martes, abril 1

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Uno de los mayores placeres y honores de esta vida es poder ser testigo de la vida de la gente a la que quiero. Así, aunque pase el tiempo, aunque se vayan, aunque ya no estemos juntos, aunque ya nunca nos volvamos a ver, siempre habrá ese pedacito de vida que compartimos. Así, la añoranza, aunque cale, duele un poquito menos.
Sí, es una de esas noches en las que me asaltan el montón de memorias...

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