martes, julio 29

hopscotch

Hoy me topé con esta página en donde se dieron a la tarea de musicalizar todos los capítulos de la novela Rayuela, de Julio Cortázar. Me picó la curiosidad y estuve escuchando la música hasta el capítulo 5, cuando se empezó a hacer incómodo estar teniendo que interrumpir lo que hacía para darle clic a cada video. Fue un viaje interesante, considerando que he querido volver a leer la novela sin lograrlo. La verdad es que, aunque Rayuela fue un libro que me marcó, creo que lo hizo porque lo leí en un momento clave de mi vida, pero a estas alturas ya se siente un poco anacrónico. Leí la novela por primera vez hace nueve años, cuando buscando quién sabe qué referencia me la encontré en la biblioteca del CIDE. Ya había leído antes cuentos de Cortázar, primero con un no muy buen sabor de boca con Las armas secretas, que leí porque Julio Cortázar era el escritor favorito de Fer y El perseguidor su cuento preferido, y después algunos cuentos por aquí y por allá cortesía de Miho, en una tutoría para un análisis de literatura latinoamericana en York U, y de Raúl y Belén a quienes desde entonces recuerdo con Axolotl. No sé por qué me llamó la atención Rayuela esa vez pero tomé el libro y no pude soltarlo, a pesar de que en ese entonces trabajaba como loca explotada a más no poder. Me atraparon sus personajes y sus interacciones, sus circunstancias y su ambiente, París, su belleza, sus absurdos y tragedias. En muchas partes encontraba paralelismos en la historia con mis días de estudiante yendo a todos lados con Fer, pero en otras partes me alimentaba una ilusión de no sé dónde, convencida de que yo era la Maga de alguien. Lo que no me daba cuenta es que era sólo eso, que yo quería ser la Maga de alguien, pero que no lo era, de nadie, aunque el darme cuenta de ello me llegó hasta tiempo después. Por eso digo que Rayuela me parece anacrónica ahora, porque lo que me provoca el libro se relaciona con sensaciones muy viejas, y cada que leo algo de ahí me remite a cómo me sentía años atrás, y es una regresión un poco ridícula. Hay sin embargo, una parte que aún me puede (La Maga sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo  menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos) y que siento muy real, porque a veces siento que eso todavía me pasa. Me emocionan las coincidencias que en verdad no lo son tanto, y aún creo que si pienso mucho en alguien y ese alguien también piensa en mí, tarde o temprano nos encontraremos, y eso es lindo. Así que Rayuela se queda así en un estante no muy a la mano de mi corazón, pero se queda. Mi libro favorito de Cortázar, por cierto, es Historias de Cronopios y de Famas. Es un libro que siempre que leo me hace feliz.
En fin.

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