martes, abril 5

Exámenes

Mi mamá me ponía a ayudarle a calificar desde que yo estaba en la primaria. Ya he dicho muchas veces que yo nunca quise ser maestra, pero por X o por Y siempre acababa al menos tutoreando a alguien. No creo ser muy buena enseñando, pero bueno. De haber sabido que acabaría en la academia me habría negado rotundamente a tener algo que ver con esto desde temprana edad.

400 exámenes por calificar...

Algunas ideas al azar, a propósito de diseñar, cuidar y calificar un examen:

1. Diseñar un examen generalmente lleva horas y casi siempre AL MENOS una persona más lo leyó y revisó (proofreading, que le dicen en inglés). Así que comentarios del estilo "esto es incorrecto", "esto no tiene nada de sentido", cuando un alumno no entiende una pregunta, de verdad que me ponen de malas, en particular si yo he estado directa y profundamente implicada en el diseño de un examen. Sí, ya sé que suena bastante snob, pero de ese nivel considero es la calidad de mi trabajo. Otra historia muy diferente es cuando alguien me hace notar que una pregunta es confusa por la forma en que está escrita, lo cual sé que siempre puede mejorar. Pero si estoy obsesionada por algo cuando hago una pregunta es justamente por la claridad y la precisión de lo que pregunto y la manera en que lo hago.

2. Los exámenes más fáciles de calificar son los que tienen respuestas o muy buenas o muy malas, y eso es discernible fácilmente. Lo muy bueno o lo muy malo salta claramente a la vista y eso ahorra mucho tiempo.

3. Palabrería hueca y abundante, así como letra ilegible es de aborrecer. Generalmente implica que la respuesta es incorrecta, pero la parte buenita de mi ser siempre trata de dar una oportunidad de que a lo mejor algo en esa respuesta es rescatable. Pocas veces me llevo sorpresas.


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Tengo ganas de borrar el post, pero en todo caso, haced caso omiso de él. Es cierto lo que sentí cuando lo escribí, pero no es bueno ser tan arrogante.

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