jueves, junio 26

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Para que mi mente no se me ponga ociosa pensando en si algún día voy a poder reproducirme o no, a mi vida cotidiana llegan más cosas que hacer que tienen que resolverse casi siempre en el mismo día o vecindario de días. Mala elección la de pedirme que haga revisión de este documento: quizá no sea buena para escribir, pero eso de hacer proofreading y corregir estilo se me da algo bien y no me sale ser ni muy diplomática ni muy de hacer sugarcoating en mis opiniones, pero por lo mismo me puedo tardar horas porque no me gusta hacer una crítica sin tener una alternativa para proponer. Esto mismo me pone un poquito triste porque no he podido trabajar en esa traducción que tantas ganas tengo de hacer pero tanto me consume y ahí sí que voy de un párrafo a la vez. Pero al menos todo eso sí me gusta. Porque por otro lado me siento una total inútil porque llevo días y muchos intentos de explicaciones sin poder entender qué tipo de estimaciones tengo que hacer para esa bendita última tabla de resultados y ya no sé qué más maromas aventarme a ver si por fin me llega la iluminación. Luego mi variable descriptiva con más de catorce mil observaciones por fin ha sido reducida a menos de trescientas por codificar, si tan sólo ésas no fueran las menos precisas para generalizar. Y tengo el deadline encima para terminar ese ensayo en donde explico cómo voy a salvar al mundo si por fin me dan ese empleo que llevo medio vida creyendo que es el trabajo de mis sueños, y a pesar de que llevo semanas con ese borrador no puedo pasar de esas pocas ideas. Y en el ínter trato de aprender cosas nuevas sobre cómo hacer encuestas y llegar temprano a casa para disfrutar de ratitos de calor de hogar antes de que acabe el día y organizarme para leer lecciones que alimenten mi alma y tratar con mayor frecuencia de dormir más de seis horas (si tan sólo los sueños imposibles o las pesadillas no me afectaran tanto a veces). Y así las cosas.
En fin. Sean felices, tengan días buenos.