Una de las cosas que más me intrigan en esta vida es la existencia de esos cortísimos momentos en donde el destino se define con una simple decisión o con un pequeño evento que marca un punto de inflexión a partir del cual nada es igual.
Creo que hay un momento en que definimos qué queremos hacer con nuestra vida, dejar la casa, ser infiel, casarse, seguir en el doctorado, confiar en alguien, entregarse a alguien, ir por este lado o por el otro, hacer y no hacer. Un momentito de ésos en los que ya no hay vuelta atrás, aunque después se quemen las naves y todo eso. Aunque se intente rectificar, el bien o el mal ya está hecho.
Me aterra pensar en esos momentos, y justo ahora que yo no atravieso por algo así, ser testigo de esto me tiene sumida en un cacho de dolor y horas de mucha angustia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario