sábado, octubre 31

Insomnio

Tengo varias ideas para series de fotografías, pero ésta tenía que haberme llegado antes. Parece ser que se habla tanto de él pero tenemos tan pocas imágenes de las muchas caras del insomnio.
Ahora necesito encontrar al fotógrafo, pero en el ínter, toménse la libertad de jugar con esta idea.

lunes, octubre 26

what are the chances?

Lauren: I used to think that maybe a long time ago, like in the time of the pharaohs or Louis XIII, there was somebody made just perfect for me. I mean, when you think about it and consider that your feelings of love begin when you are about 10 and if you live to, say, 70, well, that's pretty limiting because what chance is there that he'll be alive at the same time you are, you know?

Daniel: I feel the same thing, I mean, even if she lived in my lifetime, what if my perfect woman lived in India, or California, or Brazil? What chance is there that I meet her when I live in La Garenne?

Lauren: It's incredible, isn't it?

Daniel: Absolutely. Incredible.

A little romance (1979)

domingo, octubre 25

draft: edit & cut, still undecided...

(extractos de una serie de borradores que nomás no terminaron de salir y que no me gusta que estén ahí en la bandeja, aunque igual ahí deberían quedar, quién sabe)

1. Where the wild things are

Ya por fin llegaron los monstruitos. Las historias y figuras de monstruitos, me fascinan, seres fantásticos en quienes confiar. No me sentía así desde Totoro :)
Quizá vaya finalmente sola, pero la volveré a ver, espero que con merecida compañía después :)

2. ¡salud!

A Dios le pedí fuerzas para tener grandes logros. Me hizo débil para aprender humildemente a obedecer.
A Dios pedí salud para hacer cosas grandes. Me dio enfermedad para poder hacer cosas buenas.
A Dios pedí riquezas para poder ser feliz. Me dio pobreza para poder ser sabio.

Pedí poder para obtener alabanzas. Me hizo débil para sentir la necesidad de Dios.

Pedí todo para poder disfrutar de la vida. Me dio vida para poder disfrutar de todo.
No recibí nada de lo que pedí, pero sí todo lo que necesitaba.

A pesar de mí mismo, las peticiones que no hice me fueron concedidas.

Yo, entre los hombres, soy el más afortunado.

Oración de un soldado anónimo.

Mi tío Fede fue el único hijo de mis abuelos maternos que terminó la educación superior y su graduación fue un gran acontecimiento familiar que yo aún recuerdo. Poco después de obtener su título decidió migrar -ilegalmente- a los Estados Unidos, con la excusa de aprender inglés, donde estuvo trabajando como electricista por dos años. Afortunadamente regresó para ser socio fundador de una pequeña empresa de tecnología en donde con muchos sacrificios logra ejercer su profesión y generar por lo menos un puñado de empleos (esos que no sólo el gobierno no genera, sino que hace peligrar con sus estúpidos regímenes fiscales). La noche de su graduación Federico regaló a mis abuelos esta oración que he puesto arriba, plasmó su pulcra caligrafía de ingeniero en una hoja de papel blanco y la puso en un marco dorado. Ese cuadrito era el gran orgullo de mi abuelo, lo tenía colgado de su ropero de roble que, junto con un par de cortinas, servía de biombo para separar la "recámara" de mis abuelos de la cocina-comedor. De niña no entendía cómo uno podía estar agradecido por las cosas que no le han sido dadas y todavía más, agradecer las cosas malas que también llegaban. Leía esa oración una y otra vez y no entendía; me caía mal. Creo que hasta la fecha no me gusta del todo, pero esa oración está constantemente en mi memoria y a veces llega como un sútil consuelo que de alguna manera me hace entender muchas cosas. Siempre que tengo un pastel de cumpleaños con velitas antes de apagarlas pido un deseo; para no errarle casi siempre pido lo mismo "ser feliz". Hace poco mi hermano me hizo ver que uno no puede pedir eso, que en general no lo merecemos; que uno sólo puede tratar de vivir su vida lo mejor posible y si nos va bien y lo sabemos ver, la felicidad es un regalo que nos puede llegar de repente, y ya. La semana pasada mientras soplaba mis velitas sólo pedí salud para la gente que más quiero. Lo pedí sin merecerlo, pero con toda la fuerza de mi corazón. Este año hemos tenido muchos muchos muchos reveses, pero se puede vivir y hemos agradecido esa gran oportunidad que a veces hacemos menos. Pedí salud, y aunque de entrada parecía que se nos cerraban las puertas, de pronto encontramos una ventana y por ella nos entró harta luz.

3.

Andrés es mi jalador de orejas profesional. Todo (mi) mundo sabe que mi padre es mi adoración y la mayoría piensa que soy la niña mimada de papá. Pocos saben en realidad lo exigente que Andrés es conmigo en particular y las terribles discusiones que podemos tener. Pero él sabe también callar, sus exigencias son más bien sutiles y nunca se ha entrometido en mis decisiones de vida, aún cuando muchas de ellas no han sido de su agrado. Papá sabe estar ahí sin meter su cuchara, sabe lo dispersa que puedo llegar a ser y aún con su tacto de elefante me hace reír y me hace no perder de vista lo importante.
Y al margen, pero en relación con esto, creo que estoy aprendiendo que la esencia de la disciplina reside en el control, en el autocontrol que es posible cuando uno se compromete en causas/tareas en las que cree.

4. dreamgirl

llevo días soñando despierta, con ansia pero sin prisa; esperando enero como una promesa, esperando una vez más

miércoles, octubre 21

the gap

no tiene cabeza para generar empleos, pero que tal para generar IGNORANCIA [sic]
comentario de carvic (Miami) en la columna de Carlos Loret para El Universal en línea

Lo natural es pensar que ese comentario se refiere a Calderón y a su gobierno. Lo leí esta mañana, junto con otros muchos comentarios en otras noticias y columnas de variedad de temas y aunque en un principio compartí el malestar y la incredulidad después de un rato acabé de nuevo mareada y por primera vez cansada de tanto conformismo y de tanto quejica profesional pululando por todos lados. Inicialmente pensaba postear sobre lo increíble que me parecía la propuesta de un impuesto a las telecomunicaciones en un país con un retraso tecnológico del calibre de México y con una brecha digital de gran magnitud (simple reflejo de las innumerables desigualdades presentes en la sociedad mexicana), pero ya de eso se ha hablado en todos lados y no ahondaré más porque básicamente desapruebo una medida así y porque ya mucha gente se ha rasgado las vestiduras con banalidades (que esto le echará más leña al fuego de nuestro retraso tecnológico es un hecho, pero, aunque están en todo su derecho, me vale un pito la protesta de internautas que defienden su derecho al acceso a internet pero no están pensando más allá de las pendejaditas superficiales del facebook, hotmail, youtube, twitter, fotologs, blogs, etc --y no es un comentario de amargada, sino un hecho: en México es mayoritario el uso de internet como un medio de comunicación para las redes sociales y los correos electrónicos, pero estamos en pañales todavía para incrementar su uso como una herramienta más en los procesos de enseñanza, como un medio para facilitar transacciones económicas o como un generador de oportunidades de empleo, por mencionar algo). Y eso iba a hacer inicialmente pero después cuando venía a casa pensaba en cómo de los impuestos he escuchado críticas de muchos lados pero muy pocas discusiones verdaderas de fondo y fue cuando me pregunté: ¿dónde están los académicos cuando se necesitan? Recordé que cuando Barack Obama fue anunciado presidente electo, los siguientes meses antes de la toma de posesión y los primeros posteriores estuvieron llenos de rumores, conjeturas y confirmaciones sobre quiénes integrarían su gobierno y particulamente había mucha expectación sobre su gabinete en materia económica debido a todo el desmadre desatado por la crítica recesión. Yo no soy economista groupie que conoce a las grandes vacas sagradas o al stardom de esta ciencia social, así que no es sorpresa que muchas veces incluso me pasa con el premio nobel de economía como con el de literatura, que hasta que los anuncian me entero de su existencia, así que tampoco voy a hacer como que ya sabía de los grandes nombres del gabinete económico de Obama y obviar lo que no es obvio, pero el punto es éste: el hombre, a diferencia de Calderón, se supo rodear de las personas adecuadas, de académicos con gran experiencia en su campo, independientemente si está afiliado o no incondicionalmente a todos sus proyectos. La administración estadunidense tiene gente que se ha movido en áreas abstractas pero con suficiente experiencia aplicada, y para todo lo demás, también tiene el balance de sus operadores políticos, y por si fuera poco, girando alrededor, toda una variedad de economistas casados con sus ideologías que polemizan, critican y proponen, desde sus cubículos, aulas, columnas y blogs, enriqueciendo la discusión. No, no soy una ingenua que se traga todo el cuento de que EEUU es la maravilla del mundo, pero quisiera ver algo de esto en mi país. A diferencia de lo que pensé cuando me fui enterando del gabinete económico de Obama, dos años antes estuve horrorizada con los nombramientos que hizo Felipe Calderón (a excepción de Georgina Kessel a quien conocía por su trabajo con Enrique Dávila y Santiago Levy, pero de quien quedé muy decepcionada luego de la supuesta "reforma energética" y veremos qué pasará ahora con LFC). Aunque nunca quise a Calderón como presidente, el contexto en ese entonces no dejaba más que apechugar tratando de darle el beneficio de la duda, pero luego de la elección de su gabinete no pude evitar sentir que efectivamente nos las veríamos muy negras. Aún tratando de no ser prejuiciosa, es difícil no dudar de la visión de personas sin experiencia en el servicio público, propanistas, tecnócratas y con una formación que a veces está plagada de muchas ideologías. Y sin embargo, no debería esto ser un problema si contáramos con una opinión pública bien formada y un diálogo constante entre los hacedores de política pública, académicos y sociedad civil. Pero eso, me temo, no sucede. Calderón y su gobierno parece que tienen tapones en los oídos. Su gabinete económico propone planes que tienen poco o nulo sentido desde donde sea que uno lo intente ver, y lo peor es que ni siquiera son capaces de defender sus propuestas convincentemente. El poder legislativo sólo busca llevar agua a su molino, así que qué flojera detenerse a echar verborrea sobre eso. Pero, ¿y los académicos? Los académicos parecen vivir en una torre de cristal, siempre que no les quiten su nivel en el SNI y tengan asegurada su tenure; y si se llegan a preocupar, encuentran refugio en la siempre creíble excusa de que no importa qué tanto propongan el gobierno nunca va a querer asumir el costo político de implementar sus propuestas; pero eso sí, bien que cobran cuando los subcontratan para hacer evaluaciones de sus programas ¿Estoy perdiéndome de algo, acaso? ¿el error es mío porque a donde estoy sólo me llegan los ecos de las noticias que leo en línea y no me entero de las polémicas discusiones sobre los diferentes planes para la ley de ingresos? ¿en verdad estoy juzgando mal creyendo que tanto profesor-investigador en las universidades y centros de investigación sólo discute esto en charlas de café y en los pasillos, y no que está participando activamente en buscar soluciones o mecanismos que nos signifique una mejora (sí, de Pareto, si quieren) a las burradas que se están proponiendo ahora desde el poder? Pienso que de muchas maneras la academia tiene margen de acción (y debería tener definitivamente más presencia) para proponer, discutir y evaluar, desde el inicio de los procesos y no sólo al final, debe tener un rol mucho más comprometido, activo y propositivo en el diseño de políticas públicas no sólo con capacidad de voz sino también de voto. Los institutos de investigación y las universidades, me parece, están bastante al margen de muchas decisiones importantes que se toman y afectan a la sociedad. Es fácil decir que todo mundo se queja y nadie propone nada, para un ciudadano promedio, aunque cuestionable, podríamos decir que pasa, pero para alguien que por vocación ha elegido una carrera en donde la generación de conocimiento es uno de sus principales motores, esta omisión o esta indiferencia debería ser inadmisible. Y sin embargo, eso parece pasar en mi país y por eso quizá no debería extrañarme que en lugar de haber un diálogo lleno de discusiones enriquecedoras y propositivas haya toma de tribunas en los recintos legislativos y marchas y manifestaciones. Aún así, quizá sea algo (no lo de las tomas de tribunas, lo cual me ennerva; pero sí podría ser la manifestación frente al Senado que se llevará a cabo el 25 de octubre contra la ley de ingresos). Pero podría seguir con mis preguntas: ¿por qué nos quejamos nada más echando la culpa al gobierno pero no se discuten nunca planes alternativos? ¿por qué, de entrada, creemos durante todo el año que las cosas están bien y que no hay que hablar de presupuestos hasta que llegamos al otoño? ¿por qué nos quejamos de que nos den atole con el dedo pero bien que lo aceptamos SIEMPRE? Mi impresión es que dejamos todo hasta el final y nos ganan siempre las prisas, tenemos una visión completamente cortoplacista y a pesar de las molestias encontramos mil veces más cómodo quejarnos y echar la culpa a otro antes de preguntarnos qué pudimos haber hecho nosotros y eso cuando nos afecta, porque si al final de la historia lo que pase apenas y nos roza, pues qué-más-da ¿no? La verdad es que me da risa cuando escucho/leo que tantas cosas que están pasando ahora en México no es sino una bomba de tiempo y que pronto el descontento social llevará a un levantamiento y esas cosas. Yo no lo creo. El país está en caos ya, pero no veo a absolutamente nadie comprometido con causa alguna, con un plan alternativo sensato, con una verdadera vocación de cambiar las cosas y hacerlas bien. Me dijeron que igual estaban las cosas entre 1910 y 1920 y aún así tuvimos eso que llamamos revolución... vaya consuelo, y aquí el resultado, varios pasos hacia adelante y vé tú a saber cuántos para atrás.
En estas cosas pensé durante todo el día, más o menos en ese desorden de ideas. En el ínter fui a sacar una membresía más en el juego que todos jugamos en el sistema económico del país donde vivo, tuve una cátedra sobre el régimen del ISR de exempleados de Hacienda que lo defendían (¡¿!? después de eso ya no debería sorprenderme tantas cosas sobre las que me quejo aquí...), y mientras cavilaba en porqué parecemos incapaces de vivir en un mundo mejor, el hombre en la camioneta no me vio y yo en mi bicicleta no lo vi pero por un golpe de suerte nos alcanzamos a ver antes de que algo malo sucediera a mitad del cruce entre Speedway y Campbell... y pues nada, que las cosas son y aquí seguimos.

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update OCT/22/2009
lo que tengo en mente cuando pienso en estas cosas, evidencia de que hay mucho por hacer y que se puede hacer, a veces de maneras poco ortodoxas: Presunto Responsable (el original en inglés aquí)
y de esas formas de divulgación que pueden ser bastante útiles, P&R sobre las tarifas eléctricas explicado con peras y manzanas aquí (además me consta que Carreón, un tipo notablemente teórico pero con gran sentido común y los pies bien puestos en la tierra, ha trabajado por años en estos temas con una serie de propuestas de eficiencia y que algunas han hecho mella positiva --viva viva por mi mentor :) -- ).

miércoles, octubre 14

veintiocho; feliz, orgullosa y plenamente

Había estado pensando en el blog post del cumpleaños y todo eso de los recuentos, de las cosas buenas y malas, de las sobreexposiciones y una que otra cursilería, pero ahorita tengo ganas de escribir y esto es lo que me sale, así, calientito y auténtico.
Mis días favoritos en el año son los cumpleaños, los cumpleaños de la gente a la que más quiero en el mundo y de las personas a las que aprecio por razones especiales, y claro, el mío. Me gusta celebrar el cumpleaños de los demás porque en verdad me siento feliz y afortunada de tener la compañía de personas tan maravillosas que enriquecen mi vida de muchas maneras. Estas ganas de celebrar los cumples ajenos, sin embargo, no aplican para el mío. De hecho, me llega incluso a estresar la cuestión de tener que celebrar mi cumpleaños. Soy un viejo lobo solitario que prefiere las pequeñas reuniones con la calidez de los amigos cercanos o los mitotes multitudinarios de familia. Soy una cabezadura (ya sé que no va junto, pero no importa) que no se adapta a la idea de que los amigos cercanos (familia y amigos, que básicamente es lo mismo) están lejos casi siempre y prefiere entonces aislarse del mundo que la rodea y celebrar la vida con pequeños detalles y reflexiones que guarda para sí, rituales personales que dan el toque diferente a este día, más las llamadas, los mensajes y los abrazos casuales en el pasillo de los poquitos que lo recuerdan. Cosas sencillitas que me hacen el día. Y eso está bien para mí. Pero también soy un animal social que resiente las miradas de extrañeza de quien pregunta ¿y no vas a hacer nada para festejar? (suerte tengo que por acá las fechas coinciden que ni mandadas a hacer y una vez más seré free-rider de las fiestas de cumpleaños así que ya tengo con qué sacármela y de todos modos uno se la pasa bien ¡pffff!).
Mi querido hermano tiene una frase que me repite cada año cuando hablamos del tema (él, también libra pero notablemente más sociable que yo, tampoco gusta de ese aparente requisito social de celebrar un cumpleaños): festeja tu vida, que estás vivo, no tu cumpleaños.
Recibo, pues, el año número 28 con fuerza, sintiéndome tremendamente afortunada de estar viva.
Karina vive.

viernes, octubre 9

preludio

a cinco días de mi cumpleaños, un statement muy certero:

La infancia es un campo minado por la realidad, la vida adulta un campo arrasado por la artillería pesada de la realidad.
-DES

(pero cada quien se las ingenia de una u otra forma para seguir)

miércoles, octubre 7

...

Llevo dos semanas refugiada en la biblioteca de la escuela de leyes para huir del bullicio del departamento. Dos semanas en un estupendo lugar para trabajar y yo perdiendo el tiempo. Perdiendo el tiempo feamente, porque no es de esos ratos disfrutables, sino de hacerse wey porque inconscientemente hemos decidido que es mejor darse por desahuciado que hacer un esfuerzo e intentar un poco. Todo está en la mente. Bien lo decía Kalimán ¿no?: Quien domina la mente lo domina todo. Creo que apenas empiezo a reconocer que me di por vencida antes de siquiera empezar; reconocerlo no creo que signifique una gran diferencia, pero quizá sí, al menos es una buena sacudida; y bueno, también es cansado perder el tiempo por tres meses, así que espero que la cosa ya levante un poco, es cuestión de tiempo.
Mi mamá me ha dicho mula toda la vida, pero cuando estaba en la secundaria leí algo sobre las llamas y me siento más como llama que como otra cosa. Supuestamente las llamas son bastante temperamentales aunque estén domesticadas y sean aparentemente dóciles, así que cuando quieren hacen las cosas y cuando no quieren no, y se echan y no se paran hasta que se les dé la gana y si uno las obliga se agarran a escupir; así de simple, que no estén jodiendo pues (dice Wikipedia que eso de escupir como defensa o agresión lo comparten los camellos y las alpacas). Como yo soy supuestamente civilizada no es cosa que me agarre de escupitajos contra el mundo, pero me tomo mi tiempo para estar echada, para bien o para mal, que es necesario a veces, o sea que no es cosa de mero capricho, es porque es.
En fin, he terminado las tareas quasi-administrativas y espero que el experimento poco a poco vaya perfilándose mejor. Tengo un poco de voluntad para hacer un par de intentos con esa matriz de transición tan discutida por los otros pero tan ignorada por mí y quizá pueda sacar algo de provecho antes de las 5pm. Hace frío en el sótano y ya se acabó mi café. Bu.

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Soñé que Woody Allen (sí, el director) y yo éramos amantes y que vivíamos con su madre sobreprotectora y su hermana bitchy en una casita modosita como de vecindad. Debo estar mal, muy mal, de la cabeza. Es de las cosas más raras que me han pasado últimamente, ni siquiera he visto una película suya o reportaje o lo que sea relacionado con él en años o meses. Neta ¿qué hace Woody Allen en mi inconsciente?

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He estado aprendiendo a escuchar a mi cuerpo, a controlarlo y a dejarlo ir y ha sido un gran descubrimiento. Es de esas cosas que te dicen siempre los entrenadores en el gimnasio o los instructores de pilates: escucha a tu cuerpo, no lo fuerces, etc, pero nunca he sabido bien lo que quiere decir. Supuestamente soy una mujer "alta" para la media mexicana, pero todo un desperdicio porque todos los intentos de mis profes de "educación física" para meterme al equipo de basket fueron en vano, tan fácil de ver su decepción. Y así para todos los demás deportes, la típica nerd que quedaba al final cuando se ponían a escoger gente para los equipos. La misma historia con los instrumentos musicales, una falta de coordinación espantosa hasta para tocar las claves o el triángulo. Y algo similar con el coche, me trauma tener que controlar algo más allá de mis piernas para moverme de un lugar a otro; que no soy multitask, pues. Lo más triste es con el baile, porque me cansa y me desespera tener que seguir instrucciones, contar tiempos y coordinar con la música. Ni qué decir de tener que ajustarse al ritmo de una pareja. No puedo. Sin embargo, a fuerza de las circunstancias, la bicicleta me ha obligado a estar consciente de la necesidad de coordinación y atención, así como me ha hecho ver que yo puedo controlar muchos de mis movimientos y que hay un nivel de preocupación óptimo que te deja estar alerta pero no te paraliza ni te hace mover innecesariamente el manubrio. Y el baile me ha ayudado a darme una diferente perspectiva de mí misma en movimiento. El tango ha sido la mejor terapia, no sólo en cuestión de coordinación sino también para no prestar demasiada atención a las instrucciones, sino al fluir del cuerpo, a escuchar el cuerpo propio y escuchar al cuerpo ajeno. El mejor momento y mi mejor baile es cuando bailo con los ojos cerrados (obviamente después de haber practicado contando un poquito y con los ojos bien abiertos mirando a los espejos), cuando me dejo llevar y dejo que mis pies se deslicen sin forzarlos. No importa con quién esté bailando, sea el viejito chaparrito o el viejito alto o Z o la chica que va con su novia y es la única mujer de los "leaders" y no "followers" (suena tan Stackelberg esto), es una cuestión de comunicación no forzada entre dos cuerpos. Estoy aprendiendo a ser guiada y esto no es en absoluto un papel pasivo: el follower debe saber dejarse llevar, debe poner de su parte, estar en posición y saber seguir, colaborar. Y la música, ¡la música! si tuviera voz dejaría todo pa dedicarme a cantar tangos con todo el corazón y la garganta :)
Oh, soy tan amateur, ya sé...

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Fui y vine ¡y ya son las dos!
¡concentrancia!

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update 08/10/2009:
¡mis zapatos de tango llegaron hoy!
negros y de gamucita y charol, porque nos gusta la combinación de texturas
y de la emoción la foto se movió y salió medio fantasmagórica :)

viernes, octubre 2

divagaciones

Me emociona la elección de Río, no sabría explicar por qué; mero frenesí acaso, creer que por haber estado cuatro días ahí y haberme maravillado por su verde y su azul, las caipirnhas y la calidez de su gente, ya lo conozco y puedo opinar que lo merece. Quizá es el contagio de las fotos de las ciudades candidatas y las emociones de sus delegaciones y los voluntarios. Pero es una decisión política, mejor dicho diplomática, a final de cuentas (económica también, ¿no? el país se endeuda hasta las narices bajo el supuesto de que habrá una gran derrama hacia el interior después)... sí, pero también me cae bien Lula. Las olimpiadas me interesan y me emocionan mil veces más que el mundial de fut (el cual sólo he medio seguido en 1994 y 2006), me gusta pensar que el espíritu de la competencia deportiva (quise decir amistosa, pero sería muy ingenuo de mi parte) en verdad nos une. Los mejores olímpicos que recuerdo son los de Barcelona 1992; para muchos su fiesta inaugural sigue siendo la mejor, pero yo recuerdo más el final, con toda esa gente cantando (a mí me gustaba mucho el tema de Amigos para Siempre), y el Cobi y el Dream Team en el basket y que hubiese tres lenguajes oficiales en todas las justas y entre ellos estuviese el español (y eso me encantó también en Brasil, por el congreso, hacer el switch automático hasta con el portugués y eso que yo lo sufro mucho). Ya más grande me quedé enamorada de Barcelona y cuando me topé con sus planes de reordenamiento urbano a partir de la justa olímpica creí que si ser anfitrión era la excusa para hacer todo lo que hicieron (cosa que los barceloneses repitieron para el Forum Universal de las Culturas en 2004) pues venga, que qué bien. Hace casi un mes estuve en el aeropuerto de Chicago en tránsito y uno podía sentir el interés de la ciudad por ser la sede los juegos: kioskos de información, muestras de la infrastructura existente y proyectada, maquetas de los proyectos, fotos, imágenes con el logo y mucho color (pero bueno, era el aeropuerto, supongo que es natural querer dejar bien claro el mensaje) y hoy leyendo las noticias de Madrid es latente la tristeza y decepción por haberse jugado todo y quedarse en el camino. Como supuesta economista que soy no le veo mucha racionalidad a todo esto, porque creo que los costos superan con creces los ingresos esperados, pero eso sólo lo sabrán las arcas del gobierno. Pero quiero pensar que si estoy en lo cierto y el balance final es positivo, el diferencial viene por el placer de estar una porción de seres de cada país diferente de este mundo en el mismo lugar, y disfrutar y estar en paz.
Sí, ya sé... cursi... Sí, yo también, dudo mucho que sea una economista de las buenas, neta que estas dudas que tengo ahorita no son de a gratis...

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Empieza el otoño y después de más de una semana promediando 38°C hemos bajado alrededor de diez grados y uno hasta parece ser capaz de ver el mundo de otra manera. A mí los días así, más frescos y con mucho mucho viento me alborotan los sentidos pero también me ponen harto melancólica. El mejor otoño de mi vida lo pasé en Canadá, y por obvias razones ha sido el mejor, por lo menos para la vista. Hace un mes o tres veníamos en el metro y yo de nuevo con mi perorata de que Toronto era como el DF, sólo que con un cuarto de su población en un área cuatro veces mayor, y más limpia y ordenada; esta mañana pensé en esa conversación y fue muy extraño porque la sentí como si hubiese ocurrido ayer, literalmente, ayer en la mañana, como si estuviéramos todavía tan cerca. No sé por qué. No sé porqué me entran esas rachas así de extrañar tanto ciertos lugares, pero es un echar de menos que a veces causa ansiedad y que duele por no poder volver. Así como está la enciclopedia de una vida a la Amy Krouse Rosenthal, así debería haber el atlas de una vida y que uno ploteara los lugares queridos e importantes en su pequeño y muy particular mundo, y bueno, es que a mí me gustan mucho las historias personales salpicadas de las historias de lugares, de cómo nos cambian los paisajes. Hoy extraño downtown Toronto, harto, mucho, las caminatas que hacía desde los alrededores del City Hall hasta Chinatown, que pues no es mucho, pero así, o el recorrido hacia Gladstone 444 en el metro pasando por estaciones en la superficie y atravesando ese parque que ya no recuerdo tan bien como debiera. De pronto pienso que soy una tonta por haberme deshecho recientemente de mi colección de mapas de ciudades y de redes del metro en los que he estado. Hoy extraño Coyoacán también, desde el otro día, pero hoy también, particularmente. A mí Coyoacán siempre me provocó lo que de niña me hacía sentir ir a las fiestas de abril en Tampico, que obviamente sólo ocurrían en abril y por eso me provocaban tal expectación, aunque uno en el fondo sabía que era algo bastante pichurriento y que iba a hacer lo de siempre y comer lo de siempre y todo eso, pero por lo mismo, supongo, más las complicidades implicadas, eran parte de todo su encanto.
Hoy pienso en todo esto y no es por evadir. Quiero estar aquí, sé que estoy bien aquí, pero de pronto dudo y pienso que no tengo fuerzas para enfrentar cuando las condiciones se me ponen adversas.

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Anoche vi Scenes From a Marriage y me dejó impresionada, es una película tan sencilla y tan bien hecha, creo que quedé enamorada de la actriz, ¡qué dominio tiene sobre su rostro, qué riqueza de expresiones! Me quedé, también, irremediablemente triste, con un montón de espinitas en el corazón y de nuevo esta duda sobre cuál es el número óptimo de intentos que uno debe sostener ¿estamos acaso condenados a separarnos temporalmente y hacernos daño por temporadas hasta que recuperemos nuestro equilibrio y volvamos a estar juntos? ¿realmente se trata de eso? ¿cuáles son las estadísticas de divorcios (o separaciones) con matrimonios reincidentes? ¿mis padres hicieron bien al nunca divorciarse y continuar juntos porque su estabilidad actual supera con creces todos esos años en donde separarse parecía lo único racional? ¿estoy de nuevo cayendo en la falacia de las generalizaciones?
(pero lo peor lo peor de los pensamientos consecuentes a esta película ha sido esta idea de que a lo mejor podemos modelar este comportamiento, de nueva cuenta, como una stopping-rule, ¡por dios!)

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Sí, ya sabemos qué fecha es hoy; sí y aunque creamos que no se nos olvida, la chimoltrufia tenía razón: no nos hagamos tarugos.
(y aquí seguía una diatriba que he decidido eliminar porque era tan inútil como deseperada, gracias)