora. Así que me levanté de buenas. Llegué a la universidad temprano y reviso mi correo por no dejar y soy feliz: iluminando mi bandeja de entrada y el resto del día, me encuentro con un email, de esos lindos, cortitos pero que achican las distancias. Luego, clases y demás.
Más tarde, mientras espero a que se caliente mi comida en el microondas, hojeo el paper sobre migración que van a exponer en el seminario de hoy y siento un aguijoncito que me dice que debo checar mi correo. Entonces lo abro y encuentro noticias tristes. No me corresponde, pero quisiera rendir honores a una persona a quien conocí de manera indirecta y que, pese a todo, mostró un corazón enorme y una nobleza y fuerza extraordinarias al sacrificar todo tipo de comodidades por ayudar a los más necesitados. D murió hace unas semanas en aquella tierra africana, donde trabajaba como médico voluntario. Mi respeto sincero, y mis condolencias a su familia y amigos.
Pensar en la muerte me resulta complicado. Es difícil aceptar en que nunca más podremos ver a alguien. Cuando alguien muere, siento, literalmente, un vacío físico, y me envuelve algo como un sentimiento de angustia, ante la incredulidad de que un corazón dejó de latir. Eso es sólo el principio, luego está el entender una pérdida y una despedida para siempre. Creo, es lo más duro. Pero yo soy de la idea de que la gente no se va. Quizá suene cursi, o desesperado, pero estoy convencida de que la gente que queremos vive en nosotros y en todo lo que nos deja en el corazón.
Sumida en esos pensamientos vuelvo a mis tareas y trato de concentrarme. Más tarde intento seguir el hilo de la exposición, mientras pienso ¿qué, entre tantos estudios, aún no se ha dicho sobre la migración? Observo esa pequeñísima submuestra de la academia, preguntándome si lograré aportar algo al final... Llego a casa y me encuentro con fotos de la pequeña hija de Sara y otras tantas de mi familia, que me ha enviado Andrés. Escribo porque de pronto siento que fueron demasiadas cosas en un mismo día. Muchos círculos, muchas subidas y bajadas, muchas vidas entrelazadas. Y lo que nos falta.
[PD, un abrazo fuerte querida Rose.]
3 comentarios:
Hace tiempo que no "hablo" contigo (3 ó 4 días) ya te extraño... Al leer esas frases sentí un enorme vuelco en el corazón. Me anima saber que la labor y entrega de Diego serán recordadas. Dices bien; la gente vive en nuestros corazones... a pesar de todo.
Te quiero
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