domingo, diciembre 28

I'm not there

Hay cosas que nunca cambian y personas que nunca van a cambiar, para bien o para mal. Ejemplos sobran. Cada año me quejo de lo mismo y me enojo por lo mismo con mi familia, son unos bárbaros, la gente está acostumbrada a ser servida, no a servir, cosas de ésas. Ya sé lo que va a pasar, siempre, y aún así de donde sea vengo y vendré, a escuchar las mismas historias de siempre, a hacer los mismos corajes de siempre y todo eso, porque no creo que pueda ser de otra manera y porque son esos casos en que esas constantes son parte de la magia de estar todos juntos y de encontrar un punto de unión en los que al final de la historia todos reímos y la pasamos bien. La gente, no obstante, no cambia, para mal también, pero eso no implica, no debería implicar, que nosotros tengamos que vivir con ello. Todos mentimos una vez, hay quienes mentimos dos veces, los que mienten más de tres sobre el mismo tema, nunca dejarán de hacerlo. Y ocultar una verdad no es mentir, pero igual es un engaño. Da lo mismo si lastima o no. Pienso que JS tiene razón: si no quieres problemas, no te los busques. Debo empezar a hacerle caso. Suelo pensar en el balance y que la vida es agridulce, porque todo implica un trade-off, pero para todo hay un cut-off point también

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Felices todo

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Adiú

viernes, diciembre 26

another valuable quote

You don't cheat on someone you love with someone you don't love anymore
-Ryno de Marigny to Vellini, in The Last Mistress (2007)

oh, my poor little girl... still so blind and so naïve...

jueves, diciembre 25

la peste negra

Uno escucha hablar de ella y no puede más que pensar en esa analogía. Está ahí, permeándose en todos lados, de mil y una formas, pero parece irreal, peliculesco, lejano; sí, hasta que de alguna manera te toca, hasta que entra a tu casa aunque sea de manera indirecta, pero entra, nada sigilosa, pero sí sin esperarlo, acechante, violenta y de golpe, y así, como un golpe te deja nockeado y no sabes cómo reaccionar, y ya no vuelves a respirar igual. Tienes que buscar ayuda, pero no es fácil hacerlo, la mayoría de la gente no sabe cómo hacerlo. Son dos tipos de parálisis las que te limitan: la primera es porque no quieres hacer mucho ruido que preocupe a los demás o que llame más la atención de manera que peligre la vida del afectado; la segunda porque sabes que si se enteran los que debieran controlarla, la cosa siempre irá peor. Es así que cargas con un peso incomensurable y con la dignidad tan dañada que te mueves de forma casi subrepticia, el miedo te carcome y la vida parece haber perdido todo el significado que tenía apenas horas antes. Paradojas, tu vida ya no tiene el sabor de antaño, pero es la vida de ese otro ser por el que eres capaz de darlo todo el único motivo por el que vives ahora, por el que las horas se hacen más largas de tanta angustia, y tan cortas porque no son suficientes para encontrar la manera de evitar esta sentencia de muerte. Y si nosotros no somos los afectados directos, la cosa no deja de alterarnos, de generar miedo y zozobra. Estamos tan cerca, somos tan iguales ¿cuándo nos toca a nosotros? Quieres ayudar y no ves cómo, todos estamos tan en las mismas, tan desvalidos, tan vulnerables. La selección natural se hace cada vez más complicada.
La impotencia y la incredulidad me invade. Nada es como antes. Una frase que busca sacar una sonrisa sólo provoca varios pares de hombros alzados. Comparar todo esto con El Padrino sólo genera más preocupación y silencio. Todo se ve tan podrido. Mi ciudad, mi querido puerto tropical, verde y azul, carcomido desde sus tristes cimientos. A la peste negra aquí se le llama la maña.

lunes, diciembre 22

Everybody's gotta learn sometime

How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resign'd.

"Eloisa to Abelard", Alexander Pope.



Me traje mis dos historias de amor más favoritas, las dos características para mí más definitorias del amor representadas en dos películas. Eternal Sunshine of the Spotless Mind me significa el proceso de domesticación que es quizá la más maravillosa experiencia de la vida compartida (pienso que es en sí misma La Experiencia). Los Amantes del Círculo Polar incluye toda la magia de la voluntad de dos almas que quieren estar juntas; quienes dicen que es demasiado inverosímil porque en el mundo real no es posible que existan tantas coincidencias, no saben de la confluenciencia de voluntades de dos personas que en verdad quieren y necesitan estar unidas.
Ambas películas las había evitado desde hace tiempo, pero ahora quería verlas, quizá desde otro ángulo. Apenas he vuelto a ver Eternal Sunshine, que era la que más me conflictuaba y es bueno verla de lejos, verla sólo como un espectador. Así como el niño que le pregunta al búho sobre el número de chupadas que hay que dar para llegar al chiclocentro de una tutsi-pop (uno de mis misterios favoritos también, por cierto), solía preguntarme cuántas oportunidades tenemos para intentarlo de nuevo, cuánta fe es natural y necesaria para comprometerse a que las cosas puedan funcionar, y me gustaba que esa historia retratara todo en lo que yo creía y que tuviera un final feliz como el que yo quería. Esta vez vi todo eso como lo que es, una historia nada más, una historia ajena ciertamente, y me llamó más la atención todo el proceso de construcción de una relación sobre los cimientos de nuestra imperfección humana mediante la magia del conocimiento mutuo.

*

La palabra domesticación no me gusta en sí misma, pero me maravilla lo que implica, su significado. Me resulta difícil creer que extrañe cierto cielo, el frío de los últimos días, la caminatas en el mismo radio de siempre, las charlas irregulares y mi indulgencia ocasional con un costoso café dulce; dudo a veces que sea algo en común, pero siempre he creído que es bueno tener imágenes, olores y recuerdos agradables de cada lugar en el que estamos, por muy circunstanciales que a veces sean las cosas (lo ideal, no obstante, es que no lo sean), o por corto que sea el tiempo que podemos compartir. Domesticar no tiene que ver con el amor romántico necesariamente, baste decir que esta idea la aprendí de el Principito y su amigo el Zorro, y puede que tampoco tenga que ver incluso con personas.

*

Ah, pensando en este drama que tenía con las palabras me acordé de Jaime Sabines y uno de sus poemas, que no es necesariamente lo que tenía en mente, pero a veces he creído tan cierto y me gusta mucho y me dan ganas de incluirlo aquí:

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No
es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se
puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado
sobre la tierra y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras del
amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo
del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿sabes manejar?", "se hizo de noche"...Entre las gentes,
a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde",
y tú sabías que decía "te quiero".)
fragmento de "Espero curarme de ti", de Juguetería y Canciones en Yuria (1967).

jueves, diciembre 18

miedo

Solía tener miedo de las palabras no dichas, todo aquello que nunca tuvimos el valor de decir, y de pronto me doy cuenta que más miedo me da todo eso que se dice sin cuidado, sin salir del corazón, palabras vacías, mero protocolo. Ahora más que nunca tengo miedo de un te quiero. Ya no sé qué significa, ya no sé qué deseo que signifique. Todo parece un constante sospechosismo, una inseguridad que no me abandona hasta en las cosas más absurdas como el que me respondan fue un placer después de que yo dé las gracias ante un gesto que aprecio. Las palabras no me ayudan ya, me da miedo la forma en que la gente las usa sin cuidado, sin sentirlas o ignorando su significado. Yo me siento muda, incapaz de comunicarme con palabras, y mis manos pueden ser ofensivas, imprudentes, y mis ojos no bastan cuando es eludida mi mirada. Hasta de papá tengo miedo, no sé qué voy a decir, no quiero tocar el tema, no quiero decir lo lamento. Pero sé que él tampoco va a hablar, supongo que sólo llegaré y le daré sonrisas y un abrazo, que mi abrazo diga todo. Sí, es eso, ésa es la ventaja con las personas conocidas, con quienes te conocen: el fino hilito de plata, que nunca permite que te separes, que hace un entendimiento mutuo, ése donde el silencio dice más que mil palabras.

miércoles, diciembre 17

winter break

Me gusta viajar en avión, pero odio los aeropuertos, me siento súper insegura en ellos, y hacen todo más complicado. Siempre tengo la ansiedad de que se van a perder mis maletas, que la señorita del mostrador las registró mal y van a acabar en quién sabe dónde o se van a quedar perdidas en el vuelo de conexión o algo así. Cada que puedo me subo al avión y checo por las ventanillas los carritos y las bandas por donde cargan las maletas y procuro divisar mi maleta a lo lejos; cuando logro hacerlo siento que puedo viajar tranquila. Luego están las largas larguísimas horas de espera y los montones de puntos de revisión, más aduanas o cosas de ésas, que me han hecho pasar varias vergüenzas, como la vez que le lloré al señor de migración para que no me hiciera más preguntas y me dejara pasar porque estaba a punto de perder el vuelo o la vez que entré al avión en calcetines y casi a medio vestir porque (de nuevo) ya iban a despegar y yo iba tarde y era de cuando te quitaban los zapatos, chaquetas y cinturones y te pasaban por el detector de metales antes de abordar. La única ventaja de los aeropuertos es que los baños están por lo menos un poco más limpios, y que hay más opciones para comer (aunque también más caro) y más lugares para sentarse. Fuera de eso, y a excepción de la TAPO en el DF, prefiero las centrales de autobuses a donde puedes llegar de la calle al camión sin ningún problema y entregar tu maleta directamente al señor maletero y ver con tus propios ojos que sí, que tu maleta va en el autobús correcto. Los precios del autobús siempre son los mismos, nada de esas ondas raras de que si compras con antelación el boleto te sale más barato o cosas así (y eso nomás por decir algo, porque la competencia y la política de precios en la industria aérea son en verdad un quilombo), y lo puedes comprar hasta 5 minutos antes de salir, a veces con suerte llegas rayando pero la señorita de los boletos es amable y le habla por radio al chófer pa que te espere, nadie te quita los zapatos en el camino y nadie te hace jetas por llegar corriendo. Y pues sí es mono andar por las nubes, pero a mí me encanta más el paisaje en carretera. Pero ya, fin de la historia quejicas. Últimamente he escuchado a varias personas autodefinirse como quejumbrosas y parecen estar orgullas de ese hecho, a mí no me gusta quejarme pero me sale automático y parece que no lo puedo evitar. Y me aguanto las ganas para no venir a lloriquear mi desesperación por este asunto de hacer maletas que tanto tanto detesto... en fin.
Ahora sólo queda esperar, que ya cuento las horas para largarme de aquí. Sólo necesito que R aparezca en algún momento, o que por lo menos no olvide que mañana tenemos que salir temprano. Me choca el día antes de mi partida, porque tengo un montón de energía condensada que no puedo sacar de manera alguna sino yéndome. Ya limpié la casa, ya saqué la comida del refrigerador, ya me jodí la espalda lavando el baño y limpiando la estúpida tina que quedó hecha un desastre luego de que mi pobre hogar fungiera como albergue temporal por una semana (larga historia que muy probablemente ya no me anime a contar aquí), y aún así me siento hiperactiva. Todavía tengo que enviar mi propuesta de investigación para el próximo semestre, pero ante la dualidad indiferencia/entusiasmo que ha generado mi paper de migración prefiero dejarlo descansar un ratito y pensar un día más si voy a proponer ése o el anterior sobre el orden de nacimiento, con el que de todos modos sigo trabajndo, pero al menos me emociona saber que ya tengo una agenda de pendientes importantes. Recién me enteré que la ceremonia de graduación de la maestría será este sábado, lo cual en general me vale un rábano si no es porque se trata de esas ceremonias grandotas en una universidad de verdad con toga y birrete y esas cosas que yo nunca tuve porque siempre estuve en escuelas pichurrientas y/o chiquititas en donde no había nada de eso... como sea, lo que cuenta es el papel y ése llega hasta fin de mes. En fin, ya fue mucho autobalconeo por hoy.
Descansen, sean felices, tengan días buenos.

sábado, diciembre 13

Tano


Ésa es la única foto que tengo aquí de él, todas las demás con la familia en ese viaje se quedaron en la cámara de mi papá. Me gusta por el contexto, cualquiera diría que está mal encuadrada y cosas técnicas de ésas pero me gusta por el contexto y por la historia que para mí significa esa imagen, esos seres y ese lugar. Ése lugar ya no será el mismo sin él. Por un momento siento que ya no habrá más el olor agrio del cacao puesto a secar en ese ambiente de humedad, no más el fuerte olor a pimienta de Castilla. Ya había puesto esa foto, porque fue la que más me gustó en ese viaje. Fue la última vez que lo vi. Esa vez la libró. Llegamos directo al hospital y nos dijeron que había salido esa misma mañana. Estuvo un año y varios meses más con nosotros, y aún así nos faltaron al menos un par de días.
Esta tarde papá me partió el corazón cuando me llamó para decirme "ya no alcancé a llegar".
Ya te tocaba abuelo, se te fueron tus nueve vidas de gato. Tenía que pasar, supongo, tus ochenta y pico de años, la inesperada muerte de tu esposa en septiembre, la artritis y las reumas, tus pulmones, todo estaba dispuesto. Me siento triste porque sé que tú tenías miedo de morir, porque sé que Andrés también teme a la muerte. Me siento triste porque dejas un hueco enorme, no en mi corazón porque estoy feliz de tener grandes memorias contigo y varias de tus largas largas historias, pero sí un hueco en la vida de Andrés que ninguno de los que quedamos podemos llenar. Tu presencia en mi vida es grande abuelo, grande grande. Formaste, con tu ejemplo, de manera excepcional al hombre más importante de mi vida. Tú no fuiste un hombre educado ni fuerte ni poderoso, abuelo, fuiste hombre de corazón enorme y noble, nada rencoroso, nada complicado, trabajador y luchador y de vida sencilla. Fuiste un buen hombre, abuelo.
Descansa ya. Descansa abuelo, ya te lo mereces.

martes, diciembre 9

la mujer perfecta

Tengo una pena muy grande
aquí en mi corazón
porque hoy en la mañana
mi maestra me regañó, diciendo:
calla, muñeca, ¡calla!
pero yo ¿cómo voy a callar, si no soy una muñeca?
Sé contar hasta el número noventa y nueve,
y hacer letra muy bonita
y dar guerra todo el día.
Sabiendo tanta materia, ¿diciéndome a mí, muñeca?
¡Qué va!
¡Soy una mujer perfecta!


Es de un autor anónimo, y es el segundo poema que me hizo aprender mi mamá para deleite de la familia y como preparación para los posteriores concursos de declamación cuando estaba chavita (en ese entonces me presentaba diciendo que iba a recitar una bonita poesía); todavía recuerdo todos los poemas que aprendí hasta la secundaria y espero guardarlos en la memoria para seguir la tradición y torturar así a mis hijos (no, la neta no, para mí nunca fue una tortura, a mí siempre me gustó todo el desmadrito ése, de hecho yo en realidad quería ser actriz...).
Viene a colación ahorita para tratar de ver con humor y no achicopalarme por cierto incidente que ocurrió en medio de la presentación de esta tarde, que en parte qué bueno que no pasó a mayores, pero en parte qué malo por mi incapacidad de respuesta rápida. Lo dicho, siempre hay mejores maneras (o por lo menos 2-3 más elegantes) de hacer/decir las cosas.

domingo, diciembre 7

the stupid plot of these days of my life

de pronto sentí que mi vida se volvió una sitcom intercultural
pero visto así nada más se reduce esta complejidad a una mera intolerancia a las prácticas distintas entre personas poniendo el origen nacional como excusa
así que la cosa es más bien así: Karina pone a prueba su espíritu humano para convivir en paz, o de cómo he descubierto que no me es fácil compartir mi espacio vital


(más adelante, el desarrollo de esta quizá-aburrida historia)

sábado, diciembre 6

vida

Anoche tuve un sueño muy bonito, de ésos en los que se resuelven las incertidumbres y se nos revelan grandes verdades. La parte de la resolución de lo incierto siento que fue más de esos respiros que se da el inconsciente para tranquilizarse ante lo que no nos gusta; sentí un gran gran alivio que casi me despierto de la emoción, pero dentro de mi sueño supe que era sólo un sueño y lo dejé pasar. Esta mañana repasando eso me di cuenta de lo preocupada que estaba/estoy, pero también supe que cosas como ésas no son ni buenas ni malas, simplemente son, y debo tratar de que la vida fluya sola sin demasiadas amarras. La otra parte de mi sueño fue una escena muy bonita, pues estaba en un como parque o jardín con una estatua en medio que se suponía era el monumento al amor eterno, representado por una pareja de viejitos sentados en una banca, abrazados y sus rostros frente a frente, acariciándose mutuamente las caras. Lo maravilloso era que uno podía apreciar el embeleso en su mirada, el cariño y el cuidado con el que posaban sus manos en la faz de uno y otro, la felicidad de su sonrisa en sus labios y con sus ojos; y en los ojos se veía el amor eterno, una mirada sin edad, la transmisión de un sentimiento siempre vivo.

***

Una semana más, abuelo, espera una semana más.

jueves, diciembre 4

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Supongo que el problema es que soy muy impaciente y a veces bastante atrabancada. Pienso en mis papás que son súper tranquilos y viven las incertidumbres de forma tan estoica que me impresionan. Pienso en mí y en mi hermano que somos completamente lo contrario, igual de desesperados e irritables, y me pregunto si será una malformación genética la de nosotros, o si esa entereza se gana sólo con la edad. Vaya uno a saber. Estoy medianamente estancada con el paper, un paso adelante y dos atrás, y he perdido la estructura en mi cabeza porque no estoy convencida de las estimaciones y los resultados. Sobrevivo escuchando música: el piano de Bebo Valdés, el pop bonito de Belle & Sebastian, The Smiths, 65daysofstatic, Air y el OK Computer de Radiohead; repasando las sabias frases de Duende; sopeando mis galletas Marías en el café con leche y disfrutando de los respiros que me dan las largas pero inciertas charlas con R. Este fin de semestre no me está gustando, pero son sólo dos semanas más de ansiedad, que espero cerrar con broche de oro con un bonito viaje corto en carretera hasta el aeropuerto.

martes, diciembre 2

I just need a place to work

Me estoy poniendo temperamental, eso significa que pronto estaré insoportable. Pensé que era mero síntoma de cuando me enojo y tengo conatos de berrinche por las cosas que no salen como espero, pero no, es ya el hartazgo, el mismo lugar, los mismos lugares, la gente nueva, la misma gente, las noticias tan lejanas, la espera, la falta de progreso, el exceso de silencio, la ausencia de silencio, todo. Estoy. No estoy. Voy. Vengo. No me hallo.