jueves, marzo 6

comienzos

Este blog ha sido testigo de bastantes mudanzas en los últimos siete años, así que aquí le agregamos una más, para completar el círculo, aunque ya rompimos con el aparente patrón de ir de un lugar a otro en múltiplos de cinco años, pero qué se le va a hacer cuando la vida se atraviesa.
Después de meses de incertidumbre, las puertas se empezaron a abrir y hoy estamos de vuelta en la Gran Ciudad, después de casi siete años y en una nueva ubicación. Después de debatirme entre regresar a alguno de los dos lugares de donde guardo grandes memorias y que considero muy lindos para vivir, finalmente el destino me llevó a una zona que siempre me ha gustado pero en la que no había vivido antes para poder empezar a escribir una nueva  historia y crear nuevas memorias. Sí, así de llenos de cursiladas son mis razonamientos cuando tomo decisiones importantes.
Y como siempre, nomás llegar a esta ciudad y empiezan las coincidencias. Reencontrarme con uno de mis mejores amigos después de nueve años de no vernos en persona, conocer a su familia y poder platicar como lo hemos hecho durante tantísimo tiempo a pesar de la distancia pero por fin frente a frente, fue maravilloso, me puso feliz y me llenó de energía. Tener a mi madre acompañándome en esta mudanza por primera vez ha sido una buena experiencia a pesar de todas las oportunidades que tenemos para chocar debido a nuestros temperamentos. Poco a poco me voy sintiendo de nuevo como en casa y todo lo bueno que me encuentro me hace anhelar cada vez más el momento de que mi corazón esté completo y Will y yo estemos de nuevo juntos.
Trabajar en este lugar lleno de historia y memorias me revitaliza. Se siente raro tener un horario de trabajo pero creo que me ayuda a estar organizada y ser más eficiente con mi tiempo y me siento llena de ideas por desarrollar. Mi ventana tiene una vista linda, con una enorme jacaranda en flor. Por las mañanas veo a los estudiantes tomar una siesta mañanera entre clases y por las tardes esa manchita de pasto se llena de parejitas metiéndose mano por debajo de chamarras y batas de laboratorio. Parte de mi ruido blanco viene de los ocasionales partidos de futbol en la cancha de enfrente, que no es tan alto como para acallar el trino de los pájaros. Ayer descubrí que hay gorriones y cardenales (¿son cardenales si también tienen el pecho rojo?).
A pesar de que no todas mis circunstancias son ideales, creo que soy feliz y veo la vida con optimismo, al menos por hoy. No sé cuánto me dure este encanto, pero por lo pronto sólo me queda disfrutarlo y aprovecharlo para sacar todo el trabajo que sea posible por ahora.
Sean felices. Tengan días buenos.